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Domingo, 19 de junio de 2011

MUSICA › TOMAS COOKMAN, UN REFERENTE DE LA INDUSTRIA MUSICAL DEL CONTINENTE

“Argentina tiene talento para recuperar su lugar mundial”

En toda América, la música en español habría escrito otra historia de no ser por Cookman, que supo manejar los asuntos de infinidad de artistas que no reconocieron fronteras. En esta entrevista exclusiva, el productor analiza pasado, presente y futuro.

 Por Luis Paz

“La idea de no participar de la industria es vieja, de cuando el trato entre el músico y los sellos era muy raro.”

La tranquilidad, la cordialidad y el interés sincero en la música que muestra Tomas Cookman son bienes escasos en el marco de una industria cuyos directores hablan de dinero y no de arte, en la que las compañías contratan y patrocinan espectáculos y no músicos, y en la que las direcciones de las áreas artísticas de las empresas culturales de gran escala están manejadas por personas con mayor muñeca para el marketing que para identificar las diferencias entre los Beatles y los Stones. Por supuesto, el director del sello Nacional Records, principal puente entre la música latina y el mercado estadounidense, comprende que pensar en términos de mercado, industria y negocio son esenciales para la supervivencia del entramado cultural independiente. Pero en la charla de la que participó recientemente en el marco del primer Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA) en Buenos Aires, insistió en aclarar a los músicos, productores y promotores presentes que “hay que estar alerta para generar negocios creativos, nuevos y que sean justos y sustentables”. De ese vórtice se ocupa en esta entrevista con Página/12, la única brindada a un medio en su reciente visita, que también le permitió anunciar la decimoprime-ra edición de la Latin Alternati-ve Music Conference (LAMC), el ciclo de conferencias, work-shops, conciertos y mesas de negocio que ideó en el umbral de este siglo y que dirige en el intento de posicionar y fortalecer a la música independiente iberoamericana en el mercado internacional, y acercarla a las nuevas dimensiones industriales y a las nuevas posibilidades comerciales que abren las tecnologías de la comunicación.

Uno de los andariveles por los que se desarrolló aquella charla en el MICA fue el espacio que la Argentina perdió en el mercado internacional. Más bien, el espacio sigue allí, la cuestión es que cambió el flujo: si durante décadas este país proveyó de historia, sonido y ritmo al rock y el pop de América latina, en los últimos años no sólo siguió sin poder establecerse en el mercado europeo y en el circuito anglo. Para más, se volvió más dependiente de su oferta que nunca antes para llenar los escenarios locales, y además cayó varios escalones entre la vanguardia de la música de la región. Basta revisar los últimos almanaques para notar no sólo el imparable huracán de bandas internacionales, sino también que, en los últimos tiempos, los espectáculos más convocantes han sido de bandas uruguayas (No Te Va Gustar, principalmente, pero también Cuarteto de Nos y La Vela Puerca) o puertorriqueñas como Calle 13; algunos de los conciertos más calientes han sido dados aquí por colombianos (Bomba Estéreo) y venezolanos (Los Amigos Invisibles), y parte de lo más notable de la música pop en español está sucediendo afuera: los chilenos Ana Tijoux (en parte francesa) y Gepe, los uruguayos Cursi, la brasileña Karina Buhr y los mexicanos Hello Seahorse!.

–Como promotor de la música latina, y dado que su principal trabajo se da internacionalmente, ¿por qué cree que Argentina haya perdido su condición exportadora para volverse importadora?

–Es una situación que tiene que ver con que durante muchos años, el rock barrial tuvo un alcance grandísimo. Y es un problema, porque el sonido del rock de barrio era muy argentino, imposible de exportar, y también las cosas de las que hablaba. Desde Los Piojos hasta Callejeros, era muy difícil que a alguien afuera de Argentina le pudiera interesar su música. Es como traer a El Tri a la Argentina, te vas a preguntar: “Y este bicho raro, ¿de qué canta?”. Durante muchos años no pude contratar grupos argentinos porque no eran de interés. Soda Stereo fue indudable, pero luego de eso, lo que se exportó fueron Babasónicos y Los Fabulosos Cadillacs, que son bandas que no suenan argentinas. Y hay otro problema que es que muchos grupos medianos y chicos estaban copiando esa estética y aún hoy siguen copiándola. Y les será igual de difícil sonar fuera de Argentina.

–Algo similar a lo que pasó durante tantos años con el rock francés, que sólo les importó a los franceses.

