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Domingo, 28 de febrero de 2010

MUSICA › ENTREVISTA A BAT FOR LASHES, TELONERA DE LUJO

Universo mágico y ensoñador

La inglesa Natasha Khan, descendiente de paquistaníes, despliega en su proyecto una imaginería oscura, sensible y femenina, que le ganó comparaciones con Björk, PJ Harvey y Cat Power. ¿Será la nueva reina indie?

 Por Nina Biondi

Natasha Khan –compositora, intérprete y alma de Bat for Lashes– llega a la entrevista con Página/12 enfundada en una curiosa mezcla de kimono con casaca de karate estampada con flores. En unas horas, deberá preceder a sus coterráneos Coldplay en la cancha de River, en cuyo “dojo” ahora ella camina. Todo muy apropiado para alguien que, desde la portada del simple Daniel, demuestra su predilección por una clásica película de los ’80: Karate Kid. Y es que, en el mundo privado de Khan, las referencias mandan. Tanto las que hace sobre las cosas que le gustan, como las que los demás hacen sobre ella. Por ejemplo, se la menciona como posible candidata a ocupar el lugar que Björk dejó vacante en el momento en que empezó a hacer gorgoritos con la boca, o se la compara con lo más oscuro de PJ Harvey o Cat Power. La imaginería del universo Bat for Lashes, desplegada en Fur and Gold (2006) y Two Suns (2009), alude a un lugar mágico, oscuro, ensoñador –adjetivos posibles para describir su música– y, sobre todo, sensible y femenino. Tan femenino que, como si no fuera suficiente con ella misma, armada con una peluca rubia y una caja de maquillaje, Khan se inventó un alter ego llamado Pearl. Y tomó tal protagonismo dentro de Two Suns, que aparece en la contratapa, como si fuera el otro sol del título.

–Pearl surgió a partir de su necesidad de sentir Nueva York como era antes, como la describían Diane Arbus o Truman Capote. ¿El asunto de la dicotomía planteada vino antes del alter ego o es una reflexión a partir de la experiencia con ese personaje?

–El concepto de la dualidad nació en Nueva York y al terminar el disco vi todo claramente: estaba el tema de la lucha entre estas dos partes de mí, entre mi amante y yo, entre Inglaterra y Estados Unidos. Cuando me vestí como Pearl por primera vez, y mientras vivía esa experiencia, no era del todo consciente de hacia dónde me llevaba. Era más como un juego: me vestía, salíamos con mi novio a hacer películas, sacar fotos, paseábamos a la noche... Era una especie de proyecto artístico para mí, porque al principio me sentía un poco perdida y no sabía muy bien por dónde empezar. Cuando tuve las fotos de Pearl, las puse en un cuaderno donde hago dibujos, pego fotos y escribo cosas. De repente me encontré contando historias sobre ella, quién era, cómo se llamaba. Justo vi la película La noche del cazador, donde uno de los personajes es una nena chiquita que se llama Pearl, que pierde a sus padres y va por el río con su hermano. Entonces se me ocurrió que si ella creciera probablemente sería como esta mujer. Y dado que desarrollé el personaje mientras escribía las canciones del disco, ella empezó a aparecer cada vez más en las letras, en las canciones...

–En una entrevista mencionó su gran admiración por Lou Reed. ¿El concepto de “hombre de Nueva York” pudo haber influido para que se mudara allí durante la realización de Two Suns?

–La primera vez que fui a Nueva York tenía 20 años; hice el típico peregrinaje porque me gustaban Lou Reed, Andy Warhol... En esa época escuchaba mucho el disco Berlin, que es uno de mis favoritos, y creo que puede que haya una conexión, porque ése es un álbum conceptual, cuenta una historia, tiene personajes, y es muy extraño a la vez. Es sobre dos amantes, todo es bastante disfuncional, hay peleas y está el tema de la dualidad, así que puede estar todo un poco relacionado, pero de una forma bastante inconsciente.

–A partir de sus letras se puede deducir que su relación con los hombres es un poco tortuosa. ¿O simplemente es una forma más de contar una historia?

–En Two suns, específicamente, hay algo románticamente tormentoso. Hubo un amor muy grande en mi vida, algo muy emocional. Pero siento que en este momento ésa no es mi historia. A veces la gente aparece y realmente te vuelve loca, y ahora que salí de eso no creo que la próxima vez sea así. Pero también todo eso es una historia universal, es algo que la gente puede entender.

–Durante la época en la que grabó su debut Fur and Gold, usted trabajaba como maestra de plástica en un jardín de infantes. ¿Siente que la relación con chicos influyó de alguna forma en el disco?

–Definitivamente, esa experiencia me ayudó a liberar mi imaginación. Cuando estaba en la universidad hice una licenciatura en música, cine y artes, y mi tesis final fue sobre “Los artistas y la infancia”. Así que mi música está influida por la tradición de contar historias, los cuentos de hadas, lo salvaje, lo libre. Fue a partir de esa tesis que se me ocurrió trabajar con chicos: soy una persona bastante maternal, me gustan las familias, los niños, y todo eso es muy bueno para mi alma, me mantiene conectada, en la tierra.

–Su padre era jugador profesional de squash y entrenó a un campeón mundial. Usted mencionó que durante los partidos a los que asistió de pequeña sintió que se generaba una mística muy especial. ¿Tiene algo en común con la mística de una performance musical como la suya?

–La forma de la cancha de squash me remite a la forma del anfiteatro romano o a la de ciertos teatros, y creo que hay cierta similitud, ya que comparten el hecho de la creación de un lugar silencioso en donde todos miran hacia un mismo lado, como en una ceremonia. En el caso de los escenarios y los rings de box que están a una cierta altura, eso representa el deseo humano ser elevado. Es algo antiguo, es algo que las personas han hecho durante mucho tiempo.

–Su primer disco obtuvo dos nominaciones para los Brit Awards y la llevó de gira por todo el mundo. ¿Se imaginaba que alguna vez iba a tocar en lugares como... la Argentina?

–Estoy muy contenta de haber podido llegar a Buenos Aires, porque normalmente el circuito de giras se limita a Europa y Estados Unidos, así que me gusta mucho venir a un lugar que huele y luce diferente. Mis padres son de Paquistán, que también es un lugar bastante cálido y colorido. Me gusta estar rodeada de tantos colores.

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Para su segundo disco, Khan se inventó un alter ego llamado Pearl.
 
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