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Viernes, 26 de febrero de 2016

CINE › 13 HORAS: LOS SOLDADOS SECRETOS DE BENGASI, DE MICHAEL BAY

Sólo una banda de buenos muchachos

El nuevo mastodonte del director de la saga Transformers celebra sin culpa a un grupo de simpáticos mercenarios estadounidenses.

 Por Ezequiel Boetti

Un episodio de South Park plantea un inminente ataque aéreo terrorista sobre el pequeño pueblo de Colorado. Las autoridades, atónitas ante tamaño desafío y ávidas de un plan de defensa, abren una ronda de consultas con personalidades de Hollywood a la que asiste, entre otros, Michael Bay. En su propuesta gesticula aviones, tanques, autos derrapando, tiros y explosiones, muchas explosiones. “Pero no son ideas, son efectos especiales”, refutan los oyentes. El realizador duda, y responde: “Es que no entiendo la diferencia”. Basta haber visto una –o media– película del responsable de La roca, Bad Boys, Armageddon, Pearl Harbor y la saga Transformers para darle la razón a los creadores de la serie animada. Visual y sonoramente grandilocuente, acérrimo defensor del montaje frenético a como dé lugar, directo y grasoso como ninguno, el hombre de los metrajes kilométricos (la duración promedio de sus doce largometrajes es de 146 minutos y medio) cuenta más o menos lo mismo: Estados Unidos es acechado por el Mal –un meteorito, los japoneses, máquinas o lo que sea– y los protagonistas de turno –astronautas, dos jóvenes soldados enamorados de la misma chica, robots de otro planeta o quien sea– marchan hacia el destino manifiesto e inexorable de salvaguardar el honor, la libertad y la democracia norteamericanas. Y con eso, claro, a todo el mundo.

Los contratistas al servicio de la CIA deben defender las barras y estrellas en Libia 2012.

Los seis personajes principales de 13 horas: los soldados secretos de Bengasi (soldados secretos: contratistas al servicio de la CIA, según el diccionario de titulación eufemística de Bay) no son la excepción. Por el contrario, son buenos, devotos padres de familia y tienen un amor hacia la patria inversamente proporcional a la capacidad para problematizar sus acciones. Acciones que consisten en reforzar con balas y por izquierda lo que la Agencia no puede hacer por derecha durante su intervención en Libia, en 2012. En ese contexto, la caída de Gadafi empujó a la ciudad de Bengasi a una guerra civil cuyo blanco predilecto es, obvio, cualquier cosa que tenga una bandera con bastones rojiblancos horizontales y estrellas. Y una embajada provisoria y un comando de operaciones llenos de funcionarios y sin reconocimiento público son demasiado tentadores como para que el salvajismo bárbaro africano no vaya por ellos.

Bay presenta a sus hombres de la misma forma que muestra el ataque y posterior defensa de la Embajada: indiferenciando supuestos momentos de tensión dramática de aquellos abocados a la acción pura y cortando y pegando imágenes con tal grado de velocidad que imposibilita cualquier intento de ubicación y entendimiento de las escenas.

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