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Domingo, 2 de octubre de 2011

CULTURA › UNA NUEVA SERIE DE CLASES DE JOSE PABLO FEINMANN

“Hemos sido los hijos pobres de la modernidad capitalista”

Desde este miércoles y hasta el 23 de noviembre en el Teatro SHA, el escritor y filósofo trazará un recorrido que trasciende lo meramente cronológico para analizar “ciertos instantes o momentos privilegiados que permiten entender la totalidad de una época”.

Por Emilia Erbetta

Vuelve José Pablo Feinmann vuelve, esta vez para abocarse a una Breve Historia Conceptual de la Argentina: serán ocho clases magistrales en el Teatro SHA (Sarmiento 2255), que comienzan este miércoles y se extenderán hasta el 23 de noviembre. Aunque no es arriesgado sospechar que el programa no es nada más que un esbozo del abanico de temas por los que se moverá el autor de La filosofía y el barro de la historia, en una primera mirada, brilla, por ejemplo, el nombre del autor de El Juguete Rabioso y Los siete locos. “Siempre me interesará Roberto Arlt y seguramente recurriré al tema de la traición”, adelanta Feinmann, y deja la puerta entreabierta para el que quiera saber más.

El recorrido será exhaustivo: El torpe Uriburu, la gloriosa muerte de Salvador Allende, la ESMA, Facundo Quiroga, las diferencias entre Abraham Lincoln y Bartolomé Mitre, la picana, el fusilamiento de Juan José Valle, el secuestro de Aramburu, Montoneros, ERP, Ezeiza, el asesinato del Padre Mugica, la muerte de Perón, Menem, Néstor Kirchner y hasta la pelea del Gobierno con Clarín, tendrán un lugar en un programa que esquiva la línea recta.

–¿Por qué hoy es necesaria esta interpretación?

–Las interpretaciones fragmentarias son viejas. Pertenecen al auge del posmodernismo en los ‘90. Una interpretación totalizadora no es cerrada ni totalitaria. También existe la Totalización de lo Múltiple. Lo Múltiple como lo Uno. Acaso deba añadir en esa parte del título que una totalización está siempre destotalizándose, pero que debe haber en la historia momentos sincrónicos que nos permitan ciertas síntesis de comprensibilidad, si es posible. Desde mis primeros libros, propongo que la historia se hace y se narra, se interpreta, y la interpreta el que logra doblegar en ella a los Otros. Creo en una historia en tanto narratividad. Pero la historia no es un caleidoscopio de fragmentos y diferencias. Eso terminó. Si los europeos se quieren seguir fascinando con eso, allá ellos. Pero para nosotros, que pensamos en situación, que somos pensadores de la periferia, de los territorios de la subalternidad, las diferencias se expresan en tanto conflictos, antagonismos, negatividades. Aquí hay un choque entre filósofos que han girado hacia Nietzsche y Heidegger luego de la caída del marxismo y otros que seguimos postulando una historia basada en el conflicto, que mira más hacia Hegel, hacia Marx, hacia Sartre y hacia lo que nosotros hemos hecho con esos pensadores: una historia de contradicciones tenaces. Para no- sotros hay una contradicción elemental y es la que existe entre países ricos y países pobres. Hemos sido los hijos pobres del desarrollo de la razón occidental, de la modernidad capitalista. Nos hemos sumado a ella creyendo que nos llevaría al progreso y nos llevó al atraso. Tampoco ella ha llegado a buen término. Su panorama actual es más que problemático. Por otra parte, el pensamiento político del Imperio hace rato que ha propuesto el concepto de “globalización” que dejó en ridículo a todas las teorías basadas en la segunda intempestiva de Nietzsche, que proponía una deconstrucción, por decirlo así, de la linealidad dialéctica del historicismo hegeliano-marxista. Entonces, para entender este universo globalizado conviene echar mano a las categorías de totalización-destotalización y retotalización, que Sartre desarrolló en la Crítica de la razón dialéctica, libro monumental e imprescindible que pocos han leído y se dan el lujo de seguir pensando irresponsablemente sin hacerlo.

