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Sábado, 2 de mayo de 2015

LA GARGANTA PODEROSA PRESENTó SU LIBRO, CON BANDERA Y BOMBO

Un grito desde los márgenes al centro

La revista que, desde 2011, escriben los habitantes de villas porteñas, mostró en la feria su primer libro, que recopila entrevistas, editoriales y biografías de los comunicadores. La charla recorrió muchas historias de vida, unidas por el dolor y la lucha.

Seguramente en la Feria del Libro no hubo charla que se asemejara a la que ofreció el jueves La Garganta Poderosa. Por los bombos y los redoblantes. Por las banderas. Por el clima colectivo, corrido de los nombres propios. Por la extraordinaria cantidad de chicos y jóvenes que se acercaron extasiados a la Sala José Hernández, entregando revistas y stickers. Todo esto, de por sí, constituye un folklore que desentona con el carácter formal y prolijo del gran acontecimiento cultural. Además, y quizá sea esto lo fundamental, se produjo un traslado necesario: La Garganta gritó en la Feria del Libro la realidad de los barrios más castigados; trasladó el “margen” al “centro”. Gritó la dura realidad, aunque también el afán de lucha.

Los integrantes de ese proyecto comunicacional revolucionario que es La Garganta Poderosa –revista que, desde 2011, escriben los habitantes de villas porteñas– presentaron un libro que recopila entrevistas, editoriales y biografías de los comunicadores. En el centro de la tapa negra hay una fotografía de Kevin Molina, el niño de nueve años asesinado en Zavaleta en septiembre de 2013. A su alrededor están las imágenes de las figuras con las que los hacedores de La Garganta tuvieron la chance de conversar. Personajes grossos, se sabe: Osvaldo Bayer, Estela de Carlotto, Pepe Mujica, Evo Morales, Diego Maradona, Carlos Tevez y Nora Cortiñas, entre otros. El libro cuenta con un breve prólogo de Eduardo Galeano, que escribió días antes de morir, y una contratapa firmada por el Indio Solari.

No podría haber sido de otro modo: la charla fue fuertísima. Recorrió muchas historias de vida unidas por el dolor. Como lo viene haciendo en sus páginas, La Garganta vomitó su verdad. Una verdad que la mayoría de las veces queda oculta, tapada; la verdad que no llega o que llega a medias a las grandes empresas de comunicación. Verdades que generan una sensación de incredulidad en quien las oye, incluso cuando ya las conozca; que generan una pregunta que por simple parece ingenua: ¿Será posible que sucedan estas cosas? Subió al escenario Roxana, la mamá de Kevin; agradeció y estiró una bandera que decía “Kevin somos todos”. Daniela, una joven de Villa Fátima, contó que su mamá, que es diabética, casi se le muere un día de 2011 porque los médicos no querían meterse con la ambulancia por el pasillo que conducía a su vivienda. Bautista relató la historia que desembocó en la muerte de Gastón Arispe Huaman, de trece años: sucedió en la villa Rodrigo Bueno. El pequeño cayó en un pozo ciego. Si, como se les viene prometiendo a los vecinos, el barrio estuviera urbanizado, Gastón hoy estaría vivo.

De la mano de Nelson (de Jujuy) y Alejandra (de Zavaleta), las muertes evitables, la discriminación, la necesidad de educación y de urbanización, las carencias (de cloacas y agua, por ejemplo) y la problemática de que las ambulancias no llegan a los barrios fueron algunos de los tópicos que se repasaron. También hubo críticas a los medios masivos. En el escenario estaba, junto a los miembros de La Garganta, Eduardo Anguita, quien homenajeó a “los mártires de Flores”: Orlando y Rodrigo Camacho, los nenes que quedaron atrapados en el incendio de un taller clandestino. Había distintas banderas alrededor del escenario: una recordaba a los 30 mil desaparecidos, otra repudiaba al “abandono policial” que se llevó a Kevin, y en otra, que colgaba al frente de las sillas, estaban los rostros del Che Guevara y de Rodolfo Walsh, y de otros pilares que guían esta construcción colectiva. Una pantalla grande ampliaba las caras de gente como Félix Díaz y Bayer. Ricardo Mollo y Gustavo Cordera se sumaron al encuentro. Con el líder de Divididos, que entonó “¿Qué ves?”, jóvenes de La Garganta cantaron un tema propio que sintetizaba el carácter de la jornada: “Ya no hay excusa, la voz es tuya. Ya no hagan oídos sordos. Es la voz del barrio”.

En la mesa estaba también Nicolás Trotta, de Editorial Octubre. Fueron intensas las palabras del periodista Nacho Levy, llegando al final. Con una remera que preguntaba por el paradero del joven cordobés Facundo Rivera Alegre, Levy habló en nombre de las quince asambleas que conforman La Poderosa en distintas provincias. La Poderosa es una organización social que existe hace más de una década, en el marco de la cual nació La Garganta. “No necesitamos más o mejores voceros. Los ‘sin voz’ nunca existieron. El problema es un modo de hacer política que traza una grieta horizontal, que propone lo mismo que la literatura y el arte: todos los negros fuera de foco, a sostener los palos de las banderas; los blancos, al escenario. Las decisiones en un hotel de Microcentro o de Puerto Madero. ¡Queremos a la política y la literatura en manos de los referentes de nuestros barrios! Sentados por ahí, entre todos ustedes, están los próceres de nuestros barrios, los referentes que fundaron comedores cuando no había qué morfar, y escuelas cuando no había dónde estudiar. Ellos no merecen notas, premios ni escenario... la vienen aguantando para que ahora podamos gritar. A nuestros barrios no les faltaba voz. Les faltaba un canal. Una garganta. Que nos enorgullece porque es libre”, dijo. Damián, Sol, Guadalupe y Daniel, cuatro de los responsables de la edición del libro, fueron invitados al escenario. Una chacarera que bailaron los chicos de Rodrigo Bueno –“a través de ellos vive Gastón”, resaltó Levy– puso fin a otro grito justo y necesario de La Garganta.

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Los trabajadores de La Garganta Poderosa junto a Ricardo Mollo.
Imagen: Carolina Camps
 
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