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Lunes, 21 de enero de 2002

Vivir al día

- Después de la devaluación, no sólo desapareció el crédito bancario sino también el comercial.

- Las tarjetas de crédito suspendieron los pagos en cuotas, tan habituales hasta hace apenas unas semanas.

- En las agencias de turismo ni siquiera aceptan las tarjetas de crédito por miedo a que antes de un mes se dispare el dólar. Sólo reciben cash.

- En las concesionarias de autos suspendieron los planes de financiación.

- En la construcción, los corralones de materiales sólo aceptan pagos al día.

- En general, nadie acepta cheques a más de 30 días.

- La incertidumbre sobre la cotización del dólar futuro y la evolución de la inflación son la causa.

- El Gobierno prohibió que los contratos privados se indexaran por el índice de inflación, algo que existe en todas las economías con tipo de cambio flotantes, como ser Brasil y Chile.

- Así, nadie vende en pesos a plazo por miedo a que la inflación licue el crédito. Y las transacciones a crédito se paralizan, a menos que se dolaricen.

Por Fernando Krakowiak

La incertidumbre respecto de la variación futura del dólar libre puso fin al crédito comercial. Los argentinos que durante la década del ‘90 financiaron desde las compras en el supermercado hasta los viajes a Europa, ahora deberán vivir de contado. La ley de Emergencia Económica prohíbe la indexación de contratos privados por el índice de inflación. Por lo tanto, las tarjetas de crédito decidieron suspender los pagos en cuotas sin interés. La medida resulta lógica, pues nadie se arriesga a calcular cuánto costará el dólar durante el resto del año en un país donde en el último mes hubo cinco presidentes. El temor principal de Visa, Master Card, Diners, American Express y Cabal es que la inflación termine licuando en el futuro las deudas que pudieran contraer los consumidores en el presente. En las concesionarias de autos el miedo es el mismo, por lo que se suspendieron los planes de financiación. El grifo también se cerró para la compra de viviendas y para el sector de la construcción, donde desde hace un par de semanas los corralones de materiales dejaron de aceptar cheques para la compra de cemento. Si el Gobierno no le encuentra una solución al problema, habrá evitado la hiperinflación a costa de profundizar aún más la recesión en una economía que pareciera no tocar fondo nunca.
En el supermercado Jumbo de Palermo varios carteles alertan a los desprevenidos: “Las administradoras de las tarjetas de crédito suspendieron la compra en cuotas”. La restricción se extiende a todo el comercio. Una heladera que antes se podía comprar en 3, 6 o 12 cuotas, ahora deberá pagarse en efectivo o con tarjeta en un pago. Salvo que se recurra a opciones por fuera de los bancos como la Tarjeta Shopping, que todavía acepta financiar compras en 3 cuotas. Lo mismo ocurre en algunas casas de ropa o electrodomésticos que, con tal de vender algo, otorgan créditos propios a pagar en un plazo de 60 días, pero siempre con recargo. Leonardo Torres, encargado del local de Show Sport, ubicado en Corrientes y Florida, afirmó a Cash que “la suspensión del crédito con tarjeta nos afectó notablemente. Nosotros ofrecemos financiación propia, pero sólo en 3 cuotas y con recargo”.
Néstor Yoan, presidente de la Cámara de Tarjetas de Crédito y Compra, reconoció ante Cash que “los bancos no van a financiar compras en cuotas hasta que se estabilice la economía”. Sin embargo, aclaró que “el plan de cuotas representa sólo el 20 por ciento de los consumos mensuales. El resto se financia con el crédito revolving que se le habilita al cliente todos los meses con el pago mínimo de la tarjeta”. La diferencia entre el financiamiento en cuotas y el crédito revolving no es menor. En el primer caso, la tasa de interés se pacta al momento de la compra del producto y permanece fija hasta que se termina de pagar la última cuota. Mientras que con el crédito revolving la tasa varía todos los meses. Por lo tanto, si la economía entrara en una espiral inflacionaria, el consumidor podría terminar pagando varias veces el producto adquirido.
