Tarantelas, canciones en francés, candombe, reggae, vals, cuarteto, y hasta un tema que navega entre la confusión de todos los ritmos (“No se vaya a confundir”). Una gran cantidad de músicos talentosos en escena, e invitados como Lidia Borda y Bárbara Togander. Las canciones de Pepe Iglesias (sí, aquel “Zorro” de años ha). Y, por si fuera poco, la Tana Luisa Di Paolo, el desopilante personaje que crea y canta Karina Antonelli. Ella junto a Osvaldo Belmonte en piano y arreglos –también cantando– son Lalá, y todo esto es lo que trae su flamante CD, Muevequetemueve. Lo presentan hoy y mañana a las 16 en el teatro Caras y Caretas (Sarmiento 2037), en lo que será una oportunidad para compartir música pensada para todos: para los chicos especialmente, porque está atravesada por el juego, pero también para los grandes, que se divierten junto a ellos.

Quique Condomí en violín, Néstor Tomassini en clarinete, Roberto Seitz en bajo y contrabajo, Diego Alejandro en batería y percusión y Hernán Reinaudo en guitarras son El Toque Toque, la banda que suena con Lalá. A ellos se sumaron para este tercer disco del grupo una gran cantidad de cuerdas y un bandoneón (que toca Nicolás Enrich). Y así ciertas canciones sorprenden con el despliegue de una orquesta. Aquí conviven lo clásico y lo popular, pero la marca es la de la calidad. Y es que, superando algún prejuicio que pesó sobre la música infantil algunos años atrás, como muchos músicos de la actualidad, Lalá y El Toque Toque parten de la premisa de que hacer música para chicos es, ante todo, hacer música.

Claro que el juego es un ingrediente importante de la propuesta, y Antonelli pone en escena sus recursos de cantante y actriz. Las canciones tienen muchos juegos rítmicos y de palabras; son muy diversas y recorren muy distintos ritmos y regiones, así que son muchos los personajes que las habitan. Pero el que se ha vuelto más popular es la Tana Luisa, cada tanto en disputa con la orquesta, que se le revira con la tarantela. Hay otro personaje que ya es marca de Lalá: Pepe Iglesias, “El Zorro”. Porque ellos retoman aquellas viejas, viejísimas canciones de este comediante, y las versionan a su modo. Y así “Esmeralda, rascame la espalda” vuelve a encantar a niños, a padres, ¡y a abuelos!

“Es un disco que sorprende porque no hay una lógica, quizás en el disco anterior había un concepto más homogéneo, con orquestaciones y arreglos determinados. Este no. ¡Es cualquier cosa!”, se ríe Antonelli en diálogo con Página/12, y enseguida retoma la línea para explicar: “Te encontrás una gran diversidad y es muy popular. El primer tema, por ejemplo, es una versión de “El barco y el barquito”, de Pepe Iglesias, que acá parece un cuartetazo, a lo Pocho la Pantera. Pero vas avanzando en el disco y te encontrás con un mundo de cuerdas, que te lleva a la música clásica. Y después te vas al Uruguay, con sus tambores. Y después una canción bien romántica, a lo Ornella Vanoni, que hace la Tana. Todo eso es Lalá”, define.

El Muevequetemueve como nombre del disco, además de formar parte de uno de los momentos de juego rítmico del disco, es toda una declaración: “Habla de la necesidad de movernos, de no quedarnos quietos, en estos momentos que vivimos. Habla mucho de la realidad y de que tenemos que seguir adelante, buscando lo nuestro. Un poco remite a lo que nos pasa como país, una búsqueda de lo que queremos, y de lo que ya no queremos, de pasar a la adultez”, explican Antonelli y Belmonte, autores de la mayoría de los temas.

–¿Lo pensaron así, también desde el país?

Karina Antonelli: –Evidentemente, uno está inmerso en una realidad, y un disco refleja lo que pasa a tu alrededor, es inevitable. Consciente o inconscientemente, todo lo que vivés te aflora en lo que hacés, como artista.

–¿Aunque se estén dirigiendo a los niños, o sobre todo por eso?

Osvaldo Belmonte: –Nosotros hacemos música. Es para niños, prioritariamente, pero es música. Yo no pienso las orquestaciones de una manera diferente a cuando trabajo en otros proyectos. Los pienso para que salgan lo mejor posible. Del mismo modo trabaja Karina con las letras.

K.A.: –Por ejemplo, el “Candombe sube” es un tema que habla sobre mí, de mi historia familiar, porque vengo de Uruguay, pero habla también de lo que pasa en Europa, donde la gente se va de sus casas y no hay lugar para ellos, son expulsados de todos lados. El estribillo de ese candombe habla de que Latinoamérica siempre fue un continente abierto, y dice eso: “Sube, suban, entren, nadie quede afuera, no queremos muros, es nuestra la tierra”. Se me filtra lo que veo en las noticias, la realidad. Y a los chicos también, porque viven en una familia, en un país; saben todo lo que pasa por la tele, por la escuela.

–También rompe con la idea de que hay sólo ciertos temas para tratar con los chicos.

K.A.: –Me parece que es al revés, hay un montón de cosas que los chicos quieren que trates con ellos, ellos también necesitan poner en palabras. Yo perdí una hermana y hay un tema que le hice a ella, que habla de la ausencia. Es algo que yo viví en la niñez, y los niños pueden perder mascotas, abuelos, familiares, amigos, a ellos también les pasan cosas dolorosas. Ahí también está la ausencia como país, las Madres, las Abuelas. Se llama “Peces en el aire” y tiene que ver con eso, con querer volver a ver, necesitar la presencia.

O. B.: –“Vals de cuando” habla de poner el cuerpo en movimiento, como el “Muevequetemueve”, pero también de escuchar y respetar tu cuerpo. Eso es algo que nos interesa decirles a los chicos, pero también a nosotros, los adultos. No hay temas para unos y para otros. Lo mismo con las canciones de Pepe Iglesias, que son clásicos que conocen los adultos, pero que disfrutan todos. Ya las venimos tomando desde el disco anterior, y es como una marca, un lugar nuestro de exploración que creo tiene mucho del ritmo que le da Karina en el escenario a las canciones, donde permanentemente está el humor, y algunos juegos. Y juegan todos por igual.

K. A.: –Eso es lo que queremos con Lalá y El Toque Toque: música para todos, por igual.

Hoy, a las 15, Cuatro Vientos hace Un concierto inolvidable en La Usina del Arte, Caffarena 1. Las entradas, gratuitas, se retiran dos horas antes en el lugar.