Sábado, 20 de septiembre de 2014 | Hoy
TEATRO › MARTHA GARAVANO Y SU PUESTA DE MARIANA PINEDA, DE LORCA
La directora, que ya había estrenado Bodas de sangre, buscó una obra menos representada del granadino. En ésta, la protagonista es una mujer valiente y apasionada, que lucha hasta la muerte por el hombre que ama y por la libertad.
Por Paula Sabatés
Luego de algunos años de investigación, durante los cuales estrenó y reestrenó Bodas de sangre, Martha Garavano empezó a pensar que el universo de Federico García Lorca tenía que ser más amplio que aquel estrecho y asfixiante en el cual se encuentran atrapados sus más célebres personajes femeninos, tales como Yerma, Bernarda Alba y Doña Rosita. Así dio con Mariana Pineda, obra que el autor escribió sobre la lucha entre españoles liberales y absolutistas durante el reinado de Fernando VII. En contraposición a las obras más representadas del poeta granadino, que presentan a mujeres reprimidas y sin derecho a vivir sus emociones, ésta propone a una valiente y apasionada, que decide luchar hasta la muerte por el hombre que ama y por la libertad. Con ánimos de mostrarle al público porteño ese otro costado del escritor, entonces, la directora montó Mariana Pineda. Al aire la libertad, una adaptación suya del clásico, que está en su segunda temporada en El Tinglado Teatro (Mario Bravo 948), los sábados, a las 17.
La obra de Lorca está basada en la vida real de Mariana Pineda Muñoz, heroína española de la causa liberal que fue condenada a muerte y ejecutada por supuesta posesión, en su casa, de una bandera con las palabras “Libertad, Igualdad y Ley”, mensaje que atentaba contra “el orden y el monarca”. Su figura suscitó varios homenajes y obras literarias, pero fue la de Lorca la que hizo más hincapié en la historia de amor detrás del conflicto político. La suya se centra en su amor hacia Pedro de Sotomayor, cabecilla del movimiento revolucionario, y en cómo por él la protagonista se mueve y acciona. Así, a Pineda se la muestra como una mártir de la libertad, pero a su vez como una víctima de su pobre corazón enamorado.
En la versión de Garavano, que respeta la época que describió Lorca y está situada alrededor de 1830, la actriz que interpreta a Pineda es una española, Marta Villar. Además de ese guiño, en escena hay música flamenca ejecutada en vivo por un guitarrista y un cantaor, que están acompañados por una bailaora. “Para mí, Lorca es Andalucía, es Granada. Es el flamenco, el vestido y los zapatos negros”, dice a Páginal12 la directora, que además es bailarina de esa danza. Completan el elenco de su puesta minimalista los actores Alejandro Guaglianone, Juan Carlos Benz, Miguel E. Finkielsztein, Julia Gana, Mirta García y Lidia Blanco.
–Lorca declaró que el éxito de esta obra “no es ni debe ser político, pues es una obra de arte puro”. ¿Coincide?
–Sí, por supuesto. Claro que Mariana tiene un costado político, pero lo que resalta de la obra es otra cosa: la bandera del amor y la pasión. Ella dio todo, hasta la vida, por el hombre que amaba. Así que en mi adaptación resalté eso. Respeté la parte política, no la saqué, pero reduje personajes y me preocupé por acentuar lo más poético que tiene la obra. Por eso también puse al guitarrista, al cantaor y a la bailaora. Me interesó más destacar ese costado.
–¿Buscó especialmente a una actriz española o se dio de casualidad?
–Fue el destino. Estaba buscando actriz, y sabía más o menos lo que quería para mi Mariana. La pensaba con ese cuello largo, el pelo rojizo. Probé a un par de actrices, pero ninguna me cerraba mucho, hasta que otro de los actores me dijo que conocía a una actriz española que podía ir para el papel. Al principio dudé. Pensé que iba a quedar mal el contraste de acentos. Pero acepté conocerla y le tomé una prueba en mi casa. Cuando empezó a leer uno de los parlamentos que le di, me empezó a correr frío por el cuerpo. Enseguida pensé: “Esta es mi Marianita”. A partir de ahí, empezamos a trabajar para bajar un poco las eses y el acento. Obviamente, no desaparece del todo, pero hoy no desentona con el resto del elenco. Además, Marta tiene la fuerza de España, y a eso no hay vuelta que darle.
–En los últimos años, las obras de Lorca son de las más representadas en Buenos Aires, junto con las de William Shakespeare. Sin embargo, mientras las puestas que toman a este último lo “modernizan”, la mayoría de los directores que suelen hacer Lorca mantienen la época y estética del autor. ¿Por qué cree que pasa eso, más allá de que Lorca es mucho más actual que Shakespeare?
–Puedo decir lo que me pasa a mí. He visto algunos directores, muy pocos, que han modernizado a Lorca y casi siempre esos trabajos fueron un mamarracho. Yo no tengo ganas de hacer algo así. Para mí, Lorca es Andalucía, es Granada. Es el flamenco, el vestido y los zapatos negros. He estado en los lugares donde transcurren sus obras y pienso que no podés apartarte de la música, de la guitarra que suena. Es toda una estética la que encierra Lorca, y modernizarlo sería perder un poco esa esencia. A lo mejor soy cabeza dura y cerrada, pero Lorca para mí es eso.
–Más allá de esta obra, usted ya tiene un largo recorrido por la obra del autor...
–Sí. Empecé a estudiar dirección teatral en el 2006 y por circunstancias de la vida empecé dirigiendo escenas de Bodas de sangre. Mi profesor de aquel entonces me dijo que yo estaba hecha para hacer eso, así que un tiempo después la montamos completa con mucho éxito. Luego hice Lorca, poemas con música, un espectáculo que incluía poemas de El romancero gitano y del Cante jondo, también acompañados por música y baile flamenco en vivo. Antes había hecho como actriz La casa de Bernarda Alba. Y ahora vino Mariana Pineda. Espero en algún momento poder soltarlo a Lorca.
–Matar al padre...
–Ay, sí, qué terrible... Me fascina Lorca desde los 20 años. Es una pasión: te gusta o no te gusta, y se acabó. Cuando hay un autor que te provoca, no hay nada que hacer. Me va a costar despegarme.
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