El crédito también se cortó en las agencias de turismo. Bian Tours, ubicada en Tucumán y Florida, no acepta tarjetas de crédito y los pagos deben hacerse en dólares o con pesos a la cotización del mercado libre. Marco Palacios, presidente de la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo, afirmó a Cash que “para los viajes al exterior no nos queda otra opción que vender los pasajes en efectivo. Mientras que para el interior del país sólo se puede financiar con tarjeta en un pago”.
En el mercado inmobiliario, las operaciones están paralizadas. Roberto Ledo, director de Bullrich Propiedades, informó a Cash que “el crédito hipotecario bancario y privado está suspendido, y las operaciones son muy pocas porque la gente tiene inmovilizado su dinero en el corralito”. Diego Cazes, director de L.J. Ramos, agregó que “los que tienen efectivo tampoco compran porque están esperando que los precios sigan cayendo”. La venta de autos también está congelada. Los planes de financiación en dólares que ofrecían las financieras Ford Credit y Renault Credit quedaron suspendidos. En ambos casos se informó que están esperando mayores precisiones por parte del Gobierno en lo que refiere a las reglas de la economía post-devaluación. En Renault y Ford también señalaron a este suplemento que la intención es seguir garantizando la comercialización de automóviles a través de los planes de ahorro Rombo y Ovalo. Sin embargo, el valor de la cuota que abone el comprador estará sujeta al precio de lista del auto. Por lo tanto, si el dólar libre se dispara, los autos aumentarán y la cuota de los planes también. Diego Boccardo, gerente de ventas de Plan Ovalo, reconoció ante Cash que “si la inflación crece y se traslada al precio de los autos, la cuota va a aumentar”. No obstante, agregó que “el plan de ahorro te da la tranquilidad de saber que tenés asegurada la parte del auto que ya pagaste”. Por ahora, los precios de Renault en pesos aumentaron un 26 por ciento promedio con relación a la situación pre-devaluación. Mientras que en el caso de Ford, hasta el jueves todavía no estaba definida la nueva lista oficial de precios en pesos.
La construcción es otro de los sectores que se ha visto afectado por la devaluación del peso. Los corralones dejaron de financiar la venta de cemento. Francisco Santarone, dueño de la marmolería y fábrica de baldosas Santarone, una pyme ubicada en Tres de Febrero, afirmó a Cash que “desde hace un par de semanas en el corralón nos rechazan los cheques y nos exigen efectivo. Para nosotros es imposible pagar por adelantado, así que no sabemos qué vamos a hacer”. En el caso del cemento blanco, la situación es aún más complicada porque en su mayoría es importado de España y el costo se ha vuelto imposible de afrontar. En la cadena Easy tampoco se pueden comprar materiales en cuotas para equipar o refaccionar la vivienda, ni siquiera con la Tarjeta Century que comercializa la misma empresa y que, mientras hubo convertibilidad, llegó a ofrecer como ventaja la posibilidad de comprar hasta en 24 cuotas fijas en pesos.
La suspensión del crédito también llegó hasta los locales de “Efectivo Sí” y demás Sociedades de Crédito para Consumo. Estas entidades solían ofrecerles dinero a tasas usurarias a sectores de bajos ingresos, sin acceso a la financiación bancaria, que por lo general utilizaban el efectivo para comprar comida, cambiar un electrodoméstico o pagar deudas de acreedores más impacientes.
Mientras los créditos comerciales y financieros permanezcan cortados, o con serias restricciones, las alternativas que pueda ensayar el Gobierno para salir de la depresión parecieran estar condenadas al fracaso. Con un tipo de cambio flotante y sin indexación por inflación es casi imposible pensar en un restablecimiento de la financiación en cuotas. La fijación de una cláusula indexatoria podría servir para descomprimir la situación, pero dejaría a la economía más vulnerable frente a una posible escalada inflacionaria. Lo que se dice un dilema de hierro.

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