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Miércoles, 13 de febrero de 2008

DANZA › BATEA

El regreso de Bauhaus

Todo el mundo habla del posible regreso de Led Zeppelin, pero este año habrá un regreso que, aunque posee un peso específico infinitamente inferior al de la banda de Page y Plant, será recibido con entusiasmo por la patria dark. Es que Bauhaus había vuelto a la vida para una gira de reunión a fines de los ’90, pero ese retorno no había llegado a plasmarse en los estudios: el grupo del cantante Peter Murphy, el guitarrista y cantante Daniel Ash, el baterista Kevin Haskins y el bajista David J disfrutó aquellos shows, editó el disco en vivo Gotham, pero no hubo la “chispa creativa” necesaria para volver a meterse en estudios. Así, los fans debieron conformarse con volver a la discografía original, piratas oficiales como Press the Eject and Give me the Tape o la soberbia recopilación en dos volúmenes Bauhaus 1979-1983. Pues bien, a veinticinco años de su despedida discográfica con Burning from the Inside, Bauhaus vuelve al ruedo con Go away White, disco que verá la luz el 4 de marzo en todo el mundo, y cuya edición local –teniendo en cuenta que se edita de forma independiente– es toda una incógnita. Grabado en apenas veinte días en California, lo curioso de este nuevo encuentro de los cuatro músicos es que parecen haberse mantenido en una cámara de criogenización, para salir y darle forma a un disco tan potente y convincente como The Sky’s Gone out (1982), In the Flat Field (1980) o el mismo Burning from the Inside. Desde el crudísimo “Too Much 21st. Century” que abre la colección de diez nuevas canciones, el cuarteto no parece haber perdido la virtud de inquietar y seducir con un rock oscurísimo como “Mirror Remains”, tan podrido como “Adrenalin” o “Endless Summer of the Damned”, climático como “Saved” o con cierta pincelada pop –en la medida de lo posible en Bauhaus– como en “International Bullet Proof Talent”. Lo rescatable, sobre todo, es que el regreso de los mejores vampiros del pospunk inglés no suena anacrónico, ni como una repetición de fórmulas, no se contamina de Love & Rockets o la obra solista de Murphy: suena genuinamente darkoso, sí, pero también actualizado, como un buen cachetazo a tanto seguidor de los muchachos de Northampton que se quedó en la cáscara, en la palidez, los ojos (mal) delineados, los pelos revueltos y el sobretodo negro. Desde la misma banda dejaron deslizar que ésta sí será la despedida definitiva, que no habrá más actividad de Bauhaus. Pero nunca se sabe. Sellos argentinos: a ver quién se hace cargo.

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