espectaculos

Lunes, 12 de diciembre de 2005

ENTREVISTA CON EL CRITICO ALEMAN DIEDRICH DIEDERICHSEN

“Si no tenés ideas de apertura y de infinidad, estás perdido”

En su libro Personas en loop, el teórico y ensayista plantea diversos puntos de vista sobre la cultura pop. El análisis de figuras como Britney Spears, Quentin Tarantino, Charles Manson y Sinead O’Connor, entre otros, dispara en Diederichsen lúcidas reflexiones sobre la vida contemporánea.

 Por Roque Casciero

El título del primer libro en español del crítico alemán Diedrich Diederichsen Personas en loop-Ensayos sobre cultura pop, puede resultar engañoso para el lector de solapas. Y más si se guía por la acumulación de nombres de la “cultura pop” que figura en la contratapa: Britney Spears, Quentin Tarantino, Charles Manson, Sinead O’Connor, Kenneth Angers... Pero Personas en loop es mucho más que miradas livianas sobre personajes famosos y no tanto: son diez artículos –algunos previamente inéditos– en los que el autor encuentra en esos nombres la excusa para internarse en pensamientos filosóficos que describe con rigor académico y precisión quirúrgica. Algunos ejemplos: Britney como nueva heroína conservadora, que encarna en sí la antigua dicotomía puta-esposa; el fin de la contracultura implícito en su génesis; las posturas políticas reveladas en la forma de hacer turismo; el uso y la dimensión del tiempo en el hip hop y la música electrónica. “El título del libro es un intento de simplificar”, concede Diederichsen, de 48 años, que pasó por Buenos Aires para presentar el libro en el Instituto Goethe. “Normalmente, nunca usaría la frase ‘cultura pop’ en un título. Es un término que se ha inflado en los últimos diez o quince años, y ahora lo incluye todo. En los medios no hay una distinción apropiada entre cultura popular y cultura pop. Pero como soy completamente desconocido en la Argentina, me aconsejaron que de algún modo le diera a los libreros una idea de en qué mesa colocar el libro. No es que intenté escribir sobre cultura pop: intento ser más preciso.”
–¿Qué título hubiera usado usted para el libro?
–Si hubiera tenido que ser sólo una línea, habría sido algo muy parecido (sonríe). También sucede que este libro es como una colección de textos producida en colaboración con Cecilia Pavón, la traductora. La selección fue hecha con el criterio de qué podría ser de interés aquí. Así que la descripción precisa de lo que es el libro es “selección de mis escritos que podrían ser de interés aquí”. Y como mis intereses para escribir son diversos, es difícil encontrar una sola frase. Una de las cosas que dice el libro es que podés estar interesado y escribir sobre cosas que usualmente no están conectadas, que normalmente no son parte del mismo mundo. La diversidad del libro también es uno de sus argumentos. Es casi una declaración de principios.
–En el artículo Personas en loop día y noche, usted mezcla una herramienta artística como el loop (“repetición mecánica de un fragmento musical en una composición”), y el modo en el que algunas personas viven sus vidas. Y lo confronta con la forma de vida del progreso burgués. ¿Cómo desarrolló esa idea?
–La inspiración más importante para ese texto fue el mundo del arte, una mirada a cierto arte formalista, como (el canadiense) Rodney Graham, y compositores minimalistas, que han usado el loop como formato no sólo para describir o crear, sino también como una perspectiva del trabajo de otras personas. Así que no sólo producían loops, sino que también buscaban la característica del loop en la producción de otros. Esa fue la inspiración. Y entonces la pregunta era cómo se concebía esto en los dos modelos de producción, fordista y posfordista. Entonces miré documentos y experiencias personales desde estos dos estados de la historia, que todavía son relevantes, para ver cómo se organiza la vida en estas dos líneas. En ningún punto me inclino por una y desecho la otra. Si sabés que tu vida sigue una estructura simple como la línea (el progreso) o el loop, en ambos casos es humillante, sin libertad y poco atractivo. Así que estas dos descripciones no son la salida una de la otra: ambas abstracciones formales y estructurales de la vida son un problema. Y, por supuesto, las formas de producción te llevan a eso.
–¿Cuál es la vía de escape, entonces?
–Mi opinión es precisamente que no existe escape en este nivel de abstracción. No existe un escape como decir: “Hagamos un zigzag o espirales”. Ciertamente que esas dos estructuras tienen elementosatractivos. En la línea hay una promesa, que es una forma de energía. La promesa que no puede ser rota es un elemento interesante de la vida al que, en cierto sentido, daría la bienvenida. En los pequeños loops tenés cierta forma de presencia o contemporaneidad, porque estás en cierto lugar y cierto tiempo, sin pasado ni futuro, lo cual también puede ser atractivo. Pero aunque haya elementos atractivos, obviamente no son suficientes como para adoptar estas estructuras como modelos reales para la vida, salvo, como es el caso a menudo, cuando no tenés otra opción: cuando nacés en una forma de vida que te lleva a una o la otra. Existe un escape, pero no en ese nivel de pensamiento. En cualquier momento en el que entendés que vivís en una estructura, algo anda mal. Pero si tu vida es buena por cómo la vivís o por las circunstancias, o por una combinación de ambas, entonces no vas a darte cuenta de que vivís en una estructura. De hecho, darte cuenta es un signo de depresión. Si pensás en vos como viviendo en una jaula, un loop o algo en lo que no tenés ideas de infinidad, de apertura, entonces estás perdido.
