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Martes, 1 de junio de 2010

MUSICA › MADELEINE PEYROUX SE PRESENTARá EL JUEVES EN EL GRAN REX

Una contadora de canciones

La cantante estadounidense regresa a Buenos Aires para mostrar algunas de sus creaciones recientes, que todavía no grabó, además de temas de sus cinco discos. “Me considero una intérprete, pero estoy aprendiendo a componer”, afirma.

 Por Santiago Giordano

Como la de Billie Holliday, por ejemplo, la delgadez de su voz tiene ese toque de ingenuidad que por momentos sabe a pregunta indiscreta. Es una mezcla rara, algo infantil y algo sensual. Con la misma transparencia va del blues a la balada, del country al jazz, al pop o al funky, y es capaz de zanjar eventuales diferencias con la misma mesura. Madeleine Peyroux es una de esas cantantes cuya medida es el lado más amplio del jazz. Desde ese lugar también compone sus propios temas, como dejó sentado en Bar Bones, el disco que editó el año pasado, y en Somethin’ Grand, el DVD que, entre otras cosas, recoge un concierto en vivo en Los Angeles. La vocalista estadounidense se presentará el jueves a las 21.30 en el Teatro Gran Rex, en la que será su segunda visita a Buenos Aires. “Estaré con mi banda completa: trompeta, guitarra, órgano Hammond, piano, bajo y batería –adelanta la cantante en conversación con Página/12–. Básicamente tocaremos temas de mis cinco discos, además de algunas canciones nuevas. Y aun si cubriremos muchos territorios diferentes –blues, jazz, funky, folk–, todo estará basado alrededor de la canción. Mi show es lo que dicen las canciones. Soy como una cuentacuentos con canciones.”

–En su último disco grabó sólo canciones propias. ¿Por qué tomó esa decisión?

–Me considero ante todo una intérprete, pero realmente amo escribir canciones y no pude evitar la tentación de hacer un disco sólo con ellas. Creo que son la manera de comunicar más importante y más simple. Siempre quise ser capaz de escribir canciones, aunque sabía que era algo muy difícil. Escribir es un problema grande, por eso esperé un largo tiempo para hacerlo. Estuve ocupada en hacer mis discos como intérprete de canciones de otros, pero en un momento sentí que necesitaba asumir el riesgo. O mejor dicho, emprender esta aventura.

–¿Cuáles fueron sus influencias, primero como cantante y ahora como creadora de canciones?

–Como cantante están todos los grandes del jazz, naturalmente: Louis Armstrong y Billie Holliday, y el blues de Bessie Smith. En cuanto a la composición, siempre la pensé como una forma distante de poesía. Amo la poesía y por lo tanto amo a los escritores de canciones con sentido poético: Leonard Cohen, Bob Dylan y Tom Waits, por ejemplo. Y, por supuesto, también están los compositores y autores clásicos de la música norteamericana, como Jerome Kern, por ejemplo. Todos los grandes escritores de la música norteamericana son importantes para mí. Pero en este momento gran parte de mi atención está centrada en los escritores de canciones folk, porque el folk es una de las formas artísticas recientes más grandes. Cuando apareció, con Bob Dylan, en los ’60, se volvió una forma universal y dejó de ser sólo una forma local.

–¿Qué temas o situaciones la movilizan a escribir canciones?

–Sé que estoy aprendiendo a ser una autora de canciones, por lo tanto mis formas de trabajo cambian todos los días. Por supuesto, mi vida es una parte de lo que aparece y puedo recoger en las canciones. Quisiera ser capaz de escribir sobre la gente que es importante en mi vida, pero sobre todo pienso en la lucha por ser feliz. Creo que ésa es mi mayor pregunta: cómo podemos ser felices en la vida. O mejor dicho, si podemos ser felices. Eso es lo que quiero descubrir. Quiero entender si eso es posible mirándonos a nosotros mismos, porque no quiero ser ignorante de mí misma, para poder ser feliz de ese modo. Ese es el problema: saber, y ser capaz de ser feliz con eso.

–¿Qué conoce de la música argentina?

–Estuve sólo una vez en la Argentina antes de esta visita y tengo un recuerdo imborrable de aquel viaje. Me quedé tres noches en Buenos Aires, una de ellas la pasé viendo y escuchando tango. Fue toda la noche, hasta el alba. Y, lo digo en serio, nunca me olvidaré de esa noche. Los movimientos del tango me resultaron muy inspiradores, visual y musicalmente. La forma en que el espíritu de la música se volvía parte de mi cuerpo cuando veía bailar tango fue impresionante para mí. También lo fue la manera en que la emoción colectiva se hacía parte de la música. Eso me inspiró a pensar en esas otras partes de la música que nunca antes había tenido en cuenta, por ejemplo el aspecto físico. Creo que desde entonces esa cuestión física que tiene la música del tango comenzó a estar mucho más presente para mí. Entendí que la danza es muy importante para entender qué es lo que te mantiene enganchado a una música. Esa fue mi primera experiencia con la música argentina y esta vez espero descubrir más cosas.

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“Mi show es lo que dicen las canciones, todo se basa en ellas”, confiesa Peyroux.
 
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