de Steven Quale. Con Nicholas D’Agosto, Emma Bell y Arlen Escarpeta.

2011, 92 min. AVH.

Dirigida por Steven Quale, que se formó junto a James Cameron, esta quinta Destino final hace lo mismo que todas las demás, pero mejor. La preparación de cada escena culminante atiende a cada pequeño detalle con un goce de los preparativos digno de Brian De Palma (teniendo en cuenta que toda la serie se basa en sus escenas culminantes, la diferencia es clave). Las escenas de ejecución están vistas desde los ojos de la muerte antes que desde los de las víctimas, lo cual las vuelve infinitamente gozosas. Finalmente, el sentido del humor macabro está a la altura del Hitchcock más retorcido. Hablando de “retorcido”, prestar atención a la primera muerte, en un gimnasio. Súmesele una perfecta utilización del 3D y hay fiesta asegurada.

de Woody Allen. Con Owen Wilson, Rachel McAdams y Michael Sheen.

2011, 94 min. AVH.

Esta sección no ignora que ésta es la película de Woody que más gente vio y la que más amó en la última década, pero permanece inmune a esa ilusión colectiva. El comienzo, con su exposición de las más trajinadas postales parisienses, anticipa lo que vendrá: la más desaforada suma de lugares comunes que el cine contemporáneo haya destilado en mucho tiempo. Está la vulgata del escritor bloqueado, la de la novia turra (¡ay, Woody, esa misoginia!), la del yanqui facho (los futuros suegros del protagonista), la del académico pagado de sí mismo (el personaje de Michael Sheen) y, sobre todo, la cabalgata de clichés literario-culturales –Hemingway, Dalí, Picasso, Buñuel, la Piaf se ve que se escapó–, que parecen imaginados por la Chona.