–Pero, ¿reconocer que uno está inmerso en la estructura no es el primer paso para salir de ella?
–No, creo que si no te das cuenta de que estás en la estructura también podés ser una persona feliz. No soy quién para decirle a alguien que vive en una jaula: “Ey, despertate, tu vida está mal”. Pero cuando sos forzado a hacer algo, ahí te das cuenta de que estás en una jaula, y no necesitás ser muy sensible ni educado para hacerlo. Es algo muy básico. En el momento en el que te das cuenta que estás viviendo en un guión, entonces estás perdido. Y la razón por la que te deprimís se origina en el camino que seguías antes. Pero no hay forma de aprender sobre eso, salvo la vida en sí misma.
–¿Su artículo puede hacer abrir los ojos de quien vive en una estructura?
–No tengo esa ambición. Por supuesto que cualquier cosa puede hacerte abrir los ojos. Si te encontrás con un texto interesante y pensás en vos mismo, puede que abras los ojos. Pero hace falta otro elemento para que la gente se dé cuenta de algo que no había descubierto hasta ese momento: tiene que haber una crisis. Si estás en crisis, quizá puede que encuentres el texto y digas: “Ah, ahora lo entiendo”. No creo que el artículo pueda comenzar la crisis, tiene que haber algo antes. Si hay artículos escritos con el fin de cambiarle la vida a la gente y hacerle entender cosas que antes no había entendido, por lo general son textos muy malos: los libros de autoayuda o las novelas de Herman Hesse.
–En un artículo de 2000 que forma parte de Personas en loop, usted dijo que Britney Spears es un ejemplo del neoconservadurismo. ¿Le siguió los pasos desde entonces?
–Sí. Creo que, de algún modo, ella se escapó de la estructura binaria en la que estaba inmersa. El punto de este texto era la perspectiva clásica del hombre de que hay dos clases de mujeres: una para la sexualidad y otra que es buena. Cuando el burgués típico necesitaba dos mujeres para dos roles diferentes, cada mujer que entraba en contacto con él se alienaba porque debía cumplir con un rol o con el otro, sin poder hacer lo que quería. Esto es parte del folklore en cualquier lado. Pero hoy hay un nuevo ideal de mujer para los varones jóvenes, en el que una sola mujer tiene que llenar ambos roles. Britney Spears, por caso. Pero entonces el problema se “soluciona” empeorando las cosas para las mujeres. Por otra parte, la idea estructurada persiste en la mente del hombre: es la misma idea, sólo que la persona que tiene que llenarla debe trabajar más duramente. Para volver a su pregunta, creo que Britney Spears se libró de ese rol. Ahora es más o menos una estrella femenina como cualquier otra, básicamente sexy. Y eso es un trabajo mucho más sencillo. En la televisión norteamericana de los últimos diez años ha existido una especie de proyecto para mostrar a mujeres que son madres y vampiresas al mismo tiempo. Y ese proyecto ya no necesita de Britney Spears porque hay otras candidatas.
–¿Existe un modo para que una mujer evite esos estereotipos y sea exitosa como artista?
–Hay cientos de posibilidades. El problema está en la idea del modelo a seguir. Es lo mismo que reemplazar una estructura con otra, como hablábamos antes. Por otro lado, no sería tan radical sobre los modelos y diría que a veces hay algunos que son interesantes.
–¿Pero si se evita la idea del modelo a seguir y se piensa en una carrera artística para una cantante?
–Es que los músicos pop no tienen “carreras artísticas”, tienen que representar algo. Incluso en el sello independiente más oscuro, siempre tienen que representar algo. A eso también lo podemos llamar una forma de arte, porque implica cierta combinación de talentos y técnicas. Pero lo que producen y lo que representan son cosas diferentes. Y en cuanto a la representación, siempre estás atrapado. No creo que exista un modo de evitar quedar pegado a algún rol simplificado que produjiste. Lo mejor que podés hacer como músico pop es manejarlo de un modo distante, ya que no podés negarlo. “No tengo imagen, lo único que me interesa es ser un buen cantante”: pura mierda. Pero podés arreglártelas para ser inteligente al respecto. No sé, pienso en gente como The Magnetic Fields y otros que tienen ideas interesantes sobre este dilema.
–Eso de “no tengo imagen” es típico del rock argentino, con artistas que construyen una imagen sobre el supuesto de que carecen de ella.
–Eso es típico del rock, no existe en otras formas de la música pop. “No hacemos nada que no sea natural, simplemente somos así.” Esa es la posición típica del carácter dominante y hegemónico. “No soy nada específico: no soy negro, no soy gay, soy simplemente normal.” Ellos creen que todos los demás tienen una imagen construida y que ellos son naturales, y nunca se dan cuenta de que lo que son también fue construido. Por supuesto que en el rock hay gente que está consciente y que piensa sobre estas cosas, pero la mayoría son los que dicen ser naturales. Y si actuás de esa manera, nadie te contradice y sos exitoso, creés que tenés razón. Estaba a punto de decir que es la clásica idea de los Rolling Stones, pero al menos ellos siempre han sido forzados a salir de ese lugar por un rato. De todos modos, siempre quisieron ser así, aunque no les resultó tan fácil. Al menos mientras vivió Brian Jones: cuando él murió, el estilo los abandonó.

Compartir: 

Twitter

Diederichsen pasó por Buenos Aires para presentar su libro en el Instituto Goethe.
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.