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Martes, 2 de marzo de 2010

MUSICA › JOHN CALE REPASA PARTE DE SU GLORIOSO PASADO MUSICAL

El auténtico príncipe de Gales

Fue niño prodigio de la viola, vanguardista al lado de John Cage y La Monte Young, creador de The Velvet Underground junto a Lou Reed y productor de los debuts de The Stooges y Patti Smith. Sí, este músico de 67 años las hizo todas.

 Por Simon Price *

“Simplemente me escapé”, dice John Cale con ojos oscuros y tristes. “Pero me sentí culpable. Eso es lo que pasa con los traidores. No pensaba que hubiera hecho lo mejor por el lugar del que vengo.” No hace falta demasiado para que Cale se ponga a hablar sobre Gales, lo galés y por qué dejó todo atrás: durante los últimos doce meses, ha sido el foco principal de sus pensamientos. En persona, a los 67 años, el compositor de vanguardia, prolífico productor y leyenda de Velvet Underground hace pensar en la visión de un Tim Burton acerca de una estrella de rock veterana, con un acento alguna vez descripto como “mitad del Village, mitad de una villa galesa”.

Cale está en Londres para interpretar su disco clásico Paris 1919 el próximo viernes en el Royal Festival Hall, pero está preocupado por temas más cercanos a su hogar. Le pidieron que represente a Gales en la Bienal de Venecia del año pasado, y se puso a trabajar en Dark Days, una pieza multimedia “emocional y personal de 49 minutos, transmitida en cinco pantallas, acerca de su relación con su tierra natal. Aunque reside en Los Angeles, Cale mantiene un ojo atento a lo que pasa en Gales. Sólo tiene elogios para el ex primer ministro Rhodri Morgan y el progreso político hecho por la Asamblea Galesa en “presentar una cara solemne a Westminster”, y se considera a sí mismo un patriota antes que un nacionalista (“La palabra nacionalismo encierra un concepto atemorizante, con una historia demasiado profunda de agresión ciega”). Aún tiene familiares y amigos en el valle de Amman, y visita Galés de manera regular, pero Dark Days involucró un regreso al hogar que lo hizo mirar dentro de sí.

Con sonidos e imágenes, Cale volvió sobre sus pasos hasta su infancia. La parte más conmovedora fue retornar a la casa en la que creció, filmar el amanecer y grabar los sonidos del ambiente del lugar y el zumbido del tráfico distante. “Mientras buscaba la que había sido la ventana de mi habitación, me di cuenta de lo distinto que estaba todo, cómo se había urbanizado. Pero ciertas cosas no habían cambiado en absoluto. Miré al empapelado del techo ¡y pensé que recordaba haberlo puesto!”. Un tema que trata Dark Days es la relación de Cale con el idioma galés. Hoy habla su lengua materna “de modo vacilante”, pero aunque es el hijo de un minero de carbón inglés, durante los primeros siete años de su vida no pronunció otro idioma. “No pude hablar con mi padres hasta que tuve 7 años. El inglés era algo que aprendía en la escuela.” Cale culpa a su abuela, a quien describe como “feroz”, por alejarlo. “Ella no me gustaba para nada y yo no le gustaba a ella. Lo expresó de manera muy directa. Cuando mi mamá se enfermó y tuvieron que hacerle una mastectomía, recuerdo a mi abuela decirle a un vecino que preguntó cómo estaba Margaret: ‘Mire, nunca estuvo bien desde que lo tuvo a él’. Y yo sólo quería gritarle: ‘¡Ey, yo no hice nada!’. Eso me quedó en la mente”.

Nueva York no fue la primera escala de Cale. Fue miembro de la Orquesta Nacional Juvenil de Gales y, después de abandonar la escuela a principios de los ’60, se consiguió un lugar musical en el Goldsmiths College de Londres. Rápidamente consiguió una beca para Tanglewood, en Massachusetts, para tocar la viola con la Orquesta Sinfónica de Boston, donde trabajó con John Cage. Fue por una recomendación de éste que en 1963 Cale se fue a Nueva York, donde se unió al Teatro de Música Eterna de La Monte Young. Con Young, Cale aprendió la técnica del “drone”, que practicaba sosteniendo la misma nota durante horas y horas. Fue mientras estaba en la Gran Manzana que se hizo amigo íntimo de un joven compositor llamado Lou Reed. La dupla compartía todo: un departamento, agujas sucias y el virus de la hepatitis. Y formó una banda.

Con Sterling Morrison, amigo de Reed, y más tarde Moe Tucker, los Warlocks se convirtieron en los Falling Spikes, que a su vez mutaron a The Velvet Underground. Cuando VU llamó la atención de Andy Warhol, quien se convirtió en su manager y mentor, todo cambió. Los Velvet fueron designados como la banda de la casa en la Factory de Warhol, salieron de gira con el espectáculo Exploding Plastic Inevitable, y se convirtieron en los favoritos de los bajos fondos neoyorquinos.

