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Miércoles, 8 de diciembre de 2010

NOTABLE PRESENTACIóN DE RENAUD GARCíA-FONS Y LA LíNEA DEL SUR

El virtuosismo como parte esencial de la estética

 Por Diego Fischerman

El virtuosismo mantiene con la idea del arte una relación tensa. La técnica deslumbra, el prodigio asombra pero, se dice, debe ser un vehículo para otra cosa. Las piezas para clave de Domenico Scarlatti son virtuosas. Y lo son las arias de las óperas, y los conciertos para violín y orquesta y hasta el punto más alto y más puro de la supuesta “música pura”: las obras para teclado de Johann Sebastian Bach o las últimas sonatas para piano de Beethoven. A lo largo de la historia, personajes como Frescobaldi, Tartini, Paganini o Liszt (y por qué no Jimmy Page o Hendrix o Ritchie Blackmore) maravillaron a sus contemporáneos con músicas donde uno de los atractivos era, sin duda, el hecho de que sólo ellos podían tocarlas. El contrabajista Renaud García-Fons es un virtuoso hasta el extremo de lo posible y, tal vez, más allá. Hace lo que ningún otro podría soñar siquiera que pudiera hacerse con su instrumento. Y el resto del grupo La Línea del Sur no le va en zaga. Lo interesante es que ese portento, en lugar de ser un elemento decorativo, un agregado, una banalidad, resulta absolutamente constitutivo de la estética.

En ese sentido, lo que sucede con la música de García-Fons no es diferente de lo que caracteriza a una de sus fuentes principales, el flamenco. Y, más atrás, a las nubas arábigas. También allí el dominio sobre el instrumento y su exhibición están lejos de lo puramente ornamental. Pero, si en la guitarra las velocísimas escalas, los frenos repentinos, los acentos asimétricos, resultan sorprendentes, en un instrumento como el contrabajo, naturalmente más lento y donde además se agrega la cuestión de la afinación, y en un cuarteto de ajuste sobrenatural, el resultado es directamente sobrecogedor. El comienzo, con un solo de contrabajo en el que García-Fons, a la manera árabe, introdujo primero el modo, luego el ritmo y finalmente el tema, dejó ya sentadas las bases de lo que vendría. Aunque el ina-gotable fluir de recursos haría que la música nunca se sintiera agotada o repetida. El contrabajista toca con los dedos o con arco, lo que es una simplificación porque en ambos casos maneja una infinidad de posibilidades, desde el golpe con el arco, la pulsación sobre el diapasón, el uso de armónicos, o de veloces ostinatos en arpegio contra la única variación de una nota (un poco a la manera de la polifonía oblicua en las suites para cello de Bach). Con una afinación de precisión sobrehumana –frecuentemente el contrabajista ataca la nota antes que el acordeón o la guitarra y lo hace a la altura exacta–, una agilidad que no registra antecedentes en ese instrumento y una imaginación en lo melódico y una capacidad para la sorpresa rítmica realmente únicas, García-Fons construye un discurso tan seductor como profundo.

Con algo del Return to Forever de Chick Corea a fines de los ’70 (y es que es posible que se trate de la influencia del flamenco en ambos y no de otra cosa) en el fenomenal acople del grupo y en sus quiebres de cintura a alta velocidad, en La Línea del Sur nada desentona. Rollando, con un set en el que el cajón ocupa un lugar preeminente y con una funcional diversidad de toques de sus manos o baquetas y escobillas, el excepcional Venitucci, tan andalusí en algunos momentos como francés en otros (la bellísima y meditativa “Gare Saint Charles” que llegó como último bis) y un Kiko Ruiz que bucea en los palos del flamenco insuflándoles vuelo y novedad, interactúan con García-Fons sin dejar lugares huecos ni momentos vacíos. Temas como el que le da nombre al grupo (y al disco editado el año pasado por el sello alemán Enja), “Caballera de la vida” o “Cante del barco” abrevan en varias tradiciones –la del jazz o, por lo menos, la de una música instrumental cuidadosamente elaborada, entre ellas– y se solazan en una música de impactante originalidad. Una música que, eventualmente, sólo podrían tocar García-Fons y su grupo.

Esta fue la primera actuación argentina del contrabajista, dentro del marco del Festival de Jazz de Buenos Aires, con un sonido excelente y ante una sala colmada. El público que, a la salida, pasó como plaga de langostas ante el pequeño puesto donde se vendían los discos y agotó todo lo que había en poco más de cinco minutos, escuchó con una entrega y ovacionó al grupo con un fervor pocas veces visto. Y es que lo que sucedió en el escenario tuvo todas las características de lo excepcional, de lo único e inolvidable. Incidentalmente, una de las consecuencias de este festival es, también, la posibilidad de que estos músicos toquen fuera de Buenos Aires. Para rezagados, repitientes o distantes, La Línea del Sur, que anoche repitió en Córdoba, hoy estará en Montevideo, mañana en Rosario –donde también actuará el pianista suizo Marc Perrenoud y ayer estuvo la Mingus Dynasty– y el viernes en Mar del Plata.

10-RENAUD GARCIA-FONS Y LA LINEA DEL SUR

Músicos: Renaud García-Fons (contrabajo de cinco cuerdas), David Venitucci (acordeón), Kiko Ruiz (guitarra flamenca) y Pascal Rollando (percusión)

Festival de Jazz de Buenos Aires, lunes 6, Samsung Studio.

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