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Jueves, 6 de marzo de 2008

TEATRO › CECILIA PROPATO Y LA OBRA “LA 45 –NO VOY A LLORAR, DE ESO YA ME CANSé–”

Violencia en clave tragicómica

A través de una puesta original y lúcida, la directora y dramaturga aborda un tópico poco transitado: el mundo policial femenino. Apelando al humor, Propato propone una reflexión sobre los oficios y las personas.

 Por Carolina Prieto

“Te vendría bien un Mauser, una 45”, le dice una mujer policía a otra mientras vigilan la entrada de un banco. Pero la sugerencia no apunta a un operativo policial sino que tiene un fin doméstico: terminar con un marido golpeador. Esta escena, graciosa y trágica a la vez, forma parte de La 45 –no voy a llorar, de eso ya me cansé–, obra de la joven dramaturga y directora Cecilia Propato que concentra varios hallazgos. Es que el teatro local no suele meterse con el mundo policial, menos con agentes femeninos; y la autora lo hace sin una gota de solemnidad, con agudeza, emoción y mediante una combinación de humor y tragedia que roza el melodrama y recubre a los personajes de humanidad. Los diálogos resultan por momentos muy divertidos, y el buen ritmo se sostiene aún más con otros dos recursos: ciertas escenas coreografiadas con los tres personajes (el tercero es un hombre travestido de monja que observa a cierta distancia) bailando al ritmo de Queen y de la española Bebe, y una intertextualidad con Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams. Esta rareza, que se presenta los jueves a las 21 en el Teatro del Nudo, plantea además un tierno romance entre las protagonistas, casi como un refugio y una salvación frente a la violencia que sufre una de ellas.

Para Propato, docente de dramaturgia, investigadora y autora de piezas como Pieza Veintisiete, Romancito y En lo de Chou, abordar estos tópicos no fue premeditado. ¿El origen? La imagen de dos mujeres policías y una monja; y cierta reflexión personal sobre los oficios y las personas. “Más allá de la necesidad de una salida laboral, no siempre hay una relación o un sentido claro entre lo que una persona hace y lo que verdaderamente es. Las policías que uno se cruza en la calle, por ejemplo, deben ser tipas como cualquier otra, que quieren ir a la peluquería o hacer un curso de algo. Llevan armas y están inmersas en un mundo violento, pero tal vez sus deseos van por otro lado”, opina la autora. En efecto, el personaje de Grace (un muy buen trabajo de Laura Rojas) dista mucho del modelo de la mujer policía. “Me gusta llevar el arma porque me da un marco a la cadera”, comenta en un momento del espectáculo esta chica encantadoramente torpe, de reflejos lentos, y seductora con sus kilitos de más. Por el contrario, Rebecca encaja en el molde: firme, decidida, pero capaz de contener a su compañera. Cada una deja asomar su mundo privado, mientras una monja las vigila en medio de una puesta hiperrealista. Esto sucede cuando el trío se embarca en coreografías que acentúan el humor y el ridículo. “Cuando bailan se abre otro plano, aunque se cuelan algunas puntas del vínculo entre ellos –señala la directora–. Se unen dos mundos muy distintos, el religioso y el policial, una mixtura bien kitsch.” Cuando la música se detiene, los diálogos entre las protagonistas suelen regresar trastocados. Es que Grace, si bien no puede decidir nada en su vida, se atreve a probar con un curso de teatro. Es tal la identificación con el personaje de Stella (la esposa maltratada de la obra de Williams), que esa ficción se cruza con su realidad. “En boca de las dos asoman los personajes de Un tranvía... Grace confunde a Kovalsky con su marido, Chiquito, y su ceguera impulsa la tragedia final”, advierte Propato.

Tras las funciones porteñas, la obra se presentará el 19 y 20 de abril en la sala Melpómene de Rosario, luego en Tandil, y en noviembre viajará a Barcelona, donde acaba de estrenarse otra pieza de Propato. Se trata de Sólo hace falta dos, veladas con erotismo. “Me la encargó Verónica Pallini, un actriz argentina radicada allá. Es la primera vez que un texto mío sale del país”, cuenta entusiasmada. Volviendo a la obra porteña, Cecilia señala: “Sigue habiendo mucha violencia hacia la mujer y muchas veces toma distintas formas, más o menos veladas, como en algunos programas de TV en los que las chicas aparecen totalmente subestimadas. La 45 no tiene una finalidad pedagógica, pero puede ayudar a hablar”.

- La 45 –no voy a llorar, de eso ya me cansé–. En el Teatro del Nudo (Corrientes 1551), los jueves a las 21, entradas a $ 20.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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