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Domingo, 21 de agosto de 2016

LA SENTENCIA DE BONADIO POR EL DóLAR FUTURO

Muy mala teoría económica

El procesamiento de CFK y de otros funcionarios por la causa del dólar futuro dictado por el juez federal Claudio Bonadio expone no sólo endebles argumentos jurídicos, sino también una profunda deficiencia teórica en materia económica.

 Por Vladimir L. Cares *

El juez federal Claudio Bonadio procesó a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof, Alejandro Vanoli y a otros ex funcionarios por el delito de administración fraudulenta en el caso del mercado de dólares a futuro. Más allá de las críticas al proceder del juez, a su manifiesta animosidad con el gobierno anterior y a lo endeble de sus argumentos jurídicos nos detendremos en analizar sus puntos de vista de teoría económica, en particular en la descripción que realiza del mercado, de la ley de la oferta y la demanda y del precio de equilibrio.

Bonadio en el auto de procesamiento considera que “Entre los que compran y los que venden se establece una competencia entre la oferta y la demanda de la que resulta el ‘precio de mercado’”. El precio de mercado sería entonces “aquel en el que, en condiciones normales de mercado, la oferta iguala a la demanda; es decir, que es el punto de intersección entre las curvas de oferta y de demanda”. Asimismo, “en los mercados de futuros, al igual que en todos los mercados, los precios de los contratos de futuro de dólar, se descubren por medio del enfrentamiento entre compradores y vendedores, o lo que es lo mismo entre la oferta y la demanda. Si los compradores superan en número a los vendedores, los precios tenderán a subir y si los vendedores superan a los compradores, los precios tenderán a bajar”.

En esta lógica, como se ve, no hay espacio para la acción de Estado ya que su participación sólo generaría interferencias dañinas en el mercado y la economía. Por ello, Bonadio considera que “En el mercado de futuros lo que se propicia es que exista el mayor número de compradores y vendedores para enfrentar las fuerzas y descubrir el precio de mercado, es decir que todo depende de la relación que exista entre compradores y vendedores y que sea ésta la que determine el nivel del precio. Precio de mercado del dólar no era pues –al momento de la celebración de los contratos– el que se venía generando artificial y costosamente por parte de la ruinosa intervención en los mercados del BCRA”.

Resumiendo, el análisis de Bonadio considera que el mercado eficiente es aquel en el que compradores y vendedores en gran número (demandantes y ofertantes) alcanzan un único valor de equilibrio (en precio y cantidad), sin distorsiones por parte del Estado.

En general, la descripción hecha por Bonadiono se aparta de la descripción que los libros de texto de economía realizan de los mercados perfectamente competitivos, en términos de la teoría neoclásica u ortodoxa. Esto puede verse, por ejemplo, en los textos de N.G. Mankiw, C.R. McConnell, J.M. Perloff, I.B. Tucker y otros autores de la misma escuela económica. Allí, se argumenta que los mercados competitivos están compuestos por agentes económicos individuales que en gran número intercambian bienes en cantidades y precios dispares obedeciendo las leyes de la demanda y de la oferta. La suma (agregación) de las curvas de demanda y oferta de cada uno de los individuos permite obtener las curvas de demanda y oferta del mercado (de características similares a las de las curvas individuales). A la larga, se alcanza un único precio de equilibrio, a cuyo valor el mercado se vacía totalmente de bienes. Mercados con valores de precios y cantidades diferentes a los del equilibrio demuestran un comportamiento ineficiente. Así, para un precio mayor al de equilibrio (por ejemplo, fijando desde el Estado salarios mínimos o estableciendo precios sostén para productos agrícolas) la oferta supera a la demanda.

Para el caso del mercado laboral lo que prevé la teoría es que van a haber muchos trabajadores dispuestos a trabajar a ese valor salarial pero pocos empresarios dispuestos a contratarlos. Por consiguiente, la consecuencia es el desempleo.

Para precios menores al de equilibrio (por ejemplo, fijando el gobierno precios máximos para el alquiler de viviendas o estableciendo precios de referencia del dólar por parte del Banco Central) la demanda supera a la oferta. El resultado aquí es también una ineficiencia económica. Por caso, los propietarios de inmuebles no están dispuestos a arrendar sus propiedades a ese precio más bajo y los inquilinos no pueden encontrar viviendas en las que morar. Otra vez, un panorama desalentador y oscuro producido por agentes externos al libre mercado.

Para Bonadio, pues, hay compradores y vendedores, individuos devenidos en agentes económicos. ¿Qué características reúnen según la teoría neoclásica estos individuos? Aquellas atribuibles al denominado Homo Economicus, a saber: un ser egoísta, con racionalidad absoluta a fin de maximizar su bienestar y que posee información perfecta que utiliza para tomar la decisión más adecuada y eficiente. Sin embargo, en la realidad la cosa es más compleja que este idílico cuadro.

Investigaciones llevadas adelante por D. Kahneman, H. Simon, A. Tverski y otros han demostrado de manera fehaciente que la racionalidad no es absoluta sino limitada o acotada. Los juicios y elecciones que realizan los seres humanos están sostenidos más bien por el uso de intuiciones y reglas de resolución de problemas (heurísticas) que por la lógica pura.

Por otra parte, cuesta entender que en un mercado cualquiera –por caso, el de dólares a futuro– cada agente posea la misma información, sea la abuelita jubilada que quiere comprar 50 dólares o el empresario Nicolás Martín Caputo que operó 3.560.000 dólares.

Joseph Stiglitz estudió el comportamiento de los mercados bajo información asimétrica y encontró que incluso en condiciones de mercados perfectamente competitivos no era posible alcanzar resultados eficientes. Por tanto, el modelo de compradores y vendedores a los que apela Bonadio no tiene su contraparte en la realidad.

La ineficiencia por exceso o defecto de demanda tampoco pasa la prueba de lo realmente existente. Detengámonos solamente al caso de establecer salarios mínimos. Paul K. Sonn and Y.M. Lathrop (Raise Wages, Kill Jobs?, NELP, mayo de 2016) sostienen que del análisis de los datos a partir de estadísticas oficiales de Estados Unidos a lo largo de setenta años no se encuentra correlación alguna entre salario mínimo y desocupación. La persistencia de la confusión solo lleva agua al molino de los políticos neoliberales. Como decía maliciosamente Ronald Reagan “el salario mínimo ha causado más miseria y desempleo que ninguna otra cosa desde la Gran Depresión”.

Por último, una prueba formal. El teorema de Sonnenschein-Mantel-Debreu prueba inequívocamente que no existe ninguna condición por la cual las presuposiciones hechas acerca de los agentes económicos individuales garanticen unicidad (un solo valor de precio) y estabilidad a la solución de equilibrio del mercado. Así, cada agente puede tener una curva individual en que se cumpla la ley de la demanda (si bajan los precios sube la cantidad del bien demandado). Pero ello no garantizará de manera alguna que la suma (agregación) de todas las curvas individuales dé cómo resultado una curva de demanda del mercado con el mismo comportamiento. Por tanto, las curvas de demanda reales del mercado no obedecen la ley de la demanda de los agentes económicos individuales y no existirá un único precio de equilibrio.

En conclusión, Bonadio no solo utiliza mala política para procesar a Cristina Fernández de Kirchner y otros ex funcionarios. Usa también una muy mala teoría económica.

* Facultad de Ingeniería-Universidad Nacional del Comahue.

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Imagen: Joaquín Salguero
 
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