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Viernes, 19 de septiembre de 2008

MUSICA › YAMANDU CARDOZO Y EL GRAN MOMENTO DE AGARRATE CATALINA

“La murga es una revancha popular”

La notable murga uruguaya, ganadora de los carnavales montevideanos 2005, 2006 y 2008, presenta hoy en el Coliseo El viaje, donde se anima a satirizar incluso a los viejos militantes. “Nos parece gracioso poder reírnos de la solemnidad”, dice Yamandú.

 Por Cristian Vitale

“En Uruguay quedan kilómetros de dignidad por recuperar, son los primeros pasos de un camino.”

Si existe un cabo que ata a la murga a su esencia es la tradición. La tradición, o algo que se le parece en tanto cruce generacional. Desde sus –imprecisos– orígenes se expresa por y para un ser colectivo transgeneracional: el uruguayo promedio, un sin edad de mate y termo, grapamiel y vamo’arriba. Así las cosas, no sorprende que Yamandú Cardozo ubique a su abuela como musa y parte de la murga del momento: Agarrate Catalina. Razones sobran. Primera: fue ella quien sugirió el nombre. “Era una frase que decía cuando presagiaba cierto peligro, un llamado de atención”, evoca él, recién bajado del barquito que lo depositó en Buenos Aires. Y en eso de mirar el pasado, el letrista –montevideano, 30 años– lo asocia a viejos combos: siete a siete es un empate, Yo quiero dormir con mamá, Amacalo Juan que es tu hijo, Tirate que hay arenita... “Nos parecía bien rescatar ese espíritu, hay como una reminiscencia”, sigue. Segunda: es el personaje al que Yamandú alude en la única pieza con estructura de canción de El viaje, disco que la Catalina presentará esta noche en el Teatro Coliseo. “Ella pregunta quién soy / la niebla, otra vez, lo invade todo”.

“Ella enfermó de Alzheimer”, esclarece. “Una vez la fui a ver a la casa de salud y no me conoció: ahí me cayó la ficha. Fui a casa y escribí algo para echarle alcohol a la herida y tratar de entender la realidad. Lo escribí como llorar: cuando se la mostré a Tabaré, nos abrazamos un rato largo.” Tabaré no es Vázquez, claro, sino su hermano –cuatro años menor–, junto a quien fogonea hace siete años esta yunta de murgueros (19 en total) que lleva cosechados tres lauros como mejor murga del Carnaval montevideano: 2005, 2006 y 2008. “La canción fue como una especie de despedida a ella: falleció en pleno Carnaval”, dice. En vida activa, la abuela fue quien se encargó de acunar y cuidar a los Cardozo brothers cuando, pequeños, no podían formar parte de la militancia política de sus padres. Una vivencia que lleva al director de Agarrate Catalina a asociar a su abuela con otro de los tópicos medulares del viaje: la militancia política. “Cuando ya era más grande y se había ido la dictadura, me fumé innumerables reuniones de comité, pegatinas y todo. Por eso, nos parece gracioso poder reírnos de la solemnidad que tienen los militantes, que tenemos. En esas reuniones llegamos a ver cosas increíbles: una vez, después de siete horas de discusión sobre uno de los puntos del debate, un compañero dijo: ‘Momentito, compañeros, que hay que ser más compañeros con los compañeros’. Para mí fue algo antológico”, se ríe.

–De ahí, se intuye, surgió la sátira propia de la murga para dedicarles un canto filoso a los viejos militantes...

–Y nos han pasado muchas más cosas graciosas: ver militantes-estereotipo sentados en el tablado con sus barbas inmensas, su boina, y la mujer señalándolo: “Sos vos, sos vos” (risas). Fue muy divertido, salvo cuando mi viejo casi me echa de casa.

–Hasta se le atrevieron a Fidel Castro cuando apareció en televisión con la campera Adidas.

–Vi esa imagen de Fidel por la CNN y me causó mucha gracia, me llevó a decir: “Bueno, qué hago usando Adidas o comprándome unos championes Nike que valen tres lucas”.

–Dado que la política es un tópico central de la murga, ¿cómo se paran ustedes frente al gobierno de Tabaré Vázquez? ¿Apoyo crítico?

–Yo todavía estoy esperanzado. Siento que hay un montón de cosas que no están buenas; veo que hay intentos, algunos bastante desacertados en su puntería, pero rescato el riesgo del que se mueve; el riesgo del intento. Hay una base de tipos que intenta velar por el bienestar de los más desprotegidos... el quid está no en que haya corrupción en un gobierno de izquierda, sino en cómo la izquierda actúa ante esa corrupción. Quedan kilómetros de dignidad por recuperar, pero se está ante los primeros pasos de un camino: hay cien años para atrás de un país desvalijado.

–Y ustedes, como murgueros, cumplen un rol central en esto. Cualquier gobernante uruguayo siempre tiene un ojo en las murgas...

–La murga es un león que ruge... en Carnaval son 25 haciendo funciones durante 45 días y diciendo cosas. Y no es que somos licenciados en ciencias de la comunicación o poetas bajados del Olimpo: somos gente de los barrios que estudia, trabaja y patea la calle... la murga es el medio de comunicación más popular y horizontal que tenemos en Uruguay. Los políticos, ante este fenómeno, tienen dos caminos: ir, reírse y bajar la cabeza, o calentarse viendo cómo todo el pueblo se ríe de su caricatura... La murga es como una pequeña revancha popular: en 45 días, lleva más gente que el fútbol todo el año. Es algo que da vuelta la ciudad de verdad.

El viaje está grabado en vivo, con el estudio móvil del sello Montevideo Music en el tablado. Juega en su barro. Y los textos, además de las corrosivas sátiras políticas, incluyen miradas autocríticas sobre prejuicios morales, sociales y culturales. Textos apoyados en otro recurso típico del género: la adaptación de músicas preexistentes. Por caso, “Canción con todos”, de César Isella, se sienta sobre “La Bolsa”, de Bersuit. “Parte de la sátira pasa por la música: hay una situación humorística por sí misma en el hecho de agarrar una melodía con un contenido asumido por toda la gente y variarle palabras para llevarla a un rumbo completamente distinto... eso genera de por sí una situación humorística.”

–Un llamado de atención, un intento de captar.

–Claro, porque la murga es un género que nace callejero y, como tal, conlleva un intento desesperado por comunicarse. Antes, los murguistas tenían que cantar sólo con sus voces, sin amplificación, en una esquina de cualquier ciudad y compitiendo contra los tranvías, los vendedores de billetes de lotería, de chorizos y eso... por eso la impostación vocal tan nasal, los trajes exagerados, las pinturas y las máscaras... es para que se vea desde dos cuadras. Las músicas preexistentes vienen de lo mismo: de alisar ruido y allanar camino. Nosotros llegamos a pegar System of a Down y Alfredo Zitarrosa, con Rubén Blades en el medio... más “exquisitos”, digamos, porque ya no tenemos que competir con el grito del canilla.

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