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Lunes, 20 de febrero de 2006

MUSICA › LOS ROLLING STONES LLEGARON A BUENOS AIRES

El Carnaval se traslada a Núñez

Después del impresionante recital en Río de Janeiro la banda se prepara para su debut de mañana en la cancha de River.

Los Rolling Stones arribaron ayer a Buenos Aires, aunque sin la presencia de Mick Jagger, que prefirió quedarse unas horas más en Brasil, donde el sábado a la noche realizaron el mayor recital de su historia frente a más de un millón de espectadores. Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood llegaron al Aeropuerto Internacional de Ezeiza en medio de un amplio operativo de seguridad y ante la presencia de cientos de fanáticos que esperaron horas para ver la llegada de sus ídolos. Otro operativo similar con patrullas y motos se montó en las cercanías del Hotel Four Seasons de Buenos Aires, donde se hospeda el grupo. Allí, centenares de personas ansiosas también esperaron la llegada de los músicos, que ingresaron directamente al hotel sin saludar a sus seguidores, aunque los fanáticos permanecen frente al hospedaje a la espera de la aparición de los integrantes de la banda. En su tercera visita a la Argentina, los Stones actuarán mañana y el jueves próximo en la cancha de River.

La banda británica se aloja en La Mansión, una espléndida construcción estilo Belle Epoque contigua a la moderna torre del hotel cinco estrellas, que es ocupado en gran parte por decenas de personas que integran el equipo de logística. Para su estadía, los integrantes del grupo pidieron rosas rojas, champagne, agua mineral, vino tinto y carne argentina, además de un lugar donde poder hacer ejercicios. Jagger prefirió permanecer un día más en Río de Janeiro para disfrutar de la compañía de Lucas, su hijo con la modelo brasileña Luciana Jiménez. También se esperaba que visitara los ensayos de una scola do samba de la que la propia Jiménez es madrina.

Todavía resuenan los ecos de la impresionante presentación de los Stones en Copacabana. Tanto por el despliegue del grupo como por la conmoción social que provocó su presencia en Río de Janeiro. El concierto número 53 de su gira mundial fue distinto: gratuito y al aire libre, a la orilla del mar. Ayer por la mañana, todavía cientos de personas dormían en las arenas de la playa ebrios de alcohol y de rock, mientras un ejército de barrenderos recogía toneladas de basura. Un gigantesco operativo de seguridad, con apoyo de unos 10.000 policías, bomberos y guardias privados, logró mantener la situación bajo control. Según las últimas cifras, durante el espectáculo hubo 599 emergencias, la mayor parte relacionadas con el exceso de alcohol. Asimismo, tres personas fueron apuñaladas en un asalto y dos peleas y a una embarazada le llegaron los dolores del parto mientras bailaba al ritmo de la banda. Los bomberos también rescataron de las aguas del mar a veintinueve personas a punto de ahogarse al intentar sortear a la multitud nadando para acercarse al gigantesco escenario, cuya altura equivalía a la de un edificio de siete pisos. Y otras cuatro fueron salvadas tras el hundimiento de un catamarán. El concierto se grabó y en pocas semanas se convertirá en un DVD y un disco que darán testimonio de uno de los shows musicales más espectaculares de la historia.

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Jagger, como un pibe. No viajó con sus compañeros: se quedó un día más en Río, con su hijo brasileño.
 
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