Domingo, 24 de abril de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Claudio Scaletta
Ser hoy un opositor acérrimo no es tarea fácil. Las dificultades no se agotan en la virtual imposibilidad de encontrar un candidato que catalice las broncas contreras y, al mismo tiempo, mida en las encuestas. Tampoco en esas vaguedades que preocupan a la legión de repúblicos que rellenan páginas indignadas. Nada de eso. Cuando se habla de materia contante y sonante, la construcción de escenarios apocalípticos, de esos que comenzaron a ensayarse con fuerza a partir de marzo de 2008, se dificulta seriamente. Sucede que todos los indicadores sobre la evolución de la economía son positivos, ya sean medidos por el Indec, por las consultoras de la city o por los departamentos de economía de los grandes bancos internacionales.
Los datos del primer trimestre de 2011, el primer balance para el año, son contundentes, más si se considera que, a diferencia de 2010, no se compara contra una base devaluada por la crisis internacional. En el período enero-marzo, la industria creció a una tasa interanual del 9,1 por ciento, número similar al acumulado del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE, indicador aproximado del PIB) para el primer bimestre.
En el sector automotor, las ventas de vehículos de las terminales a las concesionarias crecieron el 20 por ciento interanual en el primer trimestre. En el rubro construcción, para el mismo período, se destacan dos datos clave: una suba interanual del 11,9 por ciento en los despachos de cemento y del 9,9 por ciento en la escrituración de inmuebles en la Ciudad de Buenos Aires. Estos tres números fueron reseñados en el último informe semanal de la nada oficialista Fundación Mediterránea. Las buenas noticias también llegaron del exterior. A pesar del deterioro cambiario relativo, el ingreso de turistas extranjeros al país creció el 14 por ciento. Como indicador indirecto se suma también la fuerte expansión de la recaudación del IVA, a una tasa, sobre la recaudación nominal, del 36,9 por ciento, siempre para enero-marzo contra igual período del año anterior. Incluso si esta recaudación se deflacta por los índices privados de inflación más elevados, la tasa real de crecimiento del IVA indica una suba del consumo por encima de los dos dígitos.
Así, desde que el actual modelo fue dado mediáticamente por terminado en 2008, al presente, cuando los analistas políticos opositores comienzan a sorprenderse con las encuestas que señalan un triunfo oficialista en primera vuelta, no sucedió nada muy extraordinario. Tras el primer pico de la crisis internacional, que se superpuso localmente con una fuerte sequía que afectó a los principales commodities exportados, la economía simplemente siguió creciendo.
Los críticos prefieren no hablar de la eficacia de un modelo económico que, desde el comienzo, hizo énfasis en el sostenimiento de la demanda agregada como instrumento de tracción del conjunto de la economía, sino de una “política económica expansiva con miras a las elecciones”. El punto desdeñado en estos análisis de corto plazo es que la expansión económica comenzó tan temprano como en 2003.
La clave es que la macroeconomía posibilitó la expansión real, tanto en la industria como en el agro. No pueden ignorarse las condiciones internacionales positivas. En primer lugar, el sostenimiento de los términos del intercambio por los buenos precios de los commodities. En segundo, la estabilidad financiera. Ambas condiciones, junto con la macro doméstica, seguirán presentes en 2011. Según proyecciones sobre los precios de los commodities realizadas por el Citibank, las cotizaciones se mantendrán. Salvo excepciones, entre las que se destacan el aceite de soja y la plata, la mayoría de los commodities seguirán revaluándose; poco en los casos del oro, el cobre y la soja, mucho en los del maíz, el trigo y el aluminio.
Sobre la estabilidad financiera y en respuesta a tasas de interés históricamente bajas en las economías centrales, se destaca la afluencia de capitales hacia las emergentes. Un informe del Instituto para las Finanzas Internacionales (IIF) reseñó que el flujo neto de capitales hacia esos países superó los 825 mil millones de dólares en 2010, un 40 por ciento más que en el promedio del bienio 2008-09. De este total, el 26 por ciento se dirigió a Latinoamérica, lo que para 2010 representó una suba del 65 por ciento contra la media de los dos años anteriores.
La suma de los indicadores contribuye a explicar que, del relevamiento de expectativas de mercado que realiza el Banco Central, surge una proyección promedio de crecimiento del PIB del 6 por ciento para el año en curso. Una previsión que seguramente, como sucedió en años anteriores, terminará siendo conservadora.
Los agoreros, sin embargo, no deben perder las esperanzas. El escenario no está exento de incertidumbres. La principal, ya tratada en esta columna, es el tipo de cambio actuando como única ancla nominal de la inflación. La segunda es que, a pesar de la CNN, la crisis internacional no terminó, ni en Europa, donde se vislumbran los fracasos de los planes de ajuste, ni en Estados Unidos, donde la economía real sigue estancada y hasta su deuda es rebajada de calificación. Más sofisticado es sumar la incertidumbre sobre los precios del petróleo a partir de las crisis en el norte de Africa. Pero con el panorama local presente y para el resto de 2011, la sorpresa por candidatos opositores que no catalizan o por potenciales triunfos en primera vuelta es por lo menos extraña
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