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Viernes, 26 de julio de 2013

CHICOS › DOS ESPECTACULOS IMPERDIBLES EN TECNOPOLIS

La historia es divertirse

 Por Karina Micheletto

El gigantesco predio de Tecnópolis ofrece uno de los paseos de vacaciones más convocantes, múltiple en su oferta, de gran calidad y gratuito. Entre las tantísimas actividades y propuestas que siguen todo el año (quien haya ido sabe que un día no alcanza para recorrerlo entero), hay dos que anuncian su final este domingo, porque fueron montadas, en principio, sólo por vacaciones. La sección “Chicos” avisa: quedan sólo tres días para ver El asombroso musical de Zamba con San Martín y el espectáculo especial que montó El Choque Urbano con la Fanfarria del Regimiento de Granaderos a Caballo. Dos invitaciones de gran despliegue que pueden encontrarse en el nuevo Microestadio Tecnópolis, un espacio con capacidad para 4 mil personas, allí en Av. General Paz casi Constituyentes (Villa Martelli).

La primera invitación tiene un despliegue que, como su título anuncia, asombra, y que para los ya bien ganados fans que tiene la serie de Pakapaka (de allí surge esta puesta, creada y realizada por el canal infantil y el Ministerio de Educación de la Nación) es algo así como tocar el cielo con las manos. Están Zamba (el niño formoseño que viaja en el tiempo y descubre la historia argentina), Niña (una nena de la época colonial), San Martín (el héroe de esta historia), Remedios (de Escalada), el Capitán Realista (el villano que se ríe como tal: muajajaá!), pero ahora vueltos muñecotes gigantes, que cantan, bailan, protagonizan batallas, victorias y derrotas. Y está O’Higgins, y está Bolívar, un héroe caribeño y rock star –su aérea aparición es uno de los grandes momentos del musical–. Y hay batallas en vivo, explosiones, rayos, la nieve del cruce de los Andes ¡que cae sobre el público!

Y más de 40 actores en escena, 20 cuadros musicales, 20 muñecos y 50 máscaras, proyecciones gigantes, 3 carros deslizables con pantallas, estructuras con caballos móviles, 100 vestuarios de época, enormes dragones, 15 coreografías, 8 grupos de títeres planos, música original interpretada por Soledad Pastorutti o Kevin Johansen, y una puesta de luces y sonido a todo trapo. Y, mientras todo esto ocurre, ocurre también que lo que se narra es la historia de San Martín y su “aventura” de liberar América del Sur, y así van pasando la batalla de San Lorenzo (con la marcha cantada por La Mosca), el cruce de los Andes, las batallas de Chacabuco, la derrota de Cancha Rayada, el triunfo de Maipú, el encuentro con Bolívar (resuelto con mucho humor, con dos próceres rivalizando por quién lo es más).

Esta primera puesta se ofrece a las 15, y hay tiempo para que los actores se acerquen al final del musical a saludar a la entusiasta multitud, y sacarse fotos con todos. Luego, a las 17, es el turno de El Choque Urbano y la Fanfarria del Regimiento de Granaderos a Caballo. Una dupla que a priori podría parecer disonante, si no fuera porque ya se vio y se escuchó su eficacia en Plaza de Mayo. Este “cruce de estilos”, un diálogo en escena entre distintos tipos de orquestas, instala el ritmo y despliega también todo un show performático. Y hace sonar, también, una particular versión del Himno Nacional que, en el final, termina por conmover.

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