PRECIOS DE MEDICAMENTOS Y LA EXPANSION DE LAS FARMACIAS-DRUGSTORE
“La crisis nos favoreció”
Farmacity aumentó de cuatro a sesenta locales entre 1998 y 2001. La empresa dice que la clave fue su política de precios y no bajar la cortina por miedo a saqueos.
Por Cledis Candelaresi
Farmacity es una empresa argentina, aunque salvo la empresaria Claudia Caraballo, el trío de inversores que desarrolló esta cadena de farmacias con el formato drugstore esté integrado por un fondo belga y otra sociedad de aportantes locales pero radicada en Estados Unidos. En plena crisis pasó de cuatro locales en 1998 a casi sesenta en la actualidad, empleando a 1600 personas. Su CEO, Guillermo Bustos, ejecutivo que viene del supermercadismo, devela ese misterio de crecimiento: no bajar la persiana “ni siquiera en la época de saqueos”.
¿Qué diferencia existe con cadenas similares en el exterior?
–Adaptamos un concepto difundido en Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y ahora en México y Perú al consumidor argentino, que demanda más servicios, atención las 24 horas, surtido amplio y locales agradables. La gran diferencia respecto de los estadounidenses, que son fuertes en rubros comestibles como bebidas, lácteos o comidas congeladas, es que nosotros tenemos mejor desarrollo de cosmética e higiene personal. En medicamentos, además, la legislación les facilita la venta libre de productos y por eso ellos tienen más artículos en góndolas.
¿Cómo los afectó la promoción de genéricos?
–Nos benefició. En la Argentina ya existían los genéricos antes de la ley: cada copia sin patentes es un genérico. La ley sólo elimina el proceso de bioequivalencia. Pero en la Argentina el consumidor está acostumbrado a la marca y los médicos también recetan por marca. Quizás en los próximos diez años se genere un mayor hábito de ir pidiendo la droga. No hay datos precisos pero se supone que la penetración de genéricos ocupa entre el 20 y 25 por ciento del mercado. En una Argentina de economía tan deteriorada, los genéricos son más fuertes de lo que podrían haber sido antes del 2000. Si la economía argentina mejora, los genéricos se quedarán estancados en ese porcentaje.
¿No sirvió para disciplinar precios?
–Sí. La competencia del genérico moderó los precios y por eso muchos medicamentos casi no aumentaron desde la crisis.
¿Qué explica el fuerte crecimiento que tuvieron ustedes entre el 2001 y 2002, en plena crisis?
–La crisis nos favoreció enormemente porque una de nuestras prioridades fue estar siempre abastecidos. Respetamos los precios y no bajamos nunca una cortina, ni en la época de los saqueos ni en la de suba de precios. Con la crisis bancaria, no dejamos de trabajar con la tarjeta de crédito. Aquí talló mi propia experiencia, como hombre de supermercados. La Argentina ya tuvo desabastecimiento, control de precios o hiperinflación y en esos casos siempre conviene priorizar al cliente, aunque la ganancia no sea tan grande. Sacrificamos parte de la caja de la compañía para comprar mercadería y cumplir con los proveedores y no especulamos con los precios.
¿Y qué hicieron con los importados?
–Buscamos equivalencias locales o tratamos con los proveedores argentinos para desarrollarlas. Así, por ejemplo, nos pusimos a fabricar pañales con marca propia, que tienen un mínimo insumo extranjero y conseguimos liderar el rubro en Capital Federal.
¿Las cadenas mexicanas que se están instalando serán competencia?
–Hay que respetar siempre la competencia. Pero esas cadenas están orientadas al público que no tiene obra social ni prepaga. Nuestro cliente tiene mayor poder adquisitivo.
Por su evolución, no deja de llamar la atención que Farmacity maneja un negocio casi independiente de los avatares de la política económica.
–No exactamente. Este es un sector que tiene regulaciones antiguas como las que existen en la provincia de Buenos Aires y que benefician a unos pocos. Tenemos estudios que demuestran que un medicamento allí está entre un 6 y un 12 por ciento más caro que en Capital y esto es por falta de competencia: existe un número de farmacias por zonas y es imposible sumar más. Esto va a contramano de lo que ocurrió con el resto de la economía y que ayudó a los consumidores. Antes comprar un auto obligaba a hacer un pago anticipado, esperar meses la entrega y sólo se podía optar entre un Fiat o un Peugeot. Ahora hay información, opciones y precios relativamente mejores. La idea es que pueda pasar lo mismo en nuestro rubro.