–La propuesta del ciclo es elaborar una historia conceptual...

–El uso que yo hago de la categoría de “concepto” es avisar que no voy a proceder a una enumeración paso por paso de la historia argentina sino que voy a narrar ciertos núcleos significantes que determinan una “persistencia” hacia adelante y una teleología hacia atrás. Esto me permite entender la historia sin una línea recta sino centrándola en ciertos instantes o momentos privilegiados que permiten entender la totalidad de una época y toda época se totaliza para pasar a ser otra. Dentro de esos movimientos hay una linealidad, pero no una necesariedad. Nada de lo que ocurre es necesario. Hay, sin embargo, hechos que contribuyen a que otros se produzcan.

–¿Como cuáles?

–El fusilamiento de Dorrego, por ejemplo, precipitó el primer gobierno de Rosas. El asesinato de Facundo, el siguiente. La traición de Urquiza en Pavón le abrió las puertas a Buenos Aires para la “guerra de policía” en las provincias, que dejó dos mil gauchos federales muertos. Y la Guerra del Paraguay. Esta derrota del federalismo permite la llamada “conquista del desierto” que consolida la llamada “organización nacional”. El asalto a Monte Chingolo por parte del ERP facilita el golpe de Videla, que los militares asumen como la segunda conquista del desierto, la reorganización nacional.

–Otra de las claves será la dicotomía civilización y barbarie. ¿De qué modo se reactualiza hoy ese discurso?

–Sigue siendo el eje de nuestra historia y de la historia mundial. En los países centrales se da en la modalidad de ciudadanos de las polis opulentas e inmigrantes ilegales que quieren invadirlas. También eso se produce en Buenos Aires. Los muros se van multiplicando. Una sociedad que, en lugar de integrar, sólo sabe levantar muros contra los “bárbaros” está condenada a seguir levantándolos hasta que ya no pueda y tenga sólo dos caminos: o integrar o recurrir a la más franca, abierta y brutal violencia. Lo que sería la guerra. El neoliberalismo conduce necesariamente a eso. El capitalismo, pese a que sus fundamentos son los de la desigualdad, tendrá que imaginar mecanismos de integración o vamos hacia el desastre humanitario. Eso se está intentando en algunos países de América latina, como el nuestro, pero las resistencias son enormes.

–¿Qué clave ofrece la figura de Juan Manuel de Rosas?

–Rosas pudo haber modernizado el país integrando al interior federal, pero no estaba dotado para eso. Hizo un nacionalismo de resistencia, pero no logró un desarrollo de la totalidad del país. La batalla de la Vuelta de Obligado es uno de los grandes momentos de nuestra historia. Ponerle cadenas a la libertad de mercado, ¿qué símbolo, no? Que apenas un grupo de gauchos se enfrente a las dos más grandes potencias del mundo, ¡qué modo increíble de expresar la voluntad de otra historia, de dibujar un sentido lateral al ya trazado por las potencias imperialistas! Francisco Solano López, en Paraguay, lo hizo más a fondo. Pero en 1865 el sur pierde la Guerra de Secesión e Inglaterra se encuentra con que su principal productor de algodón está en ruinas. Necesita otro urgentemente. Brasil, que es su brazo derecho en América latina, es el encargado de impulsar una guerra al Paraguay, la “China de América” como lo llama Sarmiento por su proteccionismo. Mitre encuentra su Pearl Harbor por el ataque de López a unas embarcaciones en ríos correntinos. Uruguay se une a la empresa y se forma la Triple Alianza. El genocidio contra el Paraguay produce alrededor de seiscientos mil muertos e Inglaterra vuelve a tener algodón. Por decirlo claro, la historia de los países periféricos es parte de la historia de la modernidad del Occidente capitalista. En el curso se verá qué pensaron de esta modernidad Marx, Nietzsche, Heidegger, la Escuela de Frankfurt, especialmente Walter Benjamin, Sartre, Mariátegui.

