SOCIEDAD

Apostillas

Estado civil. El médico Juan Ramón Gauvry Gordon no tiene muy claro cuál es su estado civil. Cuando se lo preguntó la jueza Márquez dijo: “Separado. Viví muchos años con mi mujer y ahora... En realidad nunca me casé, pero...”. La presidenta del tribunal lo cortó y le explicó: “Entonces, soltero, no aclare”.

Trabajo. Varios de los abogados defensores, entre ellos los de John Hurtig, Beatriz Michelini y Juan Ramón Gauvry Gordon, le pidieron al Tribunal Oral 1 de San Isidro que les permita a los imputados no estar presentes en todas las audiencias del juicio que se prevé durará al menos seis meses. “Mi cliente tiene un solo trabajo en Paramedic”, dijo Gabriel Becker al hablar del médico Gauvry Gordon. “Mi cliente necesita trabajar”, señaló por su parte el abogado Carlos Caride Fitte. La presidenta del tribunal, María Elena Márquez, les explicó que no necesitaban permiso para ausentarse en las audiencias y que sólo se requerirá su presencia los días que ellos quieran declarar.

Reto. Al igual que lo hizo en 2007, en tiempos del primer juicio oral a Carlos Carrascosa, Leila Keller Sarmiento, la mujer de Horacio García Belsunce (h.) ocupó la primera fila de los asientos destinados al público, pero esa preferencial ubicación le valió un reto por parte del juez Ariel Introzzi Truglia, que le llamó la atención por gesticular, de manera burlona, cuando hablaba el fiscal Leonardo Loiterstein (foto): hizo el típico gesto de morderse el labio inferior. “Le voy a pedir compostura a la señora ubicada en el primer asiento de la primera fila”, la reprendió Introzzi Truglia. Keller Sarmiento es una vieja conocedora de los tribunales de San Isidro porque durante los cinco meses que duró en 2007 el juicio a Carlos Carrascosa era la encargada de llevarlo y traerlo a tribunales en su auto y la proveedora oficial de los cigarrillos negros que el viudo fumaba en los cuartos intermedios.

Lectura. “Señora jueza, está leyendo, está leyendo”, gritó el abogado Alejandro Novak, defensor de Guillermo Bártoli, apenas comenzó el juicio oral y la fiscal Laura Zyseskind argumentaba los lineamientos de su acusación contra el cuñado de la víctima por el homicidio. Novak tenía razón: la fiscal llevaba más de diez minutos de un aletargado discurso en donde enumeraba el cúmulo de pruebas contra Bártoli y sostenía que “mediante un acuerdo previo Bártoli desarrolló acciones para ocultar o hacer desaparecer prueba del delito”. Sin embargo, la presidenta del tribunal, María Elena Márquez, evitó la primera pelea que se asomaba con una tranquila contestación: “Abogado, no tiene la palabra”. Luego, los fiscales que hablaron después tuvieron una argumentación más desordenada y nerviosa, pero no leyeron. Por las dudas.

El 71. La historia de un “pituto” tirado al inodoro es una de las piezas claves para sostener la acusación contra John Hurtig (foto), medio hermano de la víctima. Pero fue el propio asesor de seguros el que se tiró en el pozo ciego del country El Carmel, “en medio del excremento”, para buscar esa sexta bala. Y cuando la policía que había enviado el ex fiscal Diego Molina Pico no encontraba el plomo, fue John el que “en su desesperación, lo encontró”, dijo su defensor Carlos Caride Fitte. “Se lo acusa de hacer desaparecer algo que él mismo denunció y que él mismo hizo aparecer. Pudo haber destruido esa prueba, pero feliz se la entregó al Ministerio Público. La prueba vedette de Molina Pico... ¿Cómo se puede acusar a John Hurtig de encubrimiento? Si no fuera por él, nadie estaría aquí sentado”, añadió.

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