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Sábado, 4 de abril de 2009

TEATRO › ENTREVISTA A HUGO URQUIJO, DIRECTOR DE LA NUEVA OBRA DE TITO COSSA

“Retratar dos concepciones del mundo”

Un padre escribe sus memorias. Y una hija, distanciada de él desde hace años, debe editarlas. Ese es el punto de partida de Cuestión de principios, que protagonizada por Víctor Hugo Vieyra y Adriana Salonia se presenta en el Teatro del Pueblo.

 Por Hilda Cabrera

En una obra de “ideas encarnadas”, padre e hija discuten apasionadamente, evocan hechos y disienten. El director teatral y médico psicoanalista Hugo Urquijo dice conocer a fondo la época que uno de los personajes intenta recuperar en Cuestión de principios, la más reciente obra de Roberto “Tito” Cossa, que se presenta en el Teatro del Pueblo. Conoce la época y los ideales que la sustentaron desde sus años de estudiante universitario, cuando se intentaba reformar la enseñanza, crecía el entusiasmo por la Revolución Cubana y se adhería a la idea de que, más allá de los sectarismos, un mundo mejor era posible.

Pero no es sólo ese conocimiento lo que habilita a Urquijo a dirigir Cuestión... Lo convocó el mismo Cossa, quien acaba de regresar de Canarias portando su Premio Max, distinción otorgada a personalidades hispanoamericanas de las artes escénicas. Y con la aceptación para dirigir llegó el asombro ante el final dado por el autor a un match de pensamientos y emociones y ante la precisión de un texto “que fluye en boca de los actores”. El director dice: “Me impresiona que en sólo 65 minutos –el tiempo que dura la obra–, Tito haya retratado sin perder complejidad dos concepciones del mundo”. La obra exige poner atención en el entramado psicológico e ideológico de dos modelos, y Urquijo no rehuyó la tarea. Lo componen el discurso que sostiene “un militante de izquierda de los años ’50 y ’60 –que quiere dejar testimonio de su lucha en el movimiento obrero– y el de su hija, escritora con cargo en una editorial, que dejó de compartir las ideas de su padre y a quien no ve desde hace años”. Ella, por otra parte, es la encargada de editar ni más ni menos que las memorias del padre.

–¿Publicar las memorias supone en este caso admitir que la lucha quedó atrás?

–No, el padre no cree eso, ni piensa que se equivocó; necesita dar testimonio y cree que puede confiar en su hija, aunque estén distanciados.

–El personaje dice “no fracasamos, falló la estrategia, los principios están intactos”. ¿No se da por vencido?

–Sigue creyendo que el socialismo triunfará. Su hija, en cambio, es pragmática y relaciona su trabajo con la conveniencia. Lo atractivo para ella, y para la editorial en la que trabaja, es que esas memorias reflejen una autocrítica.

–¿Y qué pasa con la idea de justicia social que sustenta el padre? El se resiste a la imagen del arrepentido. Para la hija es divertido equivocarse, pero no lo es para el padre, que intenta rearmarse, aun cuando está solo.

–Admitiendo cierto sectarismo, el padre apunta a un mundo más justo y solidario, y es cierto que está solo y que en ese estado lo único que puede hacer es escribir sus memorias. Padece el desencuentro, también el psicológico, por el impacto que tiene la ideología sobre la subjetividad. La hija, por ejemplo, es un personaje que responde a la subjetividad de esta época. Es lo que en términos más técnicos se llama “producción de subjetividad”.

–Si cada época produce una determinada subjetividad, ¿con qué patrón se puede medir o juzgar el comportamiento de un individuo de otro tiempo?

–Se lo mide en perspectiva, y sobre todo si se está viviendo en una época de grandes cambios, como la actual. Los paradigmas de hoy no son los del pasado ni serán los del futuro. Si tomamos la homosexualidad, vemos que la concepción que se tenía en la Grecia Antigua no es la del siglo XIX ni la que se discute hoy. Además, cuando se aplican juicios valorativos hay que tener en cuenta la época y quién o quiénes los aplican.

–El título de la obra de Cossa es Cuestión de principios, ¿quiere decir que estando los principios tan sujetos a esa relación entre subjetividad y normas sociales, los principios son siempre circunstanciales y nunca falsos o verdaderos?

–Precisamente en este sentido la obra de Tito es ejemplar, porque no juzga ni inclina la balanza en una u otra dirección. Incluso pudiendo estar generacionalmente, aunque no en lo que se refiere a sectarismo, más cerca del discurso del padre, como autor defiende mejor la argumentación del personaje de la hija. Ella se muestra incluso más certera.

–Y con un humor más crudo.

–Tito no pretende con esta obra plantear ninguna verdad, y lo aclara en el programa de mano. Su tarea no es elaborar teorías sobre qué pasó con los sueños de un mundo socialista y de un mundo solidario y más justo. Reflexiona, y se pregunta qué puede hacer un ciudadano obsesionado con estas cuestiones cuando “lo único que sabe es escribir obras teatrales”. Por lo pronto, subraya Tito, no meterse a filósofo, investigador, historiador ni politólogo. En todo caso echar una mirada sobre el tema desde la conducta de seres humanos, personajes que se debaten con sus historias personales. Nada más. Encender un fósforo en la oscuridad del universo.

* En Cuestión de principios, de Roberto “Tito” Cossa, actúan Víctor Hugo Vieyra y Adriana Salonia, dirigidos por Hugo Urquijo. La escenografía y el vestuario son de Mariana Tirante; el vestuario de A. Salonia fue diseñado por Fabián Zitta; la asistencia escenográfica es de Mariela Solari y la de dirección, de Andrés Giardello. Las funciones se realizan en el Teatro del Pueblo, Diagonal Norte 943, los viernes y sábados a las 21.00. Localidades: 35 pesos. Tel.: 4326-3606.

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“La obra de Tito es ejemplar, porque no juzga ni inclina la balanza”, dice Hugo Urquijo.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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