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Sábado, 19 de julio de 2008

FONTANARROSA, UN PROGRAMA PARA HOMENAJEAR AL NEGRO A UN AñO DE SU MUERTE

“Era un genio que vestía de civil”

Así define su hijo Franco a Roberto Fontanarrosa en el documental que se estrena esta noche en The History Channel, donde amigos y fans dan testimonio de su calidad literaria y de la intimidad de su producción humorística.

 Por Emanuel Respighi

Hace exactamente un año, el país entero se conmovía ante la muerte de Roberto Fontanarrosa, el genial dibujante y escritor rosarino, aunque antes que todos esos pergaminos profesionales fue, principalmente, futbolero y amigo. Creador de personajes tan entrañables como Inodoro Pereyra o Boogie, el aceitoso, a través de sus historietas, cuentos y novelas el Negro supo conjugar con total maestría calidad literaria y popularidad como pocos artistas. Emblema de la cultura popular argentina de las últimas décadas, el humor de Fontanarrosa además trascendió fronteras, públicos y generaciones, gracias al don de alumbrar con simpleza pero sin perder profundidad la vida cotidiana. En el aniversario de su muerte, The History Channel estrenará esta noche, a las 21, Fontanarrosa, un documental que recorre la vida de uno de los grandes de la cultura nacional.

En los casi 70 minutos que dura el especial producido por Anima Films, Fontanarrosa logra condensar la productiva vida y obra del rosarino a partir del testimonio de amigos, colegas y familiares. Más allá de esa pretensión, el documental tiene la virtud de hacer foco en los primeros años del autor de novelas como Best Seller y El área 18, la etapa menos conocida de su vida. Ya desde chiquito, cuenta su hermana Perla, además de jugar a la pelota, una de las cosas que desvivía a Fontanarrosa era dibujar. “El Negro –recuerda– era un gurrumín tremendamente introvertido, tímido y calladito. Cuando teníamos que hacer la tarea, el Negro, en vez de hacerla, se dedicaba a hacer dibujos. Pero con una particularidad: eran todos chiquitos, diminutos.” Parece mentira que antes de cumplir los 10 años Fontanarrosa ya esbozaba sus historias pensando –aunque inconscientemente– en formato de viñetas.

Asiduo lector de las historietas de los maestros Héctor Oesterheld, Alberto Breccia y Hugo Pratt en los ’50, el precoz Fontanarrosa comprendió que quería profesionalizar el placer por la historieta y convenció a su padre de que le pague un curso por correspondencia que dictaba la Escuela Panamericana de dibujo de los doce artistas, en la que algunos de sus historietistas favoritos eran docentes. Viendo el talento de su hijo, su padre lo convenció de que se inscribiera en un colegio industrial. Un grave error. “En dibujo técnico era terrible: para él todo lo que fuera lineal era aberrante. Duró hasta tercer año. Un buen día agarró las cosas y se fue. Mi papá decía: Este chico no va a ser nadie”, detalla Perla, con la sonrisa de quien conoce el final de la historia. Tras haber realizado algunos trabajos publicitarios, a Fontanarrosa se le presentó en 1968 la oportunidad que tanto ansiaba: publicar su primer chiste en Boom, una revista rosarina de izquierda. El escritor y periodista Rafael Ielpi detalla que de Fontanarrosa “asombraba su enorme capacidad e ingenio para escribir a través del trazo de sus dibujos y el globito situaciones de la realidad inmediata, con una mezcla de surrealismo y crítica a la vez”.

Tras detenerse en la infancia y adolescencia de Fontanarrosa, el documental abreva en la etapa más conocida: sus colaboraciones en las revistas Satiricón y Hortensia (donde presentó a Inodoro Pereyra y Boogie el aceitoso), la publicación de una veintena de libros (entre cuentos y novelas) y sus trabajos para Clarín. Una trayectoria prodigiosa y reconocida internacionalmente, aunque su compañero de la “mesa de los galanes” en el famoso bar El Cairo, el Colorado Vázquez, señale que el Negro “hubiese cambiado todo lo que tuvo por ser el 9 goleador de Rosario Central”. Pero tal vez sea su hijo Franco quien mejor describa a Fontanarrosa en el programa: “Se olvidaba de todos los cumpleaños, no sabía ni su número de documento, pero tenía que ver con que tenía puesta toda su energía en el laburo y en lo que a él le gustaba”. Y concluye: “Mi viejo era un genio vestido de civil”.

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Roberto Fontanarrosa lograba atribuirle profundidad a la vida cotidiana.
Imagen: Télam
 
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