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Viernes, 25 de noviembre de 2011

CULTURA › MAÑANA COMENZARA LA 25ª FERIA DEL LIBRO DE GUADALAJARA

Una fiesta para los lectores en la “Perla de Occidente”

Más de 1900 editoriales de 40 países ofrecerán sus catálogos en esta edición de la FIL, que contará con 500 presentaciones de libros, 49 foros literarios y 22 académicos. Herta Müller y Mario Vargas Llosa, dos Premios Nobel, participarán de distintas actividades.

 Por Silvina Friera

“Esta Feria siempre es atractiva para los autores”, asegura Nubia Macías, directora de la FIL.

Un río que corre entre piedras. Eso significa Guadalajara –traducción del vocablo árabe “Wad-al-hidjara”–, la ciudad más emblemática de México y capital del estado de Jalisco. Ese río es la cuna iconográfica del país. El mariachi y el tequila son de Jalisco. Una fiesta protagonizada por escritores, lectores y editores añade más fuego a este repertorio simbólico. Todos los caminos del mundo editorial conducen a ese río que corre entre piedras. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), que empieza mañana, cumple 25 años. El aniversario de la principal vidriera editorial de América latina, que en esta edición tendrá a Alemania como país invitado de honor, promete ser inolvidable. Dos Premios Nobel de Literatura, Herta Müller y Mario Vargas Llosa, participarán de distintas actividades. Durante nueves días –hasta el domingo 4 de diciembre– desfilarán por la Expo Guadalajara, el recinto ferial, Almudena Grandes, que recibirá el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Inés y la alegría; James Ellroy, Juan Gelman, Alejandro Jodorowsky, Antonio Skármeta, Fernando Savater y Elena Poniatowska, entre otros. Flota en el aire un interrogante no exento de sarcasmo. Algunos se preguntan qué animal será el favorecido con los 150 mil dólares que le entregarán al escritor Fernando Vallejo, ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el otrora Juan Rulfo. La respuesta ya la dio Vallejo, plato principal de la inauguración de esta 25º edición. Una vez más donará el premio a los perros abandonados (ver aparte).

Guadalajara, la “Perla de Occidente”, tiene motivos para celebrar. Más de 1900 editoriales de 40 países ofrecerán sus catálogos en esta edición de la FIL, que contará con 500 presentaciones de libros, 49 foros literarios y 22 académicos, un encuentro internacional de cuentistas, un festival de las letras europeas y un homenaje a varios editores, como Kuki Miler y Daniel Divinsky (ver aparte), entre otras actividades. ¿Cómo se transformó, en apenas un cuarto de siglo, en la Feria más importante del mundo de habla hispana? “Se logra con mucho trabajo, con planificación y con objetivos claros de convertir esta fiesta en un referente mundial del libro y las letras”, dice Nubia Macías, la directora de la FIL, a Página/12. “De-sarrollamos un proyecto, lo trabajamos en equipo, y día a día hemos construido una plataforma atractiva para todos los que forman la cadena del libro, pues pensamos en cada uno de ellos, en sus necesidades de negocio y de encuentro.” La FIL depende de la Universidad de Guadalajara, la segunda universidad más importante de México. “Tenemos una libertad absoluta porque somos una institución cuyo fin no es el lucro –subraya la directora–. Concentramos nuestro esfuerzo no en los resultados económicos, sino en los contenidos y en la calidad del programa; es un lujo que pocos pueden darse. El soporte universitario nos confiere un prestigio y un peso que rebasan las épocas políticas del Estado, cosa que no sólo es sana, sino que ha permitido que la Feria se articule y crezca sin depender de los vaivenes políticos, que en México son una calamidad.”

Signos de una lógica distinta

Entre el 28 y el 30 de noviembre, las puertas de la FIL estarán abiertas sólo para los profesionales: editores, libreros, agentes y traductores. Macías plantea que los latinoamericanos “entendimos que América latina es una zona geográfica y poblacional muy grande”. “Si de verdad queremos leernos entre nosotros, tenemos que mirar nuestro propio territorio, no esperar a que alguien nos ponga en las librerías a nuestros autores –advierte–. Algunos países como la Argentina, a raíz de que han sido invitados de honor en ferias como la de Frankfurt, desarrollaron presupuestos para impulsar la traducción de autores propios a otras lenguas, y ése es un proyecto que ya se quedó. Estas mismas medidas las están implementando en Colombia, Chile, México y Brasil, y para mí son signos de que comienza a implantarse una lógica de mercado distinta.” De un tiempo a esta parte, el libro digital burló esa especie de cerco de flotación que siempre se prorrogaba más allá del horizonte de papel. “La industria de los productos digitales está presente en todo el continente. Lo que no se ha de-sarrollado en forma suficiente son los contenidos”, afirma Macías. “Hay mucha discusión y poco énfasis en las herramientas fundamentales que se requieren para que la industria entre de lleno al libro electrónico, como la legislación sobre los derechos de autor y las penas contra la piratería, que son asignaturas eternamente pendientes. Y por otro lado, tenemos que concentrarnos mucho más en la promoción y creación de lectores sin miedo a la tecnología.”

