Domingo, 28 de diciembre de 2008 | Hoy
MUSICA › ANDREA ALVAREZ Y LAS CANCIONES DE DOBLE A, SU NUEVO DISCO
Para su flamante álbum, la baterista, percusionista y cantante contó con Jim Diamond, productor de lujo que trabajó con White Stripes. Pero la clave está en sus canciones urgentes: “Quise dejarme llevar por el riesgo de hacer algo diferente”.
Por Matías Córdoba
Una fotografía recorre las redacciones de todos los medios gráficos del país. En ella está Andrea Alvarez junto al productor Jim Diamond (White Stripes, Compulsive Gamblers), frente a una inmensa consola de sonido. Ambos parecen estar discutiendo. A. A, desgreñada, con una remera de Patti Smith, simula sorprenderse. El, con una lapicera roja en la mano, marca ¿tal vez? el ritmo de trabajo. “Jim es una persona muy sabia. Es muy tranquilo, muy expeditivo, hace todo fácil y es cero por ciento tensión nerviosa. En la sala siempre me bajaba los humos. Parecía que no estaba haciendo nada y estaba haciendo todo”, se emociona la baterista que supo poner sus músculos al servicio de Soda Stereo y Divididos.
Diamond es un productor extraño para estos tiempos: respira aires de Motown y prefiere grabar en cinta. Doble A, el último trabajo de Andrea Alvarez, es el resultado de la conexión entre dos personas salvajes. Hay ferocidad (“Nurse”, “Alter ego”) y medios tiempos (“¡Aleluya!”). De su discografía, el más resonante había sido ¿Dormís?, un álbum donde Alvarez salía desnuda en la portada. “Ahí me enganché en situaciones que no me hicieron bien. Ese proceso de trabajo no lo viví con tanta felicidad. En éste sí; eso fue lo único que me propuse: dejarme llevar por la felicidad y por un gran productor. No quería volver a hacer ciertas cosas. Y creo que este disco me salió bien”, se enorgullece.
–¿Qué fue lo que no quería volver a hacer?
–En todo el proceso de grabación aprendí muchas cosas. Entonces decidí asumir el riesgo de tocar algo diferente. No quería engancharme en ninguna situación de autoboicot. Quería hablar de cosas buenas. Lo único malo que me pasó fue que no me dieron la visa para viajar. Mi deseo era hacer un disco más rockero que los anteriores, en un mejor estudio, subir la apuesta. Yo no me arrepiento de mis trabajos, y mucho menos de lo que hice. Me arrepiento de las cosas que no hago. Por eso me fijo en todo.
–Habla de autoboicot, ¿hasta qué punto vuelca en el disco su vida personal?
–En todos los puntos (risas). Vuelco frases textuales, experiencias personales con mis parejas. Esta semana hubiera hecho cuatro o cinco temas nuevos (risas). Las relaciones amorosas son patéticas y graciosas si uno sabe reírse de eso. La incomunicación que hay entre las parejas, los traumas sin resolver, las cosas sin decir: ¡Este disco tiene todo eso!
–Sin embargo, en el librillo del disco afirma que todos los hechos relatados “son historias de ficción”.
–Sí, es verdad, pero nadie confiesa todo de su vida personal en un disco. Me parece un trabajo íntimo, como mi disco anterior, que me salió de las entrañas. Pero considero que este álbum es más de joda (risas). Si bien tiene drama, angustia por no encontrar el amor, también tiene más humor. Porque si no te reís de la vida, no existís. Todo tiene su lado gracioso. Y por más que cuente la intimidad más grande, nunca se cuenta todo. Uno se hace grande y piensa que la vida es tan corta que cree que hay que vivir las cosas lindas a pleno. Y me quiero matar cuando veo que hay personas que no lo ven así. Y dan vueltas y vueltas y se enroscan, en vez de vivir los momentos con felicidad. Yo junto todo lo que hablo con mis amigas, mis alumnas, amigos. Y eso fue a parar a las canciones.
Una voz, desmesurada, canta: “Solos/ vos y yo/ Sexo/ Cotillón/ Luz, cámara, acción”. Y luego, atronadora, arremete la banda, que se completa con Mauro Quintero en guitarra y Daniel “Nano” Casale en bajo. Las relaciones sexuales, el desconsuelo, las diferencias de género son algunos de los pilares que sostienen la lírica de Doble A. “A las mujeres nos cuesta mucho más que a los hombres establecernos en la escena del rock. Pero yo siempre tuve los palillos en la mano, y siempre laburé. Yo considero que a nosotras nos cuesta, pero porque comprometernos con lo que hacemos nos resulta complicado. Sentarse a componer, estudiar un instrumento, ser un determinado tipo de mujer, también se hace muy difícil”, explica Alvarez.
–¿Y alguna vez se sintió discriminada en la escena?
–No; pero el público en general no está acostumbrado a que en los grupos haya mujeres. ¿Por qué en Estados Unidos sí y acá no? Yo me pasé mucho tiempo tratando de no ser distinta. Y no la pasé bien, y cuando acepté las diferencias y las agrandé, fue cuando mejor me llevé con las diferencias. Entonces acá lo que falta es que se hable de problemas de género.
No está indignada; pero lo dice con los dientes apretados. Ella, una compositora con códigos, que se atrevió a salir desnuda en la portada de un álbum, a mostrar su rincón más estropeado por las malarias del amor, confiesa haberse enchufado tras cargarse las pilas doble A.
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