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Sábado, 24 de enero de 2009

DANZA › SE REESTRENA GROTESCA PASION TRASNOCHADA

Milonga y comedia humana

La obra de Silvana Grill, que lleva música en vivo del Quinteto de Ramiro Gallo, muestra el universo milonguero como una suerte de réplica en miniatura de la vida. Se trata, por momentos, de una mirada impiadosa, pero sustentada en una exquisita musicalidad.

 Por Carlos Bevilacqua

Grotesca Pasión Trasnochada se verá hoy y los próximos cinco sábados en La Trastienda.

Bien se dice que una milonga reproduce en escala todas las bellezas y miserias de la humanidad. Allí donde cada noche la gente se reúne a bailar tango, se pone en juego el simple deseo de esparcimiento pero también las estrategias de seducción, las dificultades de toda convivencia y la vanidad más absurda, entre las mil y una caras que nos definen. Ese mundo atemporal, marginal en tanto minoritario y para muchos misterioso, es retratado con sutiles caricaturas bailadas en Grotesca Pasión Trasnochada, el espectáculo de Silvana Grill que se reestrenará hoy a las 23 en La Trastienda (Balcarce 460), con otras funciones los siguientes cinco sábados. Con algunos retoques respecto de la original, esta versión volverá a presentar a tres dúctiles parejas de bailarines como protagonistas de una trama musicalizada en vivo por el Quinteto del violinista Ramiro Gallo. Competencias casi deportivas entre los caballeros, celos enfermizos entre las damas, novios que se pierden debajo de las polleras y parejas que duran lo que un suspiro son algunas de las peripecias que interpretan Paula Gurini, Mariano Bielak, Juan Fosatti, Gimena Aramburu, Roberto Castillo y Julieta Biscione, siguiendo coreografías tan originales como audaces dentro de un lenguaje reconociblemente tanguero.

Puestos a reflexionar sobre la obra, Grill y Gallo coinciden en que, más que satírico, el tono es realista. “Lo que se ve sobre el escenario es lo que pasa en las milongas. Cuando vas por primera vez a una milonga, todo te resulta tan grotesco que no sabés si te están haciendo una gran joda o si eso efectivamente pasa todas las noches. Todo es diferente, empezando por la forma de vestir”, enfatiza ella. “Cada vez que tuve que tocar en una milonga fue como entrar en un zoológico”, suscribe él, impiadoso. Sin embargo, la fauna milonguera es la que más disfruta de algunos gags, descontando los pocos moralistas que al promediar las acciones se molestan ante un desnudo tan sutil que está a años luz de la pornografía. “Pienso que todo lo demás es mucho más provocativo –opina Grill–. De hecho, ahí de alguna manera se demuestra que la posibilidad de desnudarse no tiene nada que ver con esa histeria muy de la milonga, que se suele interpretar como previa a una relación íntima. El tango es el ámbito donde más se franelea y menos se concreta.” “Entonces estamos en el lugar equivocado”, lamenta Gallo consiguiendo un inmediato consenso. Con todo, las grotescas pasiones trasnochadas lograron conmover a espectadores no milongueros en dos temporadas porteñas y en otras tantas giras por el exterior desde la primera función, en febrero de 2006. Así lo explica Silvana: “Pega en todos lados porque alude a situaciones cotidianas que son universales”.

Del cúmulo de temáticas que plantea la obra, Grill destaca cierta dualidad que se da en las grandes ciudades entre estar con todos y simultáneamente estar solo. En los episodios, dice, se rescata especialmente el valor de conectarse bien con alguno de esos todos. Gallo, quien tocó y arregló durante varios años para la orquesta El Arranque, apunta a una cuestión más relacionada con las formas: “Tanto ella como yo concebimos el tango como algo más romántico que temperamental, lejos del estereotipo imperante, según el cual conviene que el artista esté todo el tiempo ardiendo de pasión mientras lo interpreta”. Al respecto, cuenta Grill: “Tuvimos que trabajar bastante con los bailarines para bajar dos cambios respecto de la energía habitual”.

Durante los dos años que insumió la elaboración de las coreografías, todos los bailarines fueron haciendo aportes a la idea eje de Grill. Una de las particularidades de la puesta son dos espacios escénicos anexos a los laterales que en La Trastienda estarán separados del escenario. “Son camarines a la vista, donde los bailarines se retocan el maquillaje o se cambian por necesidades reales. Lo que pasaba ahí nos pareció atractivo y decidimos incluirlo”, explica Silvana, quien bautizó a su compañía con el sugerente nombre de “No bailarás”.

Las piezas musicales de la obra, casi todas ya grabadas por Gallo con su quinteto, generan una atmósfera como de película romántica. “Al tocar temas propios, uno sale a defender el repertorio con mucho más entusiasmo que cuando tocás ‘Libertango’ por enésima vez”, subraya Ramiro. Grill seleccionó los tangos y valses “que iban detonando ideas afines”, pero aclara que el baile se adaptó a la música en una política que, seguida con sensibilidad e ingenio, redundó en una exquisita musicalidad. “Uno de los halagos que más recibimos es: ‘Parece que la música hubiese sido hecha a medida’.” La opción por la interpretación en vivo de la música estuvo motivada en la frescura que implica no sólo ante las sutiles diferencias que median entre una función y otra, sino también por la energía que transmite ver a los músicos generando ese sustento sin el cual la danza perdería casi toda gracia.

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