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Viernes, 19 de noviembre de 2010

MUSICA › DIEGO SCHISSI ACTUA ESTA NOCHE EN EL CAFE VINILO

“No me atrevo a decir que hago tango”

Su disco anterior se llamaba Tren y allí el viaje de Diego Schissi se planteaba a partir de una idea riesgosa, en el mejor de los sentidos posibles de una palabra vapuleada. Un cuarteto de jazz y un cuarteto de cuerdas competían, se complementaban, se encimaban y gestaban, a partir de dos mundos, uno que no era exactamente igual a ninguno de ellos. El pianista y compositor, que fue uno de los integrantes del recordado Quinteto Urbano, en su nueva producción, Tongos, tangos improbables, que acaba de editar el sello Untref Sonoro, prueba otra vía: un quinteto donde él toca el piano junto a Guillermo Rubino en violín, Santiago Segret en bandoneón, Ismael Grossman en guitarra y Juan Pablo Navarro en contrabajo. “Buscaba algo que se construyera más en el momento de ser tocado; que fuera más fresco”, dice Schissi, comparando ambas estaciones.

Hoy y el próximo viernes 26, el Quinteto de Schissi presentará el disco en vivo en el Café Vinilo (Gorriti 3780). La música remite, explícitamente, al tango, pero nada hay aquí de esas caricaturas del último Piazzolla que la llamada fusión acostumbró a esperar ni, tampoco, de esforzada reconstrucción de estilos pasados. El tango no es una cita, en todo caso, sino, más bien, un gesto: una cierta manera de frasear, una posible melancolía, algún arrastre y algunas acentuaciones. Tampoco es jazz lo que se escucha, a menos que esa palabra designe más el espíritu de libertad

que un estilo en particular. Si a algo debiera parecerse la música de Schissi sería, tal vez, a Hermeto Pascoal y, sobre todo, por su pasión caníbal; por esa manera de fagocitar músicas para acabar siendo único.

“Este disco tiene, desde ya, elementos en común con el anterior, pero, también, muchas diferencias”, comenta el pianista. “Me sentía un poco lejano ya a lo que había hecho en Tren. Aquí hay una búsqueda de un sonido más espontáneo.” Lo que llama la atención, tanto en uno como en el otro, es el compromiso con la música hasta el punto de que cada uno genera su propia estética. Dicho de manera sencilla: las formaciones no son intercambiables. La música de Tongos sólo podría ser tocada por quienes lo hacen, de la misma manera en que el disco anterior tiene al doble cuarteto no como elemento decorativo o exterior, sino como principio constructivo. Como muchos argentinos, Schissi descubrió –o comenzó a descubrir– el tango estando lejos, mientras vivía y trabajaba como músico en Nueva York. Y sabe que no hay un tango, sino muchos. El que estudia sin parar, el que lo inspira y obsesiona, es el de la orquesta de Troilo. No es el único, pero allí encuentra a la vez la sutileza y la furia, el impulso y la dulzura. “No me atrevería a decir que hago tango”, dice, un poco en serio y un poco en broma. “Es una palabra demasiado cargada de historia. Por eso digo que hago tongos.”

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Schissi hace Tongos.
 
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