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Viernes, 26 de febrero de 2016

CULTURA › TENSION Y RUMORES DE DESPIDOS MASIVOS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

Un mar de libros sin piloto de tormentas

Aunque fue anunciado que Alberto Manguel será el director de la institución a partir de julio, todavía no fue designado. Hay internas entre los funcionarios y personalidades de la cultura les escribieron a Avelluto e Ibarra para manifestar su preocupación.

 Por Silvina Friera

El clima va de mal en peor en la Biblioteca Nacional (BN). Ni siquiera la promesa de que no habrá despidos masivos logra apaciguar las tensiones. Después de la fugaz visita de Alberto Manguel, el director anunciado pero todavía no designado brilla por su ausencia hasta julio, cuando debería asumir. Escritores, sociólogos, periodistas, psicoanalistas, editores y diversas personalidades de la cultura –algunos en calidad de donantes a la colección Cartas de la dictadura, otros simplemente como usuarios– como Mario Sabato, Rogelio García Lupo, Carlos Ulanovsky, Raúl Antelo, Juan José Salinas, Guillermo Saccomanno, Raquel Robles, Eduardo Grüner, Alejandro Kaufmann, Kuki Miler, Ezequiel Fernández Moores, Silvia Itkin, Oscar Finkelstein, Hernán López Echagüe y Pablo Resnik, entre otros, decidieron manifestar su preocupación “frente a los rumores de despidos” en la BN en una carta dirigida al ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, y al ministro de Modernización, Andrés Ibarra. En ese texto cuentan que la decisión de desprenderse de papeles y archivos personales para incorporarlos al acervo cultural del país no fue fácil. “Fueron los trabajadores de la Biblioteca los que nos buscaron, los que estimaron que los papeles que teníamos arrumbados en algún rincón de nuestra casa merecían los mejores cuidados porque se trataba de documentación histórica. También estimaron importante preservar nuestros testimonios orales –advierten en una parte de la carta–. Damos fe de su trabajo y queremos que permanezcan en la Biblioteca como custodios naturales de nuestros documentos. Nos solidarizamos con ellos y acompañaremos su lucha en el caso de que ocurra el peor de los presagios. Conocemos sus nombres y sus rostros, para nosotros no son números”.

Más allá de firmar la carta, algunos declaran en pocas líneas los motivos por los cuales se manifiestan a favor de la labor realizada en la BN. “Adhiero al reclamo en contra de posibles despidos en la Biblioteca Nacional. En sus archivos descansan las memorias de queridos amigos, brillantes intelectuales, y de mi propio hermano, Jorge”, explica Mario Sabato. “He donado el archivo personal de mi padre (...). Por sobre las diferencias políticas, estimo que hay que impulsar y ampliar la magnífica tarea profesional que están llevando a cabo los trabajadores de la Biblioteca para guardar la memoria de nuestros intelectuales”, subraya Dardo Cúneo hijo. Antonio Reda, ex combatiente de Malvinas que donó cartas y documentación de la guerra a la colección Cartas de la Dictadura”, afirma: “Doy fe de su seriedad y pluralismo”.

Laura Giussani, encargada de la colección de cartas y asistente bibliográfica de archivos, dice a Página/12 que la misiva surgió por iniciativa de mucha gente que entregó archivos y papeles personales a la BN. “Yo agradezco y entiendo la perplejidad de quienes dejaron documentos importantes. No sólo Cartas de la Dictadura: allí reposan los archivos personales de la familia Frondizi (Arturo y Silvio), Jorge Sabato, Fernando Nadra, Cipe Lincovsky, Dardo Cúneo, Peña Lillo, mis propios padres –Pablo Giussani y Julia Constenla– y muchísimos más, pero quiero que quede claro que esos archivos no corren ningún peligro. Están ingresados, inventariados y, en mayor o menor plazo, serán puestos a consulta pública. El riesgo es sólo de los trabajadores, no de los documentos históricos. Puede ocurrir que el Archivo no crezca o que se tarde mucho tiempo en inventariar, describir, catalogar y poner a consulta –falta personal, no sobra–, pero jamás, a menos que se venga una dictadura incontrolable, jamás se destruirían. El compromiso de los trabajadores de la Biblioteca es grande. Si quedan la mitad, esa mitad respetará esos documentos. Por suerte, el empleado estatal de Gasalla ya no existe”.

La nota publicada el domingo pasado en este diario –“Nos estigmatizaron y el primer ñoqui es Manguel”– fue un “bombazo”, comenta “D”, un trabajador que teme por su estabilidad laboral. “Ahora se está hablando de evaluar proyectos. Si hacen la evaluación, no van a encontrar a quién despedir. Puede pasar que les parezca que hay proyectos que no son interesantes, pero muchos trabajadores llevan veinte años o más en la Biblioteca. El Estado no se puede amoldar a la lógica con la que viene el macrismo. El mundo es más complejo de lo que el macrismo quiere creer”. El trabajador “F” confirma que el clima va de mal en peor, aunque ahora el foco está puesto en “una lista de prescindibles”. “El problema es quién va a establecer quién es prescindible: ¿Manguel? ¿Elsa Barber? ¿Avelluto? Manguel no está. Barber, como subdirectora, conoce sólo una parte de la biblioteca, lo estrictamente bibliotecológico. Hay mucha tensión entre Barber y Elsa Rapetti, directora técnica bibliotecológica, una directora concursada que viene de la mano de UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación), así que tiene un respaldo gremial fuerte. Extraoficialmente, se está manejando la posibilidad de que le pidan a Rapetti que se jubile.”

“F”, como muchos otros empleados, necesita hacer catarsis por el ninguneo y desprecio que sufren por parte del presidente de la Nación. “Mauricio Macri habló del Estado como un aguantadero; ésa es otra fantasía: de que hay un núcleo de militantes que no hacen un carajo y cobran un sueldo. ¿Pero quién es el ñoqui acá? Manguel no está designado. Es curioso que a esta altura de su vida Manguel se arriesgue a perder su prestigio, con lo que le preocupa, y su imagen mundana. Muchos pensamos que Manguel no tiene retorno. El que conoce un poco la Biblioteca sabe que es un lugar complicado, que no es un premio. ¿Para qué viene a la Biblioteca? Viene para achicar y para arancelar. No se puede reconocer como director a alguien que no sólo no está designado sino que sólo estuvo cuatro días y nos dejó una cartita que firma como director, pero todavía no salió la resolución que lo nombra. Pero más allá de lo formal, el problema es que todo está como en una nebulosa y no sabemos qué oscuro funcionario puede determinar quiénes están en una lista o no. Esto es aberrante porque no tenés ni siquiera con quién discutir.”

Juan Domingo Pignataro, delegado general de la junta interna de ATE en la Biblioteca, estuvo reunido con la subdirectora de la BN el lunes pasado. “Barber se comprometió a evitar que se produzcan 500 despidos como los que se produjeron en el Ministerio de Cultura. Ella dijo que se va a realizar una evaluación de los trabajadores para ver aquellos que pueden estar en situación de jubilarse. Por primera vez se comprometió y quedamos en volver a charlar para ver cómo sigue todo –comenta Pignataro–. Barber nos dijo que Manguel no va a renunciar. Si se llegaran a despedir 500 trabajadores, Barber nos dijo que renunciaría y Manguel no va poder entrar a la Biblioteca.”

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“Es aberrante, no tenemos ni siquiera con quién discutir”, dicen los trabajadores de la Biblioteca.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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