Cale encajó al instante con la camarilla. “Había estado trabajando durante tres horas por día sosteniendo un drone y cuando fui a la Factory ellos tenían la misma ética de trabajo. Andy hacía películas y Gerard (Malanga) estaba tirado en el piso haciendo serigrafías. El trabajo era diversión y la diversión era trabajo.” Warhol le enseñó a Cale que “las herramientas del arte no son algo a lo que se le pueda poner la mano encima”. Y en The Velvet Underground, Cale, supuestamente bajista de la banda, les puso manos a varios instrumentos con gran resultado. El drone de viola icónico de “Venus in Furs” es su obra, igual que el órgano distorsionado en los 17 minutos de “Sister Ray”.

Los Velvet grabaron un disco debut, en colaboración con la dama de hielo alemana Nico, que no vendió mucho pero fue inconmensurablemente influyente, después otro (White Light/White Heat), y entonces empezaron a desintegrarse. “Lou echó a Andy y no le dijo a nadie”, recuerda Cale. “Yo estaba furioso por eso. Además, cuando empezamos, la composición era una colaboración entre los cuatro, sin resentimientos acerca de quién escribía qué parte, y todos compartíamos derechos de autor. Salimos juntos a promocionar el disco y todos obteníamos los beneficios. Había un elemento de confianza. Pero más tarde eso se convirtió en un conflicto y fue corrosivo.”

Cale fue uno de los primeros músicos de su generación en intentar con las artes oscuras del estudio de grabación. Después de dejar The Velvet Undeground en 1968, produjo el segundo disco de Nico, The Marble Index, y luego el epónimo The Stooges, en el que supervisó varios clásicos repletos de riffs, incluidos “No Fun”, “1969” y “I Wanna Be your Dog”. Durante los ’70 y los ’80, los servicios de Cale como productor fueron muy buscados. Al hacer el mojón que significó el debut del Patti Smith Group, Horses, Cale perdió la cabeza: comparó la experiencia con hacer sombra, como en boxeo. Una década más tarde, le pidieron a Cale que produjera el debut de los Happy Mondays, una experiencia que describe como “una muy rápida pesadilla”. “Justo acababa de abandonar el alcohol. La banda se quejaba de que yo estaba en la onda saludable: todo lo que hacía era sentarme y comer mandarinas durante todo el día. Bez y Shaun (Ryder) tenían la maravillosa habilidad de entrar en un lugar y desenmarañar cualquier clase de cohesión que hubiera existido antes.”

El músico también se enganchó con Nico, que entonces vivía en Manchester y era adicta a la heroína, para un último álbum, Camera Obscura. Debe haber sido difícil ver a su amiga y alguna vez amante en un estado de declinación. El suspira. “Cada uno organiza su vida como puede. Ella organizó la suya en torno de una droga. Siempre había un momento (en el estudio) en el que aparecían las lágrimas. Ella se iba, uno hacía su adorno de los tracks, le hacías escuchar el resultado y entonces había lágrimas de felicidad: ‘¡Oooohhh, eeesss hermoso!’.” Cale fue amigo de los narcóticos durante décadas. “Uno toma drogas pensando ‘guau, voy a poder hacer mucho trabajo’. Y supongo que lo hice, pero nada como lo que logré sin ellas.” De todos modos, debe haber habido un momento en el que vio a las drogas como facilitadoras del proceso creativo, en lugar de una dificultad. “Sí, pero era una fantasía. Logré realizar mi proceso creativo, pero perdía mucho tiempo. Porque no tenía idea de cómo pasaba el tiempo cuando estaba en ese estado.”

El año pasado, Cale organizó un tributo ambulante a Nico, “Along the Borderline”, con varios cantantes invitadas. “La idea era que existe una rica veta de cantantes que adoran a Nico por lo que escribió y cantó, y que está sin explotar.” Su otro proyecto actual es recrear su propio álbum debut, Vintage Violence (1970). Cosa que podría parecer muy poco John Cale. ¿Por qué será que, de sus treinta álbumes solistas, Paris 1919 es el que se destaca como el que hay que escuchar. “Quizá sea porque era fino y bastante aplomado. Tenía cualidades míticas. En esa época estaba en Warner Bros, era 1972, en medio de la Guerra Fría, y pensé ‘¿dónde comenzó todo esto?’ París, 1919.”

Una de las grabaciones solistas más celebradas de Cale es su versión de 1991 del “Hallelujah” de Leonard Cohen. Cale está desconcertado por la inesperada vida eterna de esa canción como un standard del showbiz. Más recientemente, también hizo un cover –brillante– de “All My Friends”, de LCD Soundsystem, para un single. ¿Conocerá “Losing My Edge”, la canción de esa banda en la que el protagonista, como una versión del Demonio de “Sympathy for the Devil” de los Stones, se jacta de haber estado presente en cada momento decisivo de la historia de la música? No, no la conoce, pero lo cierto es que describe bastante bien a Cale. “No toco en funerales o bodas”, se ríe. “Pero he abierto y cerrado un montón de clubes.”

The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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El año pasado, Cale fue nombrado representante galés ante la Bienal de Venecia.
 
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