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Viernes, 26 de agosto de 2005

MUSICA › A77AQUE, SUS 18 AÑOS Y EL POST-CROMAÑON

“Este culebrón deja a la gente sin trabajo”

Este fin de semana presentarán el maratónico ciclo 77 canciones en 3 días, para un público que mantiene su fidelidad más allá de los hits pasajeros. A77aque, el grupo que creció sobre el escenario e hizo de Europa casi un segundo hogar, repasa su historia, habla de Favaloro y Zanon, y reflexiona sobre la tragedia que marcó al rock argentino.

 Por Eduardo Fabregat

Son, quizás, una de las bandas de rock más laburadoras. Desde hace 18 años, A77aque cultiva una carrera en la que hubo altísima exposición mediática y sus bajones, pero sus convicciones siempre fueron más allá del mero hit. Lo supieron con Hacelo por mí y lo saben ahora, que su disco Antihumano difundió canciones como Western, dedicada a René Favaloro, o Arrancacorazones, la balada rockera cantada por el guitarrista Mariano Martínez, que confirma la capacidad para pasar del punk más furioso a la canción capaz de sintonizar con el gran público. Certificando una vigencia sin maquillaje ni demagogias, A77aque armó una atípica fiesta: Obras será escenario de 77 canciones en 3 días, una ceremonia en la que la noche de hoy estará destinada a canciones “alternativas”, la de mañana a “clásicas” y la del domingo a las “punks”. Pero la charla con el cantante Ciro Pertusi y el baterista Leonardo De Cecco va más allá de cómo convivir casi dos décadas sin terminar a los cuchillazos y, de manera inevitable, tratándose de uno de los pocos grupos que asumió de entrada la necesidad de debatir el tema, lo sucedido en Cromañón terminará ganando la charla.
–¿Cómo se ensayan 77 canciones sin que se incendie la cabeza?
Leonardo De Cecco: –Se te incendia igual, aunque no quieras...
Ciro Pertusi: –Y además no fueron 77, fueron cien. Empezamos hace dos meses y fuimos clasificando.
–Semejante tarea de archivo los debe haber enfrentado a “otros” A77aque. ¿Qué descubrieron, con qué se encontraron?
C.P.: –El día punk era el más aguerrido, y habían canciones que ya no nos identificaban. Tenían su valor histórico, pero perdían sustento...
L.D.C.: –No pasaba nada.
C.P.: –Pero al mismo tiempo encontrábamos otras de esa época que tienen mucho que ver con nosotros ahora. Para el día alternativo no había tanta vuelta, y menos para el clásico. En el día punk hubo más ajustes, de pegar canciones, tratar de no saturar demasiado con la velocidad, que es una...
–Una ramonada... pero es lo que busca el pibe que va ese día, ¿no?
C.P.: –Las fechas están creadas para eso, y lo de hoy es muy especial para nosotros. Clásicos y punks hicimos toda la vida, pero a lo alternativo nunca le habíamos dedicado un show. Hay un segmento de canciones muy de construcción fogonera, otro con todos los reggaes juntos, y cuatro o cinco que tenemos con cuerdas, con un tinte más melancólico.
–Es raro que A77aque hable de “construcción fogonera”.
C.P.: –Es que el proceso fue muy interesante. Terminó el contrato de la casa en la que ensayábamos, guardamos todo en un depósito y agarramos poquitas cosas, una batería de estudio, y fuimos a mi casa e hicimos una especie de unplugged eléctrico: lo mismo pero sentados, la batería de estudio suena muy bajita e impone que todo el resto baje, y cantamos a capella. La voz era el parámetro.
L.D.C.: –Eso nos sirvió para recordar los temas, hay muchos que no tocábamos desde hace mil años.
C.P.: –Estuvo buenísimo, con otra onda, sentados, mirándonos, parábamos de tocar, tomábamos un tecito, jugábamos al Playstation, retomábamos. En el medio pintaban unas giras, pero ese lugar era intocable. Y al final, cuando necesitábamos el rock and roll, apareció la gente de la productora MTS, que nos ofreció El Teatro de Flores, el viejo Fénix, que lo estaban remodelando y en la lucha para habilitarlo. Es un teatro hermoso, ahí tocaron tantos...
–Pasaron 18 años juntos. ¿Cómo llevan la convivencia?
C.P.: –Lo bueno es confiar en lo que hace el otro, es central para que funcione lo artístico. Y tenés que lidiar con lo humano, somos personajes muy diferentes que coinciden en un montón de cosas. Cuando estás todos los días, las diferencias se enfrentan y hay que ser tolerante.
L.D.C.: –El respeto...
C.P.: –No meterte, bancar, decir: “Qué estoy por criticar yo que no pueda criticar frente al espejo”. Y no acumular un enfrentamiento. Guardarte un día para chocar, porque eso va a provocar lo de siempre, un buen abrazo. Al final del día es siempre lo mismo: chau, cuidate, que estés bien. El día que en la convivencia aparezca la posibilidad de perder la amistad, el cariño, ahí tenés que plantarte, se va uno, se va el otro, se separa el grupo o lo que sea.
–¿Alguna vez hicieron terapia?
L.D.C.: –Hacemos individual, pero fue algo que sin buscarlo se logró, volcando al grupo lo que decía el terapeuta de cada uno.
C.P.: –En vivo es un estado de gracia porque estás tocando. El estudio es un punto creativo, donde fantaseás con lo que vas produciendo y quizá se vuelve muy frío, y el show es muy caliente. El término medio es el ensayo: es un punto esencial para crear, sacar cosas, discutir, agarrarse a palos, divertirse. Es como el sexo, o la intimidad en una pareja. Tiene que tener su punto, no tiene que estar ni mamá ni papá, ningún testigo.