–El rock francés era como un chiste, ¿no? Era demasiado francés. Pero de repente, lo más cool del dance es francés, como Justice, y hay muy buenas bandas de rock francesas, como Phoenix. Es lo lindo que se da ahora: que cada región o país tiene su oportunidad de mostrar su música por lo menos una temporada. Argentina lo perdió, pero tiene suficiente talento como para recuperarlo. El único caso del rock barrial argentino que funcionó afuera fue Intoxicados, porque tenía un sonido más abierto. No vendimos muchos discos, pero pudimos meter algunos temas en programas de televisión, como C.S.I. Miami, y eso les generó un dinero y una repercusión.

–En los últimos años, no obstante, muchas bandas independientes han tocado fuera del país. Banda de Turistas en México y Colombia, El Mató a un Policía Motorizado en España y Brasil...

–Son bandas que no suenan muy argentinas. Lo único que suena muy argentino y exporta es el folklore. Lo más interesante del rock argentino hoy es underground, donde es impresionante la cantidad de bandas y el nivel que hay, en todos los géneros, desde el surf rock hasta la electrónica. La cantidad de bandas en Argentina es igual que en Londres o Estados Unidos. Aquí es muy fácil grabar un disco, fabricarlo y dejarlo en la Bond Street para que lo vendan. Pero hay tanto, tanto, que tenés que explorar para encontrar lo mejor, y las bandas deberían pensar en invertir para que su música llegue a más oídos y a mejores manos, porque hay cosas realmente muy buenas.

–Otra característica que pudo haber conspirado contra la capacidad exportadora de la música argentina pudo ser el hecho de que aquí se cultiva la idea de crecer “de espaldas a la industria”, ese espejismo de “no transar”. Pero es posible una industria independiente. ¿Usted qué opina?

–Esa idea de no participar de la industria es vieja y está basada en casos de años atrás, cuando el trato entre el músico y los sellos era muy raro, porque estaba dominado por los grandes sellos. Y además estaba la idea de que, por ejemplo, Nirvana no hacía negocios y que Kurt Cobain no iba a la televisión ni hacía entrevistas. Conozco al ex manager de Nirvana y ellos han ido a la televisión. OK, no hicieron playback, fueron inteligentes y supieron usar esos canales. Obviamente, tenés que hacer cosas con las que te sientas cómodo. Si Manu Chao da entrevistas, cualquier banda debería quitarse esa idea. Claro, si Manu Chao va a Radio Disney y le preguntan su color favorito, pues es su culpa. Pero necesitás de la industria para crecer: alguien que te edite, que te haga prensa.

–Su respuesta implica que el trato sello-artista es hoy mucho más simétrico. ¿Es así?

–Entre los sellos independientes, sí. Estoy de acuerdo con que las discográficas gigantescas no ofrecen buenos tratos y con que no hay que trabajar así, pero hay un montón de sellos medianos y pequeños que pueden ayudar a que crezcas como banda. Si no te das cuenta de que necesitás una industria, vas a estar llevándoles discos a los medios, yendo a distribuir tu disco por las tiendas. Y si sos músico, tenés que hacer canciones, no tendrías que estar ocupado de esas otras cosas. Hay sellos que respetan al músico, buscan trabajar en equipo y no corren detrás del dinero. Tenés que pensar en ellos porque la Argentina no es un mercado muy grande.

–De hecho, es un mercado concentrado en una ciudad, Buenos Aires, con algunos polos en Santa Fe, Córdoba y no mucho más. Cuyo mayor movimiento de público, para más, se da en el marco de unos pocos festivales y salas de conciertos.

–Claro, tienen cierta cantidad limitada de oportunidades de ventas. Inglaterra es un país pequeño pero tiene muchas ciudades importantes, con muchos lugares donde tocar en cada ciudad y para distintas cantidades de público. En Estados Unidos hay 500 millones de habitantes, 500 millones de posibles clientes. Tampoco podés distribuir tu disco por todo el país vos mismo. Es importante buscar socios que respeten la música y puedan ayudarte a tu banda a crecer, insisto con esa idea.

–Bueno, ése es el fundamento de la Latin Alternative Music Conference, conocida como LAMC, que usted creó y dirige.

