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Lunes, 8 de marzo de 2010

MUSICA › LIGIA PIRO Y “SEGúN PASAN LOS AñOS”, SU NUEVO ESPECTáCULO

“Nunca me gustó limitarme”

Desde mañana, en el Maipo, la cantante tendrá una invitada de lujo: su madre, Susana Rinaldi, con quien compartirá escenario por primera vez. Piro encarará un repertorio ecléctico: “Jazz, bossa nova y temas nuevos, que son parte de mi búsqueda actual”.

 Por Santiago Giordano

”Mi vieja siempre insistía en que lo cantara y yo no quería saber nada. Cada vez que me lo recomendaba, yo le decía que era un tema muy curtido, con muchas y buenas versiones, que no se le podía agregar nada...” Ligia Piro habla de “Según pasan los años” –“As Time Goes By”–, la canción de Herman Hupfeld con la que Sam removía melancolías en la Casablanca de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, que además es el nombre del espectáculo que la cantante estrenó en diciembre y que repondrá en el Teatro Maipo los martes 9, 16, 23 y 30 de marzo a las 21. También habla de su madre, Susana Rinaldi, que por primera vez canta como invitada en un show de su hija. “Hace tiempo que mamá viene insinuando que se retira. Yo no le creo, pero como tiene una personalidad de esas que la puede llevar a decidir abruptamente, tenía que apurarme a invitarla a un espectáculo mío”, explica Ligia y agrega: “En estos años se lo pedí muchas veces, pero ella nunca aceptó. Decía que no quería interferir en mi carrera y en cierta manera yo lo entendía. Ahora, como ya dijo todo, ya curtió todo y está de vuelta de muchas cosas, me animé a pedírselo otra vez. Aceptó, pero puso una condición: que cantáramos juntas ‘Según pasan los años’. Ahí entendí que cuando lo pedía para mis repertorios, en realidad era ella la que quería cantarlo”.

Canciones y tiempo. Tal vez dos maneras de nombrar lo mismo. En esa dimensión, Ligia Piro –hija también del bandoneonista y compositor Osvaldo Piro– conjuga clásicos como “Body & soul”, “Cry me a river” y “Angel Eyes”, con el tradicional mexicano “La llorona”, “Barro tal vez” de Luis Alberto Spinetta, y “Zamba de Juan Panadero”, de Leguizamón y Castilla. “Aparecen temas que tienen que ver con mi infancia, con la música que se escuchaba en mi casa. Hay cosas de jazz, alguna bossa nova y también incluyo temas nuevos, que son parte de mi búsqueda actual. En fin, se trata de un espectáculo con canciones que en definitiva tienen que ver con el paso del tiempo”, explica la cantante. “Con mamá cantamos juntas el tema que da nombre al espectáculo –continúa–, ella en una versión en castellano y yo en inglés, y algún vals. Después ella sola, entre otras cosas, hace ‘Cada vez que me recuerdes’, un tema hermoso que no había cantado antes.”

–¿El encuentro con su madre en un escenario se mantuvo en lo profesional o resultó más emotivo?

–Las dos cosas, por supuesto, y en ambos sentidos fue muy intenso. Al principio era mecánico y pautado: “Vos entrá por acá cuando suene tal música que te va a servir de entrada para tal tema”. Después, llegado el momento, se desataron las sensaciones y todo sucedió con naturalidad. Fue mucho más de lo que yo esperaba, en todo sentido, porque si por un lado está la gran admiración que siento por ella como artista, por el otro no puedo dejar de pensar que esa que entraba en un momento del show para cantar conmigo era mi mamá. Fue puro disfrute.

La solidez interpretativa y la versatilidad vocal de Piro, puesta a prueba en discos como LP (2003), Baby! (2006) y el más reciente Trece canciones de amor (2008) –los tres nominados a los Premios Gardel–, en esta oportunidad estará secundada por un notable grupo de músicos, que también se destacan por su versatilidad: Diego Schissi (piano y dirección), Pipi Piazzolla (batería), Juan Pablo Navarro (contrabajo), Alan Plachta (guitarra), Mario Gusso (percusión) y Paula Pomeraniec (violonchelo). “Una banda nueva es siempre un incentivo –asegura Ligia–; hacía mucho tiempo que con Diego (Schissi) hablábamos de hacer algo juntos y este espectáculo representaba una oportunidad inmejorable. Cambiar de músicos y encontrarse con gente nueva es una ocasión para renovar el intercambio de información y experiencias. Es otra escuela de vida.”

–¿Al cambiar de músicos, cambia en algo su manera de interpretar?

–Posiblemente, porque como intérprete voy a ese encuentro de manera casi instintiva. Que Diego se haya hecho cargo de la dirección musical y los arreglos tiene que ver, primero, con que es un artista inmenso, de una creatividad inagotable. A ese talento le suma una capacidad de apertura estilística notable, y eso es lo que busco. Quiero cantar cosas que me conmuevan y no tener prejuicios a la hora de poner “Zamba de Juan Panadero” en medio de “Summertime”. Ese es el lugar que estoy buscando y siento que desde ahí puedo aportar algo. Por supuesto que después es el público será el que decida.

–Es decir que la etapa de Trece canciones de amor queda cerrada.

–Para nada. Ese fue un disco muy grosso, que gustó mucho y que a Ricardo (Lew) y a mí nos encantó. Durante este año, sin apuro, vamos a grabar una segunda parte, con el mismo tono intimista de la primera.

–Desde un género muchas veces limitado comercialmente como el jazz, usted logró una presencia que va más allá de los clubes de especialistas. ¿A qué cree que se debe?

–Siento que pasé la etapa de los especialistas hace tiempo. Siempre pensé que no era justo tomar al jazz como una música para cierta elite y mucho menos discriminar a quien quiere escuchar. Como público nunca me gustó limitarme. Aunque muchas veces pueda escuchar cosas que resultan “un moño” de complicadas y no las comprendo, no prejuzgo y mantengo una actitud abierta, como público y como artista. El reconocimiento de la gente y el lugar en el que me pusieron los medios me comprometían a trascender. Me di cuenta de eso cuando empecé a ir a cantar a las provincias. Cuando vi lo que sucedía ahí sentí que una prácticamente se boicoteaba como artista cantando en espacios limitados. Llenar un teatro en Córdoba, Salta o Rosario es una sensación muy fuerte. Sentir que despertás interés te carga las pilas para seguir, te da la pauta de que podés vivir de lo que hacés. Y eso es inconmensurable.

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“Es un espectáculo con canciones que en definitiva tienen que ver con el paso del tiempo”, define Piro.
 
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