Debe haber un bar al que acuden, para calmar sus penas, policías intuitivos como Gil Grissom de CSI, Ryan Hardy de The Following, Rust Cohle de True Detective o Will Graham de Hannibal; incluso por ahí también pueden caer el experto en comportamiento de Lie to me. A esa peña de dolidos y seductores personajes de ficción llega un nuevo parroquiano: Tomás Sóller, el psicólogo versado en asesinos seriales de Homicidios, ficción que mañana tendrá su estreno a las 22 por Europa Europa. La única diferencia es que éste usa el idioma de Cervantes, porque su método deductivo es tan efectivo como fuera de lógica. “Sóller es un tanto indomable, un espíritu libre quizá, lo único que lo centra es su pasión por la psicología. Está en un momento relajado hasta que se encuentra con un asesinato ‘casi’ delante de sus narices y esto le va a poner la pila, le va a activar. Se va a involucrar, y le va a afectar a nivel personal, mucho más de lo que cree en un comienzo, ya no podrá andar dando sus respuestas irónicas como respuesta”, dice Eduardo Noriega (El Método, Plata Quemada, Tesis) a cargo del protagónico de la entrega de trece episodios.

La ficción española sitúa a un homicida insaciable en una universidad madrileña. Una ex novia de Sóller, la oficial Eva Hernández (Celia Freijeiro), lleva adelante el caso, complicando aún más las cosas. Devenido en profesor de esa casa de estudios, el psicólogo será una de las herramientas principales para detenerlo, el nexo con la policía y centro de obsesión del mismo criminal. Con un gran arco argumental –hay algunos poquísimos casos conclusivos– y una pretensión noir, Homicidios se ubica dentro del modelo prototípico del género thriller actual en la tevé. “Se la ha comparado con varios programas, Criminal Minds, por ejemplo. Pero yo creo que esta trama, con la ausencia física del asesino durante 12 capítulos, la hace distinta e interesante. Está muy bien construida la intriga”, asegura Noriega entrevistado por Página/12.

–Es bastante heterodoxo. No se siente responsable para seguir una metodología policial. Él es psicólogo y busca atajos para encontrarse con los sospechosos y averiguar aspectos que a un policía se le pueden escapar.

–Pues (se ríe), desde luego que le habría encantado entrevistar a Bosco e indagar en esos lados oscuros de la mente humana. Creo que ese guiño ya estaba en el libreto antes de que yo estuviera en la serie. Habría que preguntárselo a Miguel Sáez, el guionista. Luego se dio la coincidencia de que yo apareciese.

–El personaje, por su espíritu y metodología. Por ser una oveja negra, ya se irá descubriendo el porqué. Es alguien que encara lo profesional para tapar su vida personal, que es un tanto desastrosa. Y el hecho de que fuese uno solo el caso a investigar. Esa gran trama a resolver. Buscar a este asesino tan inteligente que engaña a la policía que va dando palos de ciego constantemente.

–Bueno, él es caótico y ella es la racionalidad. Se mantiene alejada de Sóller para no perder su compostura. Van a tener encuentros y desencuentros y no se va a resolver del modo más típico.

–Hay algunas características de psicopatía que se diferencian de las de un asesino. Todos podemos tener cierto grado de psicopatía y llevar una vida normal y corriente. Como los niños que torturan a animales. En algún momento de nuestra vida jugueteamos de gilipollas con eso. No creo que Sóller sea un psicópata, tiene un lado oscuro al que le cuesta enfrentarse porque sería asomarse al precipicio. Siendo psicólogo le cuesta analizarse a sí mismo.

–Me gustaron mucho los guiones como lector y eso tenía que ser atractivo para el público. Efectivamente la ficción televisiva española está evolucionando muchísimo, síntoma de esto es que se exporta y se adapta, técnicamente no tiene nada que envidiar a nadie.

–En principio no va a haber una segunda temporada. Cuando se estrenó generó mucho ruido en España, se habló de esa posibilidad, pero por ahora no se ha avanzado. No me molestaría para nada retomar a Sóller algunos años más tarde. Yo quedé encantado con el resultado.

–Exacto. Psicópatas y asesinos, a Sóller no le van a faltar.