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Domingo, 18 de enero de 2009

MUSICA › LENINE, UNO DE LOS MUSICOS MAS INTERESANTES DE LA ESCENA BRASILEÑA ACTUAL

“Mi trabajo es una artesanía”

El artista pernambucano explora de manera original las variantes sonoras del Brasil, pero también del rock y el pop. Su nuevo disco, el brillante Labiata, tiene una versión en vinilo.

 Por Karina Micheletto

Si el Brasil tiene el raro privilegio de exportar su música al mundo, no siempre por los caminos estrictos del mainstream, probablemente Lenine sea la figura actual más representativa de ese logro verde amarelo. Nacido en Pernambuco, instalado desde hace 30 años en Río de Janeiro, su música explora de manera original las variantes sonoras del Brasil, pero también del rock, el pop o el funk; suena en las novelas o en versiones de gente como Maria Bethânia o Dionne Worwick. Se acaba de editar en la Argentina su nuevo disco, Labiata, donde fusiona lo eléctrico, lo electrónico y lo acústico con total naturalidad, en compañía de una banda con la que ya lleva quince años, y de invitados como Arnaldo Antunes o el quinteto de cuerdas con el que Chico César grabó De uns tempos pra cá, con la producción del mismo Lenine.

El disco se llama como una variedad de orquídeas algo camaleónica, que se adapta a cualquier medio y va variando su color (Lenine se declara amante de esta flor, y hasta tiene un orquideario en su finca de Petrópolis). Además del detalle de que casi todas las canciones se definieron en el estudio, en un proceso primero íntimo y, después, colectivo (el músico y compositor trabajaba una noche en cada tema, y lo grababan al día siguiente), el CD tiene una particularidad: tiene su versión en vinilo, ya que Lenine quiso darse el gusto de un registro analógico, buscando, como buen amante de la música, la mejor fidelidad de sonido posible hoy; y para eso se llegó hasta el Real World Studio, de Peter Gabriel, en Inglaterra.

El año pasado Lenine sorprendió en Buenos Aires ante un Gran Rex repleto y eufórico, en su primera visita al país, en un día de semana y, encima, mientras Boca y Fluminense jugaban la semifinal de la Copa Libertadores. El también dice sentirse sorprendido por aquel concierto: “Fue una gran experiencia para mí, no sabía con qué me iba a encontrar y resultó que el público conocía mis canciones, cantaba conmigo, lo sentí muy cerca. Un concierto como el del año pasado en Buenos Aires me confirma que es posible un acercamiento verdadero. Siempre digo que, a lo mejor por culpa del Tratado de Tordesillas, en el Brasil estamos un poco aislados de nuestros vecinos”, se ríe en diálogo telefónico con Página/12.

–En su caso es un hecho que las giras son más frecuentes por Europa y Estados Unidos que por Latinoamérica. ¿Eso también es por culpa del Tratado de Tordesillas?

–¡Yo creo que sí! (risas). Es evidente que el intercambio en la música nos ha costado tiempo. Ahora hay una generación que ha profundizado ese intercambio que quizá comenzó para generaciones anteriores con Astor Piazzolla, que era tan conocido en el Brasil como lo eran Chico Buarque, Caetano y toda la bossa nova en la Argentina. Para mí fue un gran placer descubrir que la Argentina tiene una historia con la música pop que es muy interesante, y que Brasil poco conoce. Y eso que conozco poco, sólo a los grandes, el Indio Solari, Soda Stereo y Charly García, pero es suficiente para saber que otros brasileños no conocen nada. Es hora de que en América del Sur las personas que producen cultura descubran una manera de viabilizar giras por su propio continente. Si uno va a la Argentina, por ejemplo, lograr llegar también a Uruguay y Paraguay. Ese es mi sueño.

–Algo así como poner en marcha el Mercosur cultural...

–Va más allá del Mercosur, tiene que ver con la latinidad. Es evidente que la herencia romana del latín es un lazo muy fuerte en nuestro continente. Yo me declaro latinófono, para mí es infinitamente más placentero dar un concierto en países que hablan lenguas latinas, hay una mejor comprensión de mi trabajo, sin dudas. Porque el cincuenta por ciento de mi trabajo son las palabras.

–¿Tanta importancia le da a la poesía en sus canciones?

–Absolutamente, para mí es la mitad del asunto. Entonces, cuando toco en República Checa, siento que el cincuenta por ciento de mi trabajo se escapa, queda solamente la posibilidad del entretenimiento de la música. Pero cuando hago un concierto en la Argentina, tengo la certeza de que el sesenta o el setenta por ciento de lo que hago es comprendido.

–Lo diferente de este disco es que todas las canciones fueron creadas directamente en estudio. ¿Por qué asumió ese riesgo?

–Es un tipo de riesgo calculado. Una primera cosa que descubrí hace ya mucho tiempo es que construí un público que espera de mí el riesgo todo el tiempo. Sé que tengo un público fiel que espera de mí que no me repita, ésa es una primera certeza. La segunda fue que también cambio la manera de producir las canciones, y pude sumar al proyecto la experiencia de una banda que ha tocado conmigo por más de quince años. Fue un riesgo, sí, pero no demasiado. Aposté a cierta intuición de organicidad que guió al proyecto. Fue una gran apuesta. No solamente el CD, también el vinilo que grabamos.

–¿Por qué ponerse a grabar un vinilo en la era digital?

–¡Para tener una pieza de museo! (risas). Fui a hacer la mezcla a Inglaterra, todo el proceso analógico se hizo en la cinta magnética, otra pieza de museo. Fue un gran trabajo de investigación con toda una tecnología que está desapareciendo. Pude comprobar lo que sospechaba, que en las formas de producción y reproducción sonora no se ha inventado nada digital que se compare con el proceso analógico. Hicimos una masterización solamente para el vinilo, imprimimos en EE.UU. Si puedes hacer una experiencia de hacer sonar un CD y un vinilo, tocando juntos al mismo tiempo, compruebas que la sonoridad es muy diferente. Habla del paso del tiempo: el pasado es el cd, el presente el pen drive, y el futuro, sin dudas, el vinilo. Estoy convencido de eso.

–¿Cree que existe alguna posibilidad de que la industria del disco le dé la razón?

–No lo sé, pero mi trabajo es una artesanía, yo transito en la industria, pero hago artesanías. A mí me interesan todas las formas de propagación de la música. Además, ¿qué es la industria del disco hoy? ¿Existe? Creo que lo que existen son nuevas modalidades de negocios.

–Suele tomarse mucho tiempo entre un disco de estudio y otro, ¿por qué?

–Me tomo unos tres años en promedio, no es tanto. Lo suficiente para poder salir a mostrarlo por aquí y por allá. Tengo la impresión de que todo lo que hago es un pretexto para viajar. Esa es mi pasión: conocer nuevos lugares, nueva gente, descubrir, intercambiar ideas.

–Así que en su caso la música no es un pretexto para conquistar mujeres.

–¡Nooo, por favor! Mi gran conquista es por una sola y gran mujer, que es la tierra (risas). Estoy casado hace treinta años, tengo tres hijos, ¡y en cuatro meses voy a ser abuelo! Tengo la certeza de que durante todos estos años la familia fue mi núcleo, mi centro, mi paraíso, mi sanidad. Una vez por año, esos viajes que tanto disfruto los hago con la familia, con todos. Dentro de poco comenzaré a viajar también con mi nieto, ja. ¡Ya estoy pensando en deseducar a ese niño!

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Lenine fusiona con naturalidad tradición y modernidad.
 
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