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Sábado, 5 de diciembre de 2015

CULTURA › JORGE MARRALE Y JULIAN GORODISCHER PRESENTAN ARLEQUIN

Una publicación performática

La versión renovada de la revista institucional de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai) tiene un componente “interactivo”, señalan el vicepresidente de la entidad y el editor general de la publicación.

 Por Andrés Valenzuela

“Una revista fuertemente actuada.” Así definen Jorge Marrale y Julián Gorodischer la versión renovada de Arlequín, la publicación institucional de Sagai (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes). Marrale es el vicepresidente de la Sociedad y Gorodischer oficia de editor general de la revista. “En Arlequín buscamos ser los actores contados por nosotros mismos, en general a nosotros nos relatan y tenemos que sumarnos a lo que otros dicen sobre nosotros”, señala Marrale. “La revista tiene la pretensión de tener una identidad propia y decir qué somos o qué imaginamos que somos”, propone.

Para ello los artistas intervienen decisivamente en el contenido de la publicación, no como meros entrevistados o como autoridades de la revista, sino como (valga la redundancia) actores involucrados en lo creativo. Pese a ser una revista de actores y para actores, aspiran a ampliar su público. Marrale anticipa que Arlequín se venderá “a precio razonable” en distintos espacios, como librerías y teatros.

Gorodischer destaca el componente “interactivo” de la producción, la participación de cada involucrado. “Las producciones no fueron pensadas para que los actores sean sólo objetos de la nota, sino partícipes”, celebra. Pone como ejemplo “La Perfo”, una experiencia de improvisación colectiva dirigida por Ana Frenkel y basada en El ángel exterminador, el film de Luis Buñuel. “La Perfo” está acompañada con un texto producido en conjunto (aunque bajo su edición) y con una galería fotográfica. “Tuvieron que venir acá y trabajar todo con el fotógrafo presente minuto a minuto las tres jornadas”, cuenta Gorodischer, quien define la experiencia como “periodismo performático”.

Además, el número 12 de esta Arlequín renovada incluye “Diario íntimo”, con un relato de la convivencia entre Alejandro Seselovsky y Diego Gentile, una suerte de síntesis de las claves para interpretar a hijos de desaparecidos, un ensayo fotográfico sobre el último trabajo de Alfredo Alcón, un repaso sobre los nuevos modos de ser espectador, más entrevistas (conducidas por actores, claro), noticias sobre la situación del sector, una pata literaria imaginando la secuela de la premiada La patota y críticos de cine invitados eligiendo sus escenas favoritas.

“Y lo mismo pasa en ‘El ojo’, donde son los actores los que muestran sus fotografías, siempre pensando en que la comunidad participe”, señala. “Este tipo de abordaje lo vamos a seguir manteniendo en los próximos números y vamos a profundizar el carácter”, agrega. Marrale, en tanto, celebra la producción de la próxima entrega de la revista, que confían llegará para febrero. “Queremos que realmente Arlequín sea una revista comunitaria”, se suma el periodista. “El público destino tiene que tener una representación, por eso tiene tanto desde lo temático como desde lo actitudinal algo fuertemente actoral”, considera. “Como editor te diría que nunca encontré un campo tan fértil para experimentar no sólo con los temas, sino con las formas”, se entusiasma Gorodischer. “Los actores tienden a homologar el plano de la fantasía con el de lo real y entonces todo es posible, una propuesta como la Perfo que a priori parecía desquiciada a ellos les encantó y se transformó”.

“Sagai no sólo recibe dinero de propiedad intelectual, uno de nuestros afanes es que el actor se capacite y tenga acceso a espacios un poco distintos a los que normalmente estamos acostumbrados”, explica también Marrale. La cuestión entonces no pasa sólo por contar las novedades institucionales, sino aportar herramientas, guías, agendas y reflexiones sobre la disciplina. “La Sociedad busca un avance en lo social para los 4500 socios que tenemos, Arlequín también tiene que ver con eso.”

La inquietud no es casual. El sector, reconocen desde Sagai, supone una histórica precariedad laboral, de ingresos inestables y pocas fuentes de trabajo suficientemente bien remunerado: dos canales de aire con producción propia y –desde hace un par de años– el Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentinos (Bacua). “Salvo las aplicaciones que de alguna manera desarrolló el Incaa abriendo el campo a otras pymes y productoras que no son las centrales, el trabajo normalmente viene de los canales abiertos de TV”, explica Marrale.

La aparición de las llamadas “nuevas pantallas” (los celulares, la computadora/Internet) aun no son fuentes de trabajo remunerado consistente. “En TV estamos acostumbrados a la sistematización de ‘trabajo por tantos capítulos durante tantos meses’, eso acá no se da tanto”, señala. La cuestión de fondo, reconocen en Sagai, es encontrar nuevas formas de llegar al espectador. Por eso desde la institución fogonean una ley de fomento del audiovisual similar a la promulgada en Brasil, que aseguran tuvo un impacto positivo en el gigante latinoamericano. “Vos ves que ahora sus producciones circulan por HBO, Warner o la BBC para toda América latina y probablemente también para el resto del mundo, eso mismo podríamos lograr nosotros”, dice Marrale. “Además, serviría para mostrarnos como somos: Argentina tiene un territorio maravilloso no muy bien aprovechado en la comunicación”, plantea el vicepresidente de Sagai. Enfrente ven con preocupación las “latas” extranjeras. El director general de la institución, Sebastián Bloj, aporta un dato: una telenovela extranjera se paga a razón de 1500 dólares por capítulo. “Con esa plata aquí capaz no cubrís ni el pago del director, es muy difícil competir”, afirma. “En ese sentido creemos que es necesario apoyar la industria para ayudarla a crecer, porque en Argentina hay un programa fuerte de fomento al cine, pero no tanto a la televisión. O empezó a haberlo hace un par de años, con el Incaa volcando recursos para la TV. Pero una ley de fomento audiovisual establecería inyección de recursos desde lo público y lo privado”.

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Para Marrale y Gorodischer, la nueva Arlequín es “una revista fuertemente actuada”.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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