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Viernes, 5 de enero de 2007

MAS REACCIONES POR LA SITUACION EN LA BIBLIOTECA

Una guerra de comunicados

La renuncia del subdirector de la Biblioteca Nacional, Horacio Tarcus, continúa generando reacciones y enfrentamientos en el campo cultural. La circulación de dos cartas –firmadas por intelectuales, investigadores, historiadores escritores y críticos– pone en evidencia dos visiones sobre cómo gestionar el organismo que, aunque no sean incompatibles, parecería que no pueden alcanzar una síntesis. “El certero diagnóstico sobre el sombrío estado de la Biblioteca Nacional que detalla Tarcus en su renuncia es lo que cada uno de nosotros puede avalar por propia experiencia como lectores e investigadores”, plantean, entre otros, Luis Alberto Romero, Adrián Gorelik, Hilda Sabato –quien renunció al Consejo Asesor de Investigadores–, Beatriz Sarlo, Silvia Sigal, Felipe Pigna, Oscar Terán, Sylvia Saítta, Andrea Giunta y José Emilio Burucúa. “La oposición unilateral entre modernización y tradición empobrece problemáticas mucho más ricas y complejas, y retrotrae el debate a una dicotomía que no hace justicia al presente de la Biblioteca Nacional”, señalan David Viñas, León Rozitchner, Christian Ferrer, María Pía López, Guillermo Korn, Verónica Gago, Gabriela García Cedro, Susana Cella y Daniel Freidemberg, entre otros, en el texto de apoyo a la gestión del director, Horacio González.

En la carta de apoyo al subdirector renunciante, los intelectuales coinciden con el diagnóstico trazado por Tarcus en el texto de su renuncia y con la necesidad de modernizar la gestión bibliotecológica, el inventario e informatización de su patrimonio bibliográfico, “de modo de convertir a la Biblioteca Nacional en el centro de un moderno sistema bibliotecológico nacional y reservorio principal de la producción editorial”. Los firmantes que defienden la gestión de González rechazan que la Biblioteca esté atravesando por un momento sombrío. “No hay ninguna oposición, al contrario, entre biblioteca y actividad cultural, entre atención a los investigadores y apertura a un público amplio, entre excelencia técnica y mejora de la situación laboral y económica del personal de la institución. Todo esto no depende de una persona, de este o aquel nombre propio, sino de los acuerdos, discusiones y el trabajo de una comunidad integrada por lectores, investigadores, bibliotecarios y el conjunto de los trabajadores de la Biblioteca”.

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