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Sábado, 18 de junio de 2016

HISTORIETA  › IñAKI ECHEVERRíA PUBLICó SU LIBRO PADRE ABRUMADO A TRAVéS DE SUDAMERICANA

“Esta historieta me sirvió de catarsis”

La creación del dibujante y humorista gráfico, basada en su relación con sus hijas de 6 y 4 años, comenzó un día en que estaba exhausto a la hora del cierre de SátiraI12. “Este fue el primer trabajo en que no me puse a pensar cómo iba a ser”, asegura.

 Por Andrés Valenzuela

“¡¿Sabés cuál es mi favorito?!”, “¡Esta es ella!” Y ahí nomás largan la carcajada. Castaña con flequillo una, rubia rulienta la otra; 6 y 4 años respectivamente, divinas, pero pasadas de rosca porque el remedio les hizo efecto a las 11 de la noche tras un día entero de cama, y despiertas con la madre, el padre abrumado y el periodista. El Padre abrumado es Iñaki Echeverría, dibujante y humorista gráfico de SátiraI12, quien acaba de publicar un libro con ese mismo nombre y con esas mismas niñas como protagonistas. Se trata de un trabajo casi autobiográfico que empezó en las páginas del suplemento de sabatino Página/12 un día de padre primerizo exhausto a la hora del cierre de edición.

Echeverría se reconoce en el rótulo, quizá por estar pisando los 40. “Los que tuvieron hijos de muy chicos tienen la cosa de crecer juntos, como de inconsciencia absoluta, el problema es que no ya está más boludo y ahí te empezás a preocupar y cansar más: ¡no es lo mismo no dormir a los 20 que ahora!”. En el libro –publicado por Sudamericana–, el dibujante recorre varios temas que seguramente harán sentir identificados a los padres de cualquier criatura: enfermedades, planteos existenciales, dudas sobre el trabajo, la relación con los hermanos. “Al principio me preocupaba que los chistes giraban siempre en torno a los mismos temas, pero después me di cuenta de que es así: la paternidad y los niños cuando son muy chicos tienen un universo limitado”, reflexiona.

Lo que siguió a eso fue darse cuenta de que la clave de la tira pasaba por reflejar la evolución que hacen los niños al lidiar con el mundo. Por ejemplo, cómo hacen dos niñas al descubrir que el trabajo de su papá consiste básicamente en lo que ellas hacen a la mañana en el jardín de infantes: dibujar. Las niñas del papel se ríen del padre, lo miran incrédulas, lo ponen a prueba. La más grande hasta le pregunta si tal cosa que dijo “la va a dibujar”. Aunque no traslada literalmente las situaciones, Echeverría les da una vuelta de tuerca humorística y las manda al papel. “Que yo sea dibujante fue un rollo desde siempre para ella. Al comienzo era re natural: yo laburaba, y ella gateaba y se comía el papel que se me caía o tiraba... ¡Hasta le pregunté al pediatra cuánto podía comer!”, ríe a carcajadas, recordando el entrañable caos que producía la mayor. “El tema fue cuando empezó el jardín y vio que los padres de los amiguitos tenían otra vida, iban de traje, trabajaban en una oficina... ‘¿Y vos qué sos?’ Pero vi como lo fue elaborando y ahora lo entiende como un trabajo”.

–En las tiras señala que abandonó la arquitectura. ¿Qué pasó ahí?

–No sé. Realmente venía muy cansado de laburar y un día, cuando se me empezó a dar con el dibujo, le dije a mi viejo “papá, no voy a laburar más de arquitecto, me voy a tirar de lleno al dibujo”. El me dijo “ajá”. Nunca supe si me quiso decir “muy bien, seguí para adelante” o “qué carajo hice que te banqué seis años al pedo para que estudies”. La arquitectura me sigue gustando y la veo en todos mis dibujos.

–¿Cómo es eso?

–En cómo necesito armar los cuadritos. Capaz no en esta tira, que es más suelta, pero sí digamos en la historieta “de adultos”. Ahí necesito estructurar cada cuadrito y página como cosa general. Es algo que hacen todos los dibujantes, pero yo tengo la lógica arquitectónica, necesito ver cómo transcurren los blancos, como bajan los negros. Necesito que tenga cierto equilibrio, si no me vuelve loco, me obsesiono. Es una carrera que volvería a estudiar porque me apasiona, pero permanentemente me hago la misma pregunta y caigo siempre en lo mismo: todo muy lindo, me encanta, pero será para otra vida, que los edificios los construya otro. Igual fue un proceso dejar un mundo que está de alguna manera como armado. Para la gente es más fácil decir que sos arquitecto a decir que sos dibujante. Arquitecto, lo entienden inmediatamente. Como dibujante te miran raro. Es pasar de hacer 100 kilómetros por día de obra en obra a estar en casa dibujando una vaquita de San Antonio. También hay algo de bajar el copete. Algo que siempre me molestó en la arquitectura es la cosa grandilocuente, plantarse ante la ciudad para ofrecer soluciones de no sé qué. Lo mío es algo que me gusta hacer y punto.

–En su obra hay novela gráfica policial (Negro el 10), adaptaciones literarias (Beya), relatos mudos (Muffins) y humor gráfico tradicional, cada uno con un estilo de dibujo distinto. ¿Cuál de todos es Iñaki?

– Todos, ¿no? En realidad, lo que más me interesa es narrar. Cada historia me dice un tipo de manera de ser contada, un tipo de dibujo. Creo que pongo a la historia, a la narración, por encima del dibujo. La sensación es que me busco lo más conveniente a eso. Capaz es la línea, es un rasgo que se reconoce. Creo que mi dibujo está en ese rasgo, porque incluso aparece en algo que estoy haciendo ahora, de croquis a lápiz sobre la causa de la ESMA (ver recuadro). Hay una cosa de respeto a la historia: no puedo contar igual Beya que Muffins o esto de la ESMA. A veces puede ser un horror porque no te involucrás más en un estilo ni lo explorás a fondo. Pero capaz a mí me interesa más buscar la forma que meterme a fondo en ella.

–¿Y Padre abrumado?

–Este fue el más natural. Y también fue el primero que no me puse a pensar cómo hacer. Fueron saliendo y me sirvieron primero de catarsis. Y además me gustó lo que provocaba en los demás.

–¿Esa cosa de creer que sucedió todo tal cual lo dibuja?

–Claro, primero no lo pensé. Después, cada tanto volvía con alguna gracia que hacía, que me parecía interesante darle el giro humorístico, porque los chistes no son literales.

–Pero los pibes a veces tienen esas salidas.

–¡Totalmente! Pero el humor en una mesa con amigos sale continuamente. Es una humorada tras otra. Lo que hacés en el humor gráfico es intelectualizarlo para que te funcione en una cantidad de cuadritos o en uno. Hay un ejercicio. Y con los nenes también. Por eso no es literal la anécdota. Sí es cierto que la mayoría viene a partir de algo que hacen y cuando detectás que ahí hay algo, le das el giro. Pero el reto se fue presentando con el tiempo. No es que me planteé hacer una tira autobiográfica, sino que ante todo el universo me puse a jugar, me gustó lo que iba pasando y el reto apareció con el tiempo. Inclusive con los temas: ahora empezaron a salir más.

–¿Porque los niños tienden a crecer?

–¡Los nenes tienen la maldita costumbre de crecer para hacerte acordar de que vos también crecés!

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“Me interesa más buscar la forma que meterme a fondo en ella”, sostiene Echeverría.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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