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Miércoles, 8 de junio de 2011

CULTURA › PRESENTACIóN DEL LIBRO RAAB/VISCONTI. LA TIERRA TIEMBLA

Homenaje y rescate político

En 1976, el periodista Enrique Raab quería proyectar el clásico de Luchino Visconti en algún reducto clandestino. Pero un grupo de tareas lo secuestró y lo hizo desaparecer. El trabajo de Máximo Eseverri rescata esa historia e incluye una nueva edición del film en DVD.

 Por Facundo García

Comenzaba 1976 y Enrique Raab quería proyectar La tierra tiembla, de Luchino Visconti, en algún reducto clandestino. La tragedia se lo impidió: en abril de ese año, un grupo de tareas lo secuestró y lo hizo desaparecer. Pero borrar la huella de uno de los periodistas más brillantes que dio el país no iba a ser tan sencillo. A modo de homenaje y de rescate político, esta semana pudo concretarse aquel acto que el terrorismo de Estado suprimió. Fue precisamente en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ubicado en la ex ESMA, donde se supone que el militante del PRT fue torturado y asesinado. Allí, además de pasar la película, se presentó un libro que lleva el mismo título y recupera opiniones de varios críticos y del propio Raab acerca de la joya cinematográfica que tanto admiró.

“Tal vez ésta sea la conmemoración que él hubiera preferido –evocó Eduardo Jozami, director del Conti–. Me resulta interesante pensarlo así porque estamos aprendiendo a recordar a los desaparecidos no sólo globalmente, sino con las particularidades que tenía cada uno.” “En el caso de Enrique, conocerlo mejor nos sirve para romper con ese estereotipo que retrata a los integrantes de las organizaciones armadas como gente sectaria o cerrada. El se mantuvo en sintonía con el pueblo sabiendo que eso no iba en contradicción con su prosa exquisita ni con su amor por el buen cine”, añadió.

La proyección que soñaba Raab pretendía reivindicar una película también inconclusa, puesto que Visconti aspiró a que La tierra tiembla diera pie a una trilogía que al final nunca se rodó. Como sea, el largometraje –segundo en la filmografía del milanés– se convirtió en un clásico del neorrealismo. Transcurre en Aci Trezza, a orillas del Mar Jónico, ahí donde la Europa meridional todavía muestra las sajaduras de la peor desigualdad. N’Toni, miembro de una familia de pescadores, toma conciencia de la explotación a la que son sometidos él y sus compañeros por parte de los revendedores de pescado. A partir de esa certeza emprenden la lucha para mejorar su calidad de vida. Al principio se ve un mensaje, casi un manifiesto. “Todos los actores –dice la nota– fueron elegidos entre los habitantes de la localidad: pescadores, niños, jornaleros, albañiles, mayoristas de pescado. Ellos no conocen otra lengua que el siciliano para expresar sus rebeliones, dolores y esperanzas.”

Eran los días de Ladrón de bicicletas y de jóvenes que leían El ser y la nada mientras enredaban sus bocas aprendiendo a pronunciar los apellidos de Trotsky o de Gramsci. Llegó la Revolución China y más adelante los barbudos cubanos. En Argentina crecían las organizaciones de izquierda. Sobre ese sustrato, la cinefilia hizo germinar polémicas que se ramificaban hacia las teorías estéticas y las ideas de cambio social. Las páginas de Raab/Visconti. La tierra tiembla repasan esos debates alrededor de las exhibiciones viscontianas en el Río de la Plata, e incluyen una selección de artículos compilados por Raab en 1961, más los diálogos de la película tal como fueron publicados en su momento por el Cineclub Núcleo, una investigación inédita de Mariano Mestman (Conicet) y la traducción de los primeros apuntes del director a propósito de lo que Lino Micciché calificó como “el único gran film marxista del neorrealismo”. El pack contiene, de yapa, una nueva edición de la película en DVD. Feliz corolario para una obra que nunca se estrenó comercialmente en estos pagos y que –al ser larga como esperanza de pobre y estar hablada en dialecto siciliano– tampoco se difundió mucho en el circuito no oficial.

En efecto, la copia en 16mm que se usó en las instalaciones de la ex ESMA es una reliquia. La cedió el mismísimo Visconti. El “Conde Rojo” –apodado así en alusión a su doble condición de aristócrata y comunista– la entregó al Cineclub Núcleo en 1962, a cambio de la promesa de no hacer proyecciones comerciales. Máximo Eseverri investigó la travesía de esos rollos y seleccionó para el libro textos que ayudaran a comprender su historia. “Desafiando una burocracia kafkiana, en los ’60 se logró traer la reproducción cedida por Visconti, traducirla y exhibirla en varias ciudades –señaló frente al auditorio–. En el ’76, Raab deseó volver a difundirla, acaso porque creyó que era más necesario que nunca. No pudo.” Durante los años de plomo, las latas permanecieron bajo la cama matrimonial de otro crítico, Salvador Samaritano, y a su muerte su hijo Alejandro le dio el material a la Filmoteca Buenos Aires, que hoy está a cargo del cuidado y la conservación.

Y ésa fue la cinta que se proyectó en el Conti. El evento, por lo tanto, vino a completar un gesto interrumpido por la violencia. Una iniciativa que –a pesar de haber sido opacada por las convulsiones del contexto– transmitía un sentido político profundo. El editor de la revista Kilómetro 111, Emilio Bernini, se explayó sobre ese aspecto. “Es imposible desvincular el antifascismo y el compromiso político de Raab del aprendizaje que hizo en el cine. Porque los sujetos de esa etapa no eran ‘amantes’ de los films: eran sus ‘hijos’, y en gran medida se politizaban a través de ellos, llegando incluso a esa máxima expresión de politización de lo privado que fue la clandestinidad”, sostuvo.

La tríada cine-reflexión-militancia reclama una reparación que la ponga al servicio del presente. El esfuerzo coordinado del Centro Cultural de la Memoria y de Eudeba para publicar este primer volumen de la colección Cosmos –serie que estará dedicada al análisis crítico del séptimo arte– es un intento de reunir las piezas destrozadas de lo que fue uno de los puntos altos en la experiencia intelectual argentina.

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La presentación se hizo en el C. C. de la Memoria Haroldo Conti, donde se supone que Raab fue asesinado.
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