–¿Se puede pensar al kirchnerismo como una fase superior del peronismo?

–El kirchnerismo es una nueva etapa en la política argentina. No se lo debe entender como “etapa superior” de nada. Tiene su propia sustantividad. La energía, la intempestividad de lo nuevo.

–La Asignación Universal por Hijo y Conectar Igualdad, por ejemplo, ¿son una fase superadora del Estado de Bienestar del primer peronismo?

–Son algo importante, pero no superador. Hay que hacer mucho más todavía para superar las medidas sociales del primer peronismo, que tuvo la oportunidad histórica, las masas, el fervor sindical, la clase media ascendente y agradecida y gran parte del Ejército para hacerlo. Y no tuvo los medios en contra porque los silenció a todos, creó los propios y hasta expropió La Prensa. Algo que hoy es absolutamente impensable, y no deseable. La idea de que sólo por medio de una dictadura se puede ayudar verdaderamente al pueblo y derrotar a los poderosos llevó al fracaso a los socialismos del siglo XX.

–¿Qué significó para el futuro de la política en la Argentina la muerte del ex presidente?

–La pérdida de un gran político y, a la vez, la poderosa afirmación de una Presidenta que sorprendió a todos con su capacidad para enfrentar el dolor personal e íntimo, con su energía, su coraje, su inteligencia, su lucidez, su capacidad de conducción, su estatura de estadista internacional.

–¿Cómo imagina que las escuelas del futuro enseñarán el kirchnerismo y la muerte de Néstor Kirchner?

–Depende de quién maneje el poder político y educacional. En las escuelas se enseña la ideología del poder. Durante el gobierno de Ibérico Saint Jean, el que dijo “mataremos hasta a los tímidos”, se puso un busto del general Aramburu en Timote, donde fue muerto. Durante el gobierno de Kirchner el busto se retiró y fue reemplazado por el de un simple y buen militar. ¿Qué condiciones políticas se requieren para que vuelva a ese lugar? Cualquiera lo sabe. Como dicen los represores que sueñan con la venganza: “Que se dé vuelta la tortilla”.

–En 2008 en una entrevista usted decía que nunca había visto un antiperonismo tan virulento. Tres años después, el resultado de las primarias presenta otro escenario. ¿Qué operó ese cambio?

–Hay ciertos reacomodamientos por los presuntos resultados de las elecciones. Sin embargo, hubo odios que trazaron heridas muy profundas. Al no tener un proyecto, el sector mediático que se autodenominó “periodismo libre” desgranó insultos a mansalva. Una publicación que publicó a todo tipo que deseara agraviarme, tituló una nota de un periodista con el siguiente escupitajo: “Feinmann, de filósofo progresista a alcahuete del poder”. ¡Alcahuete del poder! Claro, es tan torpe que el que cae en el ridículo es el que agravia. ¿Qué se supone que haga con ese personaje? ¿Darle un abrazo porque ahora hay reacomodamientos? Clandestinamente, en sus guaridas, en las oquedades donde momentáneamente ocultarán su odio, permanecerán a la espera. Acaso, entre tanto, sonrían. Pero se desnudaron demasiado y es imposible creerles. No bien “se dé vuelta la tortilla” volverán a ser lo que son, lo que fueron, lo que serán: mala gente.

–La pelea del Gobierno con Clarín cierra las clases. ¿Es también el cierre de un ciclo?

–No creo que la pelea con Clarín cierre ningún ciclo. En todo caso, lo abre. Es la primera vez que un gobierno se enfrenta a un monopolio, que es la forma actual que toma el capitalismo. Es un espectáculo digno de ser observado. Si yo considerara a este gobierno como unívocamente peronista diría que, como nunca antes, el peronismo combatió al capital.

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“Rosas pudo haber modernizado el país integrando al interior federal, pero no estaba dotado para eso. Hizo un nacionalismo de resistencia.”
 
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