Un legítimo orgullo se expande a lo largo y ancho de México por los 25 años de la FIL. Además de las presentaciones estelares de Herta Müller y de la cineasta y escritora Doris Dörrie a la cabeza de la delegación alemana, participarán también narradores, filósofos y poetas como Ingo Schulze, Rüdiger Safranski, Adam Soboczynski, Peter Stamm, René Strien, Enno Stahl y Monika Maron, entre otros. No es fácil reunir a Müller y a Vargas Llosa, dos Premios Nobel. ¿Cuál será el secreto mejor guardado de los organizadores para conseguir lo “imposible”? “Si lo contamos, nos copiarán la fórmula”, bromea Macías. “No hay secreto: hay un trabajo fuerte y una planificación de agendas intensa. Esta Feria siempre es atractiva para los autores; el boca en boca ayuda mucho a convencerlos. Y el público de lectores es una garantía también.”

Los 25 secretos

Los itinerarios que propone la FIL son más sutiles de lo que a primera vista pueden parecer. Hay voces que suenan como un enjambre de abejas. Pero pocos privilegiados las escuchan. Son las voces de 25 escritores de 15 países de la región que integran “Los 25 secretos mejor guardados de América latina”. La FIL también se propone derribar las fronteras que separan la literatura latinoamericana y dibujar una ruta de lecturas a descubrir. Entre los 25 secretos hay tres argentinos no tan secretos Fabián Casas, Hernán Ronsino y Fernanda García Lao (ver aparte). Completan el elenco los colombianos Juan Alvarez, Andrés Burgos y Luis Miguel Rivas; los mexicanos Emilio Monge, Pablo Soler Frost y Daniela Tarazona –su primera novela, El animal sobre la piedra, acaba de publicarse en la Argentina por Entropía–; los ecuatorianos Luis Alberto Bravo, Eduardo Varas y Miguel Antonio Chávez, los chilenos Francisco Díaz Klaassen, Nona Fernández y Diego Muñoz Valenzuela; y Dani Umpi (Uruguay), Carlos Cortés (Costa Rica), Jacinta Escudos (El Salvador), Ulises Juárez Polanco (Nicaragua), Javier Mosquera Saravia (Guatemala), Enrique Planas (Perú), María Eugenia Ramos (Honduras), Giovanna Rivero (Bolivia) y Carlos Oriel Wynter Melo (Panamá).

“Los 25 secretos mejor guardados” surgió para reflejar la diversidad y la potencia de la narrativa latinoamericana actual. “Esta propuesta está ligada al tema de la circulación del libro en América latina y del modelo económico bajo el cual muchas editoriales se ven forzadas a trabajar hoy en día –explica Macías–. Ese es un esquema que supone que porque a un autor lo publica una editorial extranjera entonces ya lo han catapultado al éxito, cuando en realidad muchas veces su obra terminará circulando mucho menos de lo que lo habría hecho si hubiera vendido su obra a cinco editoriales regionales más modestas. En la Feria estamos convencidas de que hay literatura extraordinaria que es imperativo que circule en nuestros propios países, para que nos miremos entre nosotros y nos reconozcamos.”

Somos lectores

Un estudio realizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Cámara Mexicana del Libro sentenció que los mexicanos leen 2,8 libros al año. “Yo estoy convencida de que se lee más que eso –afirma Macías–, pero no tengo los números ni es labor de la Feria generarlos porque implica procesos muy complejos que escapan a nuestra capacidad.” La FIL incide en la creación de nuevos lectores, aunque no disponga de los instrumentos para cuantificar el semillero que ha cosechado. “Somos lectores” es el lema de esta edición. “La Feria es la gran reunión de los lectores iberoamericanos, un círculo que tiende a ampliarse”, pronostica la directora. Una parte importante de las actividades programadas están dirigidas al “lector intenso”. Macías comenta el trabajo que están orquestando para alcanzar a todo tipo de lectores. “La Feria es un espacio en el que buscamos que la gente de todas las edades y de todos los contextos se contagie de la lectura. Nuestra convicción profunda es que hay muchas formas de ser lector, de que hay lectores diversos y múltiples y que nuestra obligación es ofrecer un programa en donde todos quepan.”

Directora de la FIL desde hace ocho años, Macías atesora escenas de la vida cotidiana. Son recuerdos pulidos a fuerza de contarlos. “Una de las cosas más bonitas que sucede todos los años es ver a la multitud haciendo fila para comprar su boleto y buscando al escritor que más le gusta para que firme. La emoción que produce la gente entusiasmada con su Feria es indescriptible, es inspiradora y es lo más grato que me pasa cada vez que arrancamos una nueva edición.”

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