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Miércoles, 8 de junio de 2011

CULTURA

Textual

La mentira, forma inexperta de la fantasía, había engendrado el delirio fascista. Surgió con él una realidad objetiva, innegable, que pasó del sindicalismo dirigido a los funcionarios satisfechos, de los desfiles marciales a la guerra. Los italianos sufrieron la verdad de una paradoja: toda su realidad era una gran mentira. Los artistas tomaron conciencia de su deber: enfrentar a la fantasía delirante la imaginación auténtica; restituir la riqueza de una realidad empobrecida por el temor, oponer las pasiones legítimas de la vigilia a los horrores e ilusiones del delirio. Despertar.

(...) En La tierra tiembla (1948) el ejemplo se convirtió en documento. La interpretación realista de los hechos cede a la presencia de la realidad viva. Y la apetencia de la felicidad choca con la dureza del mundo (...) El uso expresivo y trascendente de la realidad misma significó la conquista dolorosa, la incorporación lúcida de una verdad: el desencuentro entre lo esperado y lo obtenido. Una vez poseída, la verdad admitió el desapego de la ironía.

* Fragmento de “Ilusión y realidad en la obra de Visconti”, por Roberto Rosenfeldt, incluido en Raab/Visconti. La tierra tiembla (Eudeba).

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