espectaculos

Jueves, 5 de enero de 2012

TEATRO › LA DIRECTORA HELENA TRITEK Y LA OBRA EN EL CUARTO DE AL LADO

De amores y represiones

Ambientada a fines del siglo XIX, la pieza de Sarah Ruhl hace foco sobre la histeria y sobre los curiosos métodos de curación vigentes en la época. “Me gusta la obra porque habla en tono de comedia sobre los secretos del mundo íntimo femenino”, señala Tritek.

 Por Cecilia Hopkins

Escrita por la norteamericana Sarah Ruhl, finalista del Premio Pulitzer 2010 al Mejor Drama, En el cuarto de al lado subirá a escena el miércoles próximo en el Teatro Apolo (Corrientes 1372) bajo la dirección de Helena Tritek. Ambientada a fines del siglo XIX, la pieza hace foco sobre la histeria y los curiosos métodos de curación vigentes en la época: “el atractivo que encontré en esta obra fue el poder hablar en tono de comedia sobre los secretos del mundo íntimo femenino”, afirma la directora en una entrevista con Página/12. El título alude al lugar desde donde el personaje que interpreta Gloria Carrá, la mujer de un reconocido médico (Luciano Cáceres), intenta descifrar el método que su marido utiliza para curar a sus pacientes. El elenco se completa con Esteban Meloni, Victoria Almeida, Gipsy Bonafina, Erica Sposito y León Bara. El diseño de vestuario y escenografía pertenece a Eugenio Zanetti; las luces, a Jorge Pastorino.

Estudiada desde los tiempos de Hipócrates, la histeria fue desde entonces vinculada con la mujer, en virtud de la creencia de que su origen estaba en el útero. Esto lo afirma la etimología de esta palabra (del griego hustera, útero), elegida para designar una dolencia cuyos síntomas –sofocación, convulsiones e irritabilidad del carácter, entre otros– fueron tratados desde antiguo aplicando masajes manuales en la zona genital, a modo de “toque liberador”. Ya en el siglo XIX, la utilización terapéutica de vibradores eléctricos hizo la diferencia. Amplía Tritek: “La autora se basó en lo que descubrió un médico norteamericano, el Dr. Givings, inventor de un aparato que pesaba 60 kilos, compuesto de un eje, una pesada batería y extremos vibratorios, con el cual hacía que sus pacientes llegaran al orgasmo. Algo que hoy sigue siendo un misterio”.

–¿Cómo dio con esta obra?

–Me ofreció dirigirla Daniel Grinbank, quien compró los derechos. Acepté porque me gustó la idea de hacer una comedia de época con tintes poéticos. Lo que me interesa es que la obra habla del mundo del sexo desde la mirada de una mujer. Me gusta que tiene una comicidad delicada. Yo le encuentro ironías a lo Oscar Wilde o a lo Bernard Shaw. Aunque en el texto no hay ninguna grosería, es una obra que se puede hacer desde lo obvio. Nosotros la haremos desde el refinamiento.

–¿En qué momento de fines del siglo XIX transcurre la acción? Freud y Breuer dieron a conocer su Tratado sobre la histeria en 1895...

–La obra transcurre precisamente en 1890, una época en la que ese tema estaba presente en todas partes. Se desarrolla en un ambiente burgués. Entonces había muchas pasiones reprimidas, el goce estaba reprimido por la religión. La histeria provocaba en las mujeres mucha tensión y rigidez, además de problemas en la vista.

–¿Insatisfacción sexual es igual a histeria?

–No todo es sexo, hay muchas otras cosas que tienen que ver con la falta de confianza en el otro, en sí mismo, cuestiones vinculadas con la falta de educación.

–¿Cree que los cambios que hubo en la sociedad desde entonces hasta ahora han provocado variantes equivalentes en la vida sexual de las personas?

–Yo creo que la histeria dejó de ser una cuestión de las mujeres. Ahora son los hombres los histéricos. Es que los roles cambiaron tanto... Los hombres dejaron de ser los únicos emprendedores, las mujeres tienen otra sexualidad desde que se inventó la píldora, tardan en ser madres, hay parejas gay, se alquilan vientres...¡Tantos cambios!

–¿Por qué interesaría una obra sobre la represión sexual en una época de tanta exposición sexual?

–Somos una sociedad libre, pero sólo en apariencia. En los medios, en la publicidad, en todas partes se vende la carne de la mujer. Pero también la de los hombres, que aparecen como inalcanzables al deseo. En cambio, esta obra habla del amor profundo, de cómo una pareja puede llegar a un amor sagrado.

–Y eso ocurre cuando se invierten los roles y es la esposa quien intenta “tratar” al marido...

–Sí, aunque de otra forma, con palabras y caricias. Ella quiere que él se abra, que vaya a la esencia. La obra indaga sobre el mundo femenino, sobre la pareja y las formas de amar. Incluso toma en cuenta el amor gay.

–¿Qué dificultades le planteó la puesta?

–Hicimos hasta un curso de protocolo para obedecer los cánones de la época. Fue interesante aprender la importancia de la distancia entre las personas, el modo de mirar al otro, el tiempo que debía durar un apretón de manos.

–¿Por qué se hace tanto énfasis en la electricidad?

–Por la admiración que despertaba una tecnología que, según se imaginaba, iba a transformar la vida de las personas. Y fue así. El mundo cambió y lo seguirá haciendo. ¡Quién sabe qué computadoras tendremos sólo en cinco años más!

–¿Cómo es su relación con la tecnología?

–Buena, pero yo voy de a poco. Mi contacto con el libro es muy fuerte y no puedo cambiarlo por una pantalla.

Compartir: 

Twitter

Tritek estrenará el miércoles 11 en el Teatro Apolo la obra finalista del Pulitzer 2010 al Mejor Drama.
Imagen: Joaquín Salguero
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.