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Domingo, 11 de enero de 2015

ESCENARIO › ESTRATEGIA DE DESARROLLO

Repensar el estructuralismo

 Por Diego Rubinzal

El deterioro de los términos de intercambio, en perjuicio de los productos primarios, fue el núcleo central de la denominada tesis Prebisch-Singer. La causa principal de ese fenómeno residiría en que las naciones centrales (e industriales) se apropian de los frutos del progreso técnico. Lo cierto es que esa tendencia se verificó durante la mayor parte del siglo XX. Los economistas Ocampo y Parra estiman en “The terms of trade for commodities since the mid-19th century” que el retroceso del valor relativo de las materias primas (frente a las manufacturas) fue del 50 al 60 por ciento entre 1920 y 2000. El estructuralismo sostenía que, ante la disminución secular de los términos de intercambio, era necesario expandir los tejidos industriales de los países periféricos. Sin embargo, las cotizaciones de las commodities alcanzaron elevados niveles históricos durante la última década. Así, los países en vías de desarrollo crecieron a tasas más elevadas que las naciones centrales. En otras palabras, el centro dejó de ser el motor de crecimiento mundial. Por otro lado, la emergencia de China como potencia industrial (asentada en enormes economías de escala y reducidos niveles salariales) implicó fuertes transformaciones del tablero mundial. Esas modificaciones estructurales fueron pronosticadas hace tiempo por Arthur Lewis. El economista sostenía que los principios que regulan los términos de intercambio no son producto-específico (primarios vs. industriales) sino país-específico. En ese sentido, el desarrollo industrial asentado en bajos niveles salariales provoca un deterioro de los términos de intercambio en relación con las materias primas.

El nuevo escenario obliga a repensar las viejas categorías del pensamiento estructuralista latinoamericano. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) fue impulsado cuando las industrias localizadas en las naciones centrales habían alcanzado un alto grado de madurez. En ese contexto, la ISI era considerada la estrategia adecuada para cerrar las brechas de productividad.

Los economistas Gabriel Brondino, Florencia Jaccoud, Andrés Lazzarini y Davide Villani sostienen en “Notas sobre el proceso de desarrollo mundial durante las últimas dos décadas: reconsiderando el esquema ‘centro periferia’”: “¿Podemos decir que en el contexto actual, con Asia creciendo fuertemente y con un país, China, con infinita reserva de mano de obra, que la productividad industrial de estos países alcanzó su techo?”. Los autores aclaran que “con estas preguntas no negamos la importancia de la industria en todo proceso de desarrollo, tanto como para relajar la restricción externa como también como generadora de empleos e ingresos a las poblaciones de la periferia. Sin embargo, entendemos que cualquier propuesta industrializadora tendrá que contemplar un análisis detallado del contexto actual para que planes o estrategias al estilo de industrialización sustitutiva de importaciones no terminen en fracasos rotundos”.

El desafío es no sucumbir frente a los cantos de sirena que propugnan una especialización productiva basada en las ventajas comparativas. Los favorables precios de las commodities “incentivan” las políticas antiindustriales. Eso no debería impedir la promoción de “políticas industriales o cambios estructurales que permitan un incremento de la productividad y/o una diversificación de los productos exportables por parte de la periferia para relajar la restricción externa, todas políticas que conducirían a un aumento del empleo, la demanda efectiva y el crecimiento. El punto central es discutir qué sectores deberían ser promovidos en los países periféricos –y en América latina en particular– y ayudados por políticas públicas de forma tal que se avance en la transformación productiva y el aumento de competitividad (...). Por otro lado, debe discutirse quién es el actor encargado de llevar adelante esos procesos y con qué capacidades cuenta para hacerlo”, plantean Brondino, Jaccoud, Lazzarini y Villani.

Aldo Ferrer sostiene que “no alcanza con sustituir el presente: es preciso sustituir el futuro con talento argentino. Es preciso confrontar al empresariado argentino con el desafío de desarrollar las actividades en la frontera del conocimiento”.

Aunque en determinados rubros industriales no puedan alcanzarse estándares internacionales de costos y/o productividad, eso “no invalida la posibilidad de impulsar políticas industriales que contribuyan al ahorro de divisas sustituyendo importaciones, aumenten los niveles de empleo en sectores industriales y eleven la productividad en la elaboración de productos básicos, transables o no”, concluyen Eduardo Crespo y Juan Matías De Lucchi en su artículo “Impacto de la Industrialización china en las estrategias de desarrollo”.

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