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Lunes, 7 de julio de 2014

TEATRO › LA GENERACIóN BEAT, REVISITADA TEATRALMENTE POR ESTUDIANTES DEL IUNA

“Es un símbolo de la irrupción juvenil”

Sergio Sabater dirige a sus alumnos en Epopeya beat, una obra que destaca el rol de la juventud en todas las épocas. Con música de los ’60 y lecturas de Kerouac, Ginsberg, Marx, Freud y Grotowski, la idea misma de la puesta implica un interesante cruce generacional.

 Por María Daniela Yaccar

Epopeya beat, con dirección de Sergio Sabater, homenajea a los jóvenes de los ’60, con música de la época y lecturas de Kerouac, Ginsberg, Marx, Freud y Grotowski, que se integran a una historia. El elenco de la obra lo componen sus alumnos de Actuación, que cursan cuarto año en el IUNA. Se trata de un musical no tradicional –hay, también, música en vivo– que recorre distintos aspectos de la generación beat y destaca el rol de la juventud en esa y en todas las épocas. “Lo interesante fue el cruce de generaciones, que es muy particular del teatro universitario. Los profesores somos viejos, yo soy un sobreviviente de aquellas décadas, así que se da un cruce fértil y atractivo”, sostiene Sergio Sabater, director y profesor.

En Epopeya beat, seleccionada para participar del Festival de Teatro Universitario de Blumenau, actúan Nicolás Acosta, Florencia Araya, Paulo Avello González, María de la Paz Camaño, Valentina Carrasco, Clara Carreira, Julián Castro, José Ignacio Del Vecchio Ramos, Mercedes Gorziglia, Mercedes Hazaña, Esteban Real, Pablo Reyes, Juan Manuel Rubio, Marilyn Santamaría y Romina Triunfo. La dramaturgia es de Ana Rodríguez Arana. Queda una función, el próximo sábado a las 20, en El Teatrito del IUNA, Aráoz 2882.

“El espectáculo nos sorprendió, se fue armando. Fue interesante la experimentación con el vestuario. No hay escenografía casi, entonces el vestuario es muy importante porque tiene una función narrativa. Probaron muchas opciones. Fueron apareciendo distintas figuras un poco arquetípicas, a través de esas pruebas. No son personajes: la noción de personaje está un poco corrida”, dice Sabater. “Las canciones también tienen un elemento narrativo, cada escena es el resultado de la escenificación de una canción”, agrega.

–¿Cómo surgió la idea de hablar de la generación beat?

–Es difícil encontrar el origen, surgió de un intercambio entre los alumnos y la cátedra. Los jóvenes me plantean una lógica del trabajo que no es inmediatamente la mía, y yo les planteo una mirada de lo teatral que no necesariamente tiene que ver con este tiempo. Este encuentro se vuelve muy interesante. Este es un teatro muy físico, no porque no despliegue contenidos espirituales o temáticos, pero el sello es corporal, coreográfico. Es el acontecimiento de esos cuerpos jóvenes, dispuestos a la entrega, sobre todo cuando empiezan a confiar, a encontrar resonancias personales de eso que está ocurriendo en el trabajo.

–Seguramente, usted y sus alumnos tenían distintas maneras de pensar a la generación beat, ¿no?

–La mirada de ellos tiene que ver con la condición actual de ser jóvenes. La pregunta de ellos es qué pasa hoy con ser joven, cómo se es joven hoy. El espectáculo actualiza la pregunta, no es evocativo solamente. Esa generación dejó una especie de agenda perpetua para los jóvenes. Entró en el plano de la historia, construyó una cultura contracultural, dijo cosas que nuestros padres no pudieron decir o no supieron cómo decir: por eso, esa generación quedó como símbolo de la irrupción juvenil. Los padres de los actores son esos jóvenes que están en escena: para la gente que hoy tiene más de cincuenta, la mirada está ligada a una nostalgia, en general ese público se conmueve mucho. El espectáculo atraviesa distintos públicos: el joven encuentra su lógica de lectura, su identificación, y el público más grande, otra cosa.

–El espectáculo alude a la generación beat en particular, pero a la juventud en general. Y la plantea como la dueña de los sueños. ¿Pensaron en los desaparecidos, o en Darío y Maxi, para las escenas más violentas?

–Sí. En un momento leemos a Kenneth Rexroth, maestro espiritual de la generación beat. Hay un poema muy largo que se llama “No matarás”, que escribe cuando muere Dylan Thomas. Por un lado está el sueño, pero por el otro está el acallar ese sueño, la violencia. En la obra está la idea de que estas sociedades planetarias son un poco filicidas. Terminan matando a sus hijos y jóvenes, está muy presente nuestra historia reciente y no tanto. En Maxi y Darío está la reaparición de la violencia ejercida contra los jóvenes, como elemento cultural, civilizatorio. ¿Por qué nuestras sociedades del consumo, del derroche, híper tecnológicas, terminan matando a sus jóvenes? Es un poco una pregunta y si se quiere una protesta contra esa especie de karma civilizatorio.

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Sabater propone un musical no tradicional. Habrá sólo una función más, en el Teatrito del IUNA.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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