–El MICA, la LAMC, el festival South by SouthWest (SxSW, en Texas) son ejemplos de industria que se basa en la música y en poder hacer tratos justos, en donde las bandas muestran sus canciones y pueden hacer negocios con sellos, productoras, consultoras. Este año será en el Hotel Roosevelt de Nueva York, del 6 al 8 de julio. Acreditamos a 1250 músicos, periodistas, productores, sellos y medios; y en los shows suele haber un público de diez mil personas por jornada. Algunos de los artistas que este año estarán son más tradicionales, como Jarabe de Palo o Los Lobos, y cosas más nuevas como Hello Seahorse!, Choc Quib Town o Rita Indiana.

–Este año, uno de los ejes será la relación de la producción musical con las herramientas web. Apple acaba de presentar iCloud, un servicio de consumo de música totalmente en Internet, mediante streaming (escucha online, sin necesidad de descargas). ¿Se acerca otro paradigma?

–Estamos en tiempos de plenos cambios y la música no es la excepción. Por ahora, parece que lo próximo es el consumo online, en la nube, pero no sabemos si va a funcionar. Sabemos que funciona de un modo gratuito, porque es lo que sucede con YouTube o Grooveshark. Pero porque Steve Jobs (dueño de Apple) lance el iCloud no se van a solucionar los problemas económicos de la industria. No obstante, es un paso inteligente para esta época de cambios, que puede funcionar.

–Apple ya había hecho escuela con iTunes, también.

–Apple es muy criticada, pero hay algo indudable que es que ellos crearon el modelo de negocios de la compra digital. La Ford ganó mucho dinero porque fue la primera en sacar un automóvil. En siglos se verá si en la historia queda la Ford o Chrysler. Por supuesto, Apple apoyó la música sobre todo porque vendía aparatos para escucharla, y la seguirá apoyando porque venderá el sistema en el que la escuches online, pero también es cierto que inventaron el modelo.

–Según ese razonamiento, el problema no son entonces los servicios o el acceso a la red sino la imposibilidad o la desidia de las compañías discográficas para adecuarse a este momento, ¿no?

–No es fácil ser un sello grande en estos tiempos. E imagino que aún hay amantes de la música y gente que es parte del negocio por la música en los sellos grandes, pero en líneas generales los sellos majors siguen publicando los nombres de siempre y no se arriesgan porque ya no son tan grandes como hace décadas, cuando podían firmar a cualquiera. Los sellos grandes primero se salvaron con el CD, porque un montón de gente volvió a comprar sus discos en ese formato. Luego fueron los DVD, las remasterizaciones, los discos en vivo. Parece que sacaran contenidos nuevos pero sólo son productos nuevos de los mismos nombres. Allí es donde los sellos indies se vuelven tan indispensables. Hay mucho talento y muchas oportunidades de negocios, pero no se puede saber cómo se van a combinar. Tengo fe en todos, por un lado, y no tengo fe en nada, a la vez.

–¿Hay algún problema más de fondo que le impida un optimismo pleno?

–La verdad es que la música no puede ser gratis siempre y mientras se siga pensando que sólo porque está disponible gratis esa obra es gratuita, no va a haber dinero en la industria para que se vuelva a fortalecer. De algo tiene que vivir la gente, de algún lado hay que sacar para comprar cables, guitarras, discos duros, camperas de cuero. Ni hablemos de la gente que vive de hacer promoción de las bandas, que habla con la gente de la radio, que manda discos a los medios; o de cubrir los gastos de grabación, videos, giras.

–Bueno, indudablemente hay gran cantidad de dinero todavía en la industria, sólo que las fuentes son distintas: el advertising y los patrocinios, ¿palian las pérdidas en las ventas?

–La ilusión es que ahora todos pueden hacer dinero tocando y no es así: los que ganaban mucho dinero antes, siguen ganándolo ahora con sus giras. Los que no, siguen sin ganar mucho. Unas cuantas bandas pueden girar y sacar lo necesario para que la banda siga existiendo, pero los shows no van a reemplazar la venta de discos. Y tampoco los sponsors y el advertising, en la medida en que los grupos y productores no se abran a tener socios para sus negocios. Las fuentes de ganancia han cambiado y hay que saber gastar menos para ganar menos. No es una matemática muy seductora, pero tal vez con ella tengamos más grupos teniendo lo suficiente para sobrevivir de la música y no sólo a los nombres sagrados con apoyo. Eso es importante para el crecimiento real de la industria en estos nuevos y a nivel mundial, se está hablando. La pasión por la música no se nos fue, pero sí la manera en que le dábamos de comer al monstruo.

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