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Domingo, 16 de marzo de 2003

AGRO › ARGENTINA-EE.UU FRENTE A LA UNION EUROPEA

Alianza transgénica

Por Susana Díaz

Hay un punto en que los intereses de Estados Unidos y la Argentina son complementarios. Se trata de la liberalización del comercio mundial de productos agrícolas. Ambos países se ven perjudicados por la decisión de la Unión Europea en materia de “seguridad alimentaria”. Bajo este rubro se encuentra la controvertida cuestión de los organismos genéticamente modificados (OGM), denominación que reciben las semillas transgénicas, como por ejemplo las resistentes a los herbicidas. Argentina es el segundo productor mundial de soja detrás de Estados Unidos, lo que se debe en gran parte al uso de las nuevas simientes y las técnicas de siembra asociadas que, dicho sea de paso, son menos agresivas para el medio ambiente. Argentina también es el primer exportador mundial, razón que la vuelve sensible a las decisiones de la UE sobre el particular.
En materia de política comercial, muchas naciones suelen comportarse de la misma manera que aquellas a las que critican por sus restricciones. Estados Unidos no es la excepción. Pero esta vez, el enfrentamiento contra el adversario común europeo podría redundar en una mayor apertura estadounidense para los productos argentinos. Al menos así lo expresó en su paso por Buenos Aires esta semana el ex secretario de Agricultura estadounidense, Clayton Yeutter, quien destacó que Estados Unidos “está dispuesto a reducir un tercio sus aranceles mientras exista reciprocidad de otros países”. El influyente integrante del Partido Republicano dejó traslucir que su país podría disminuir las barreras que actualmente alcanzan a muchos productos argentinos. El objetivo de Yeutter era convencer al Gobierno y al sector privado local de que una alianza con su país con miras a la próxima ronda de la OMC de Doha puede ser ventajosa. Sin embargo, si países como Estados Unidos, los miembros de la UE y Japón continúan subsidiando su producción, el efecto sobre los precios es equivalente al del establecimiento de aranceles aduaneros; la diferencia es que en vez de disminuir el precio que recibe el exportador se disminuye el costo del productor local (a través del subsidio), pero el resultado en el mercado es el mismo. Consultado por la prensa argentina, el ex funcionario estadounidense eludió el tema y prefirió generalizar responsabilidades: “No apunten el puñal sólo contra Estados Unidos, sino contra todos los que subsidian”. Es claro que la cuestión arancelaria no puede ser tratada separada de las políticas de subsidios.

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