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Miércoles, 16 de mayo de 2012

MUSICA › THE KOOKS HIZO DESBORDAR AL LUNA PARK EN SU SEGUNDA VISITA A BUENOS AIRES

Pop enérgico de adhesión instantánea

La banda liderada por Luke Pritchard construye su propio estilo a partir de múltiples influencias, pero lo hace con tal sutileza que esquiva el plagio. Y consigue buenos resultados con sus melodías efectivas y pegadizas.

 Por Joaquín Vismara

Con sólo 27 años, Luke Pritchard parece conocerse al detalle todos los rincones de la canción pop británica de las últimas cinco décadas. Su carrera comenzó en 2006 y abarca no más de tres discos, pero el líder de The Kooks no duda en apelar a la construcción del estilo propio a partir no de una, sino de varias influencias. Y todas ellas perceptibles, pero siempre con la sutileza suficiente para que la influencia no se convierta en plagio. Después de dos shows en La Trastienda con entradas agotadas en 2009, todo parecía indicar que el grupo de Brighton estaba próximo a dar un salto de convocatoria en Buenos Aires. Aun así, que The Kooks estuviera en condiciones de desbordar un Luna Park como ocurrió el pasado lunes no entraba ni en el más optimista de los pronósticos.

La breve trayectoria de The Kooks es una constante referencia a la cultura rock de su país: la banda tomó su nombre de una canción de David Bowie; Konk, su segundo disco, debe su título al estudio en el que fue grabado y que es propiedad de The Kinks (y varias de sus canciones remiten al grupo de los hermanos Davies), y hay en su obra constantes guiños a las melodías folk de los ’60, a The Police y Buzzcocks y, más cerca en el tiempo, a Babyshambles y The Thrills. El resultado de la mezcla es un pop enérgico y melódico de adhesión instantánea, una fórmula que dista de ser novedosa, pero que ya lleva años de eficacia comprobada a ambas orillas del Atlántico.

En escena, la banda tiene bien divididos los roles, y no deja nada librado al azar. El bajista Peter Denton y el baterista Paul Garred funcionan con la precisión de una pieza de relojería suiza, más centrados en mantener el ritmo que en sobresalir en lo suyo. En el lateral derecho del tablado, Hugh Harris dibuja arabescos de guitarra con más afán por la melodía que el virtuosismo, mientras Pritchard se vuelve el único foco de atención para el público. En el medio de un arranque con una canción de cada disco (“Is It Me”, “Always Where I Need to Be” y “Sofa Song”), el vocalista cumple con todas las indicaciones del rockstar carismático: se pasea por una pasarela, se levanta la remera para complacer a la platea femenina y arroja su sombrero al público tras una versión de “She Moves In Her Own Way”, de su debut Inside In/Inside Out.

Sin más recursos escénicos que cuatro telones blancos para atenuar los juegos de luces, la banda se defiende en vivo sólo con su propio repertorio, aun si eso significa tener que brindarle una batalla sin cuartel a la acústica deficiente del Luna Park. A sus fans poco parece importarles si las guitarras se pierden detrás de una batería mal ecualizada, si las melodías vocales quedan relegadas a un ultimísimo plano, o si la mordacidad punk de “If Only” atenta contra los límites de lo tolerable en términos auditivos. Como consciente de estos percances, Pritchard lleva el show al costado más íntimo posible con “Seaside”, para luego proponer un ambiente de fogón jamaiquino en “Tick of Time”, alternando el rol de voz líder con Harris.

Cerca del final, los guiños a los ’70 se hacen evidentes. Primero, la balada “How’d You Like That”, de su más reciente álbum, Junk Of the Heart, convierte a The Kooks en los émulos ideales del Elton John de Madman Across the Water. Pocos minutos después, los aires progresivos y teatrales de “The Saboteur”, con Pritchard impostando su voz mientras aporrea un piano eléctrico, desentonan con el resto de la propuesta y amenazan con desestabilizar el barco. Pero aquí nada está librado al azar: después de ese paso en falso, hits efervescentes como “See The Sun”, “Shine On” y “Eskimo Kiss” se mezclan con el guiño a la new wave ochentosa de “Do You Wanna” y confirman que The Kooks no reinventa nada, pero tampoco lo busca. Lo suyo no va más allá de escribir canciones efectivas y pegadizas, y el karaoke masivo por parte del público en la despedida con “Junk of the Heart (Happy)” y “Naive” sirven de confirmación de que sí, son buenos en esto.

7-THE KOOKS

Músicos: Luke Pritchard (voz y guitarra), Hugh Harris (guitarra y coros), Peter Denton (bajo y guitarra acústica), Paul Garred (batería y percusión).

Lugar: Luna Park, 14 de mayo

Público: 8 mil personas

Duración: 85 minutos

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Imagen: Jorge Larrosa
 
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