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Sábado, 7 de enero de 2012

MUSICA › UN DVD INéDITO CON UNA ACTUACIóN DE JOBIM, VINICIUS Y TOQUINHO EN 1978

Tan intenso como fugaz e irrepetible

La edición que Página/12 ofrece mañana registra la presentación para la televisión suiza italiana del mismo elenco que se había presentado en el Canecâo de Río. El extraordinario reencuentro de dos de los fundadores de la bossa nova.

 Por Diego Fischerman

Había más de dos mil personas adentro y otras tantas afuera. El primer show había terminado, pero quienes estaban allí no querían retirarse y tuvieron que ser desalojados por la policía para que pudieran entrar los que desde hacía rato se sentaban en la vereda del Teatro Opera y habían cortado el tránsito de la calle Corrientes. Y es que, simplemente, en otra parte no cabían. “Yo no sé de dónde salió tanta gente”, contaría mucho después Alfredo Radoszynski, que participó en la producción de aquellas presentaciones. Era 1968. Y así fue el debut de Vinicius de Moraes en una ciudad que no dejó nunca de amarlo.

Ese comienzo estuvo enmarcado en una extraña “guerra del café”: un grupo de empresarios brasileños planificó una serie de conciertos porteños con el único fin de arrebatarle protagonismo a Juan Valdez, un supuesto cafetalero colombiano que se paseaba por los canales de la televisión argentina y cuya imagen aparecía en los paquetes del nuevo café Bogotá, “envasado al vacío total”. En un extremo del escenario estaban Vinicius y Dorival Caymmi y, según cuenta la investigadora y ensayista Liana Werner en su excelente Nuestro Vinicius. Vinicius de Moraes en el Río de la Plata (publicado por Sudamericana), “un par de pasos hacia atrás, como formando un vértice de una figura triangular, la guitarra fuera de todo recorrido turístico. La guitarra de Baden Powell. Oscar Castro Neves y el Cuarteto em Cy se agruparon en el otro lado. Entre ambas líneas, una batería daba el marco del acompañamiento”. Y Radoszynski, en ese entonces un personaje todavía secundario, sería más adelante el creador del sello Trova, el inventor de los discos de La Fusa y el artífice de uno de los éxitos más portentosos –y menos previsibles– de la historia de la industria discográfica argentina.

Allí, en esas presentaciones en La Fusa de Punta del Este, Mar del Plata y Buenos Aires, y en los discos que reproducían su clima, apareció el que sería, para muchos, el rostro definitivo de ese poeta y ex diplomático que compuso algunas de las canciones más exquisitas de su época: la voz íntima, cantando casi para sí mismo, la mesa delante, los cigarrillos y el vaso de whisky, y, detrás, la guitarra del fiel Toquinho, alguna cantante invitada (estuvieron Maria Creuza, Maria Bethania y Miúcha, la hermana de Chico Buarque) y una base rítmica. La actuación del 18 de octubre en los estudios de la Televisión de la Suiza italiana, que Página/12 publicará en DVD con su diario de mañana, es una síntesis y una culminación. Porque en esa actuación vuelve a encarnarse ese modelo único y en su mejor forma. Pero además porque ahí, igual que en el show que se había presentado en el Canecâo de Río de Janeiro, durante siete meses de 1977, estaba Antonio Carlos Jobim. El coautor de “Garota de Ipanema”, “A felicidade”, “Chega de saudade”, “Eu sei que vou te amar” e “Insensatez” aparece aquí tocando el piano y cantando junto a Vinicius, Miúcha, Toquinho, el notable flautista y saxofonista Roberto Sion, Azeitona en bajo, Mutinho en batería y Georgiana de Moraes en percusión. Un encuentro musical de una belleza singular. Y, también, un documento invalorable. Algo así como la filmación del big bang. El registro de algo tan intenso como fugaz e irrepetible.

En la década de 1970, Vinicius fue una figura central de la escena musical porteña. Frecuentó el departamento que Piri Lugones tenía en el edificio del Hogar Obrero, en Caballito, donde además de nacer Trova y la idea de los discos de La Fusa, se gestaron la Editorial Jorge Alvarez, el sello Mandioca, la edición de las obras de Rodolfo Walsh y, por si todo eso fuera poco, el tema “Avellaneda Blues” del grupo Manal. Escribió para diarios y revistas argentinas y hasta entrevistó a Borges para una de ellas. Fue admirador de Piazzolla, estuvo cuando él en el piano y Amelita Baltar como cantante hicieron escuchar por primera vez “Chiquilín de Bachín” y alguna vez pensó en montar un espectáculo junto a Horacio Ferrer, que se llamaría Los exiliados de la Cruz del Sur. Entretanto, sus canciones, esas que habían fundado uno de los géneros más ricos y potentes dentro de la música artística de tradición popular, seguían sonando. La vieja y buena bossa nova, surgida en los finales de la década de 1950, había sido canonizada por el mercado. El jazz la había bendecido, con nombres como el de Stan Getz, que grabó con Jobim y Joâo Gilberto (a quien, de paso, le robó la mujer), Paul Desmond, Jim Hall y Clare Fischer. Y el mundo del gran espectáculo la había recibido con beneplácito, de la mano de Frank Sinatra, que también grabó con Jobim. Gran parte de ese repertorio siguió estando en el universo de Vinicius. Y en esta presentación en la televisión suiza, cuya escenografía reproduce casi con exactitud la del fundante debut en el Opera de Buenos Aires, están, por ejemplo, “A felicidade” y “Chega de saudade”. También se escuchan algunos de los clásicos de Tom Jobim, como “Wave”, y de sus composiciones más recientes, como “Aguas de março”. Toquinho, preciso, el partenaire exacto, apenas reclama el protagonismo del que sabe acompañar con detallada precisión. Y Miúcha aporta encanto y calidez en sus interpretaciones. Este DVD aporta un material invalorable e inédito hasta el momento. Se trata del encuentro de dos de los grandes artistas de su época. Y es un encuentro lleno de la camaradería y el entendimiento de quienes no necesitan más que estar ahí, y mirarse apenas de reojo, para saber lo que los une. Dos que, al fin y al cabo, una y otra vez, y siempre de manera genial, repitieron aquel primer encuentro, cuando el poeta buscaba un músico para su obra Orfeu da conceiçâo y surgió aquella felicidad pobre del carnaval, acabada en la quarta feira, el día miércoles. La tristeza, sin embargo, tiene fin. La felicidad de ver y escuchar a Vinicius y Jobim, afortunadamente no.

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La actuación se concretó en la Televisión de la Suiza italiana el 18 de octubre de 1978.
 
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