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Martes, 28 de junio de 2016

TEATRO › MURIEL SANTA ANA Y EL ANDADOR, DE NORBERTO AROLDI

Al rescate de una obra poco transitada

La actriz retoma un personaje que sólo pudo verse en los 60 en
Mar del Plata, con Tita Merello y Ernesto Bianco. “Nos hicimos
cargo de un lenguaje y una poética del pasado”, dice Santa Ana.

 Por Cecilia Hopkins

Más allá de haber logrado popularidad a través de los personajes de Grace en Lalola y de Lucía en Ciega a citas, Muriel Santa Ana señala que su participación en La casa de Bernarda Alba, de García Lorca, marcó un antes y un después en su carrera. Debe haber influido también que la puesta de Vivi Tellas haya sido estrenada en el San Martín, “un teatro que está en el corazón de mi corazón”, como Santa Ana dice parafraseando a Hamlet, dado que aquella fue la primera vez que como actriz subió al escenario de la sala Martín Coronado. Un espacio que conocía desde mucho tiempo atrás, acompañando a su padre, el recordado Walter Santa Ana. Es por este motivo que el estreno de El andador, obra de Norberto Aroldi que subió a escena en el Teatro de la Ribera (Avenida Pedro de Mendoza 1821), tiene tanto significado para la actriz. Pero además del entusiasmo que le despierta actuar en una sala del Complejo Teatral de Buenos Aires, se suma otro hecho: la obra marca la reapertura de este teatro del barrio de La Boca, luego de casi dos años de inactividad. Agustín Rittano es su compañero de rubro, bajo la dirección de Andrés Bazzalo.

“Me formé admirando a actrices como Graciela Araujo y Alicia Berdaxagar, entre tantas otras. Esto fue importante porque la formación de un actor también se hace viendo a otros”, destaca Santa Ana. La actriz fue compañera de elenco de su padre en dos oportunidades (Aquellos gauchos judíos y La ópera de tres centavos) tiempo después de haber recorrido varias ciudades del país con un espectáculo que hacían juntos, Por palabras de Borges. Haber sido dirigida por el español Calixto Bieito en La vida es sueño también es otra de sus experiencias teatrales más valoradas. Y por lo que cuenta la actriz acerca de los roles y los directores que aportan enfoques diferentes, cuando Luciano Suardi la dirigió en El gran deschave, sin saberlo, Santa Ana se iba preparando para asumir el rol de Rosa en El andador: “Ahí tuve que animarme a hacer un estereotipo”, dice la actriz, “a ir a fondo en la composición de una mujer muy diferente a como soy yo”.

Estrenada solamente en Mar del Plata por Tita Merello y Ernesto Bianco, El andador llegó poco después al cine con la misma Merello y Jorge Salcedo, bajo la dirección de Enrique Carreras. La obra aborda la relación entre un hombre y una mujer que viven juntos desde hace años sin animarse a conformar una familia. Timbero, amante de los negocios oscuros y la vida fácil, a Julián no le cae bien la decisión de Rosa de seguir adelante con su embarazo. La obra gira alrededor de la necesidad de cambio que la mujer exige al hombre para enfrentar una vida en común. A pesar de lo que cuenta la pieza, se trata de una comedia. La puesta de Bazzalo cuenta con proyecciones en escena que ubican al espectador en la Buenos Aires de los años ‘60, con los íconos de la vida popular de entonces del país y el exterior. La música es de Rony Keselman, pero las letras de los tangos son del propio Aroldi.

– ¿Cómo encararon un proyecto como éste?

– Nos hicimos cargo de un lenguaje y una poética del pasado. Tan alejado de nosotros que nos divirtió hacerlo. Estoy motivada por lo que esta obra me propone para actuar. A veces hay obras que son excusas para opinar desde la actuación.

–La obra está llena de comentarios y reflexiones de corte machista…

–Es cierto que en lo ideológico la cosa se complica (risas). La obra es admonitoria, baja línea sobre unas cuestiones que hoy suenan amplificadas por el Ni Una Menos. Pero en este sentido, acá no hay carga de agresividad: el personaje del hombre es más quejoso que maltratador. Y finalmente le pide a Rosa que lo ayude a sacar de sí al hombre que nunca se animó a ser.

–¿Cómo es su personaje?

–Rosa es abnegada, sometida, le pide a su pareja que por favor le deje tener a su hijo. Es una mujer muy machista. Pero también es interesante reconocernos como herederas de esa forma de ser. Como si fuera un recordatorio: de acá salimos.

–Como en El gran deschave, ¿hace un estereotipo?

–Sí, pero un estereotipo vital, con mucha carnadura.

–¿Ayuda el registro de comedia?

–Sí, Bazzalo nos fue llevando hacia el humor, que tiene el efecto de alivianarlo todo. Pero también es importante cómo se dicen los textos. En este sentido, es un desafío muy grande hacer un personaje al cual uno no admira.

* El andador, Teatro de la Ribera (Avenida Pedro de Mendoza 1821), viernes, sábados y domingos a las 15 hs.

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Con El andador se reabrió el Teatro de la Ribera.
 
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