–¿Cómo es el vínculo con el público? En general, en los shows y en lo que habla la gente que los sigue, se advierte de movida un gran cariño.
C.P.: –Nosotros recibimos mucha buena onda, no nos podemos quejar, a veces tenemos que protegernos un poco para que en el abrazo no te rompan. Pero la gente te abraza, te acaricia, te quieren bien. Está eso, hay que cuidarse un poco de algo que no podemos manejar que es la hormona adolescente, porque te quiero te aporreo.
L.D.C.: –En estos años estamos más sueltos arriba del escenario, para tocar, disfrutar el momento de estar haciendo nuestra música frente al público. Y la gente lo nota, y creo que por eso nos demuestra ese cariño.
C.P.: –Es difícil salir abierto y sin miedo, bien parado, y mirándote con la gente. Yo antes me enfocaba en un punto y estaba bueno, y lo sigo haciendo en pasajes del show, pero hay momentos en los que estoy colgado en mirarme a los ojos con la gente, y es muy positivo.
–Y rompe un poco con eso del héroe arriba del escenario.
C.P.: –No es necesario llevar al público arriba del escenario y esa cosa demagógica de “ustedes son como nosotros”. Con algo tan simple como una mirada compartís más... Yo a veces estoy tocando y me estoy riendo, me estoy divirtiendo con lo que está pasando, por ahí veo a dos pibes que vi en el subte dos semanas atrás y me muestran una pulserita, “¿te acordás de esto?”, y yo me empiezo a reír, y estaba en La y aparezco en Do.
–¿Los sorprendió el éxito de Arrancacorazones o ya le tenían fe?
C.P.: –No, nos dábamos cuenta de cómo venía y por eso no lo pusimos adelante de entrada, salimos con Iemanjá como corte de difusión. Nos sorprendió Western, que fue una elección de la compañía... Era raro, pensamos que iban a elegir Arrancacorazones, u Ojos de perro, temas más light, pero salió Western y fue impresionante, nos sorprendió que nos viniera a hablar gente grande... En todos los hospitales donde voy me dicen: “Gracias, loco”. Hay muchos mercenarios en la rama, pero hay muchos que hacen un federalismo anónimo que nadie se acuerda. Mirá en qué cosas se vino a destacar esta región, nosotros le dedicamos Setentistas a los pibes de Zanon, que es una utopía hecha realidad, Grissinopoli, Brukman, esta gente que tiene que laburar, pelear el pan de cada día, la familia, su intimidad, y dedicarle tiempo a la tan mentada y bastardeada lucha.
–De la cual hay mucho discurso grandilocuente, pero esos casos lograron cambiar lo particular. Dieron un paso.
C.P.: –En Neuquén vimos mucho cariño, la gente apoyó esa lucha, y con la canción quisimos poner como la música de la boda, oficializar ese romance, que no olviden de lo que lograron. Están protagonizando un cambio. Estamos sumidos en un individualismo instalado por el menemismo. Siempre estuvo en el argentino, con el palazo de la dictadura la gente se recluyó en su propia cárcel de carne y hueso. Pero ese turro arrasó con todo, y es terrible ver cómo tanta gente festejó ese circo frívolo.
–Y las marcas que quedan...
C.P.: –Hay que darles la espalda, apagar la TV, es lo peor que les puede pasar. Ellos se manejan muy bien siendo cararrotas, salen a la calle después de la barbarie que han hecho, después de una AMIA... Lo peor que les puede pasar es la indiferencia. Sabemos la cantidad de bufones, periodistas que están ahí, siempre sobadores. No me gusta mucho usar el término “pueblo”, pero subestiman al pueblo, como diciendo “mirá a estos giles, me necesitan a mí”. La guita compra corazones, almas. Y no son improvisados, manejan la cosa psicológica.
–La derecha siempre es más pragmática.
C.P.: –La zurda está siempre peleada, en toda Latinoamérica. Por eso es tan importante lo de Zanon: la izquierda no está muerta.
–Ustedes fueron de los pocos que salieron a hablar inmediatamente después de Cromañón. ¿Qué análisis hacen hoy?
C.P.: –Está el dolor propio por las víctimas, porque nos duele a todos, aunque no podés comparar con el dolor de una madre, o de un padre. Pero dejando a un lado eso, la parte judicial, el culebrón de Chabán, Callejeros, los padres de las víctimas... acá hay uno que se está quedando afuera de todo, que es Aníbal Ibarra. El gobierno se lava las manos, todo recae en un montón de novelitas y ellos no solucionan nada, cerraron los dos lugares más importantes que teníamos... promiscuos o no, pero si eran promiscuos ellos eran cómplices. El sistema está creado desde hace décadas: mayor rentabilidad, menor costo. En este caso, el costo fue de vidas humanas. Sin querer amparar a Chabán, todos jugamos a lo que había. Estos ñatos cerraron dos lugares casi ejemplares, El Teatro de Federico Lacroze y el de Flores. Que tenían los mismos arreglos económicos para bandas grandes o chicas, y siempre atendieron las cosas con mucha responsabilidad, y ni hablar ahora. No los dejan hablar, los están diezmando, los tipos hacen todo lo que les piden y aún así no los dejan abrir. El Teatro de Lacroze tiene habilitación como discoteca para 1500 personas y como lugar de recitales para 900. ¿Cómo se explica? En el Fénix los vimos laburando todos los días. Y un día les hacen abrir una puerta en un lugar, otro día los hacen levantar todo. Hacen todo lo que hay que hacer, y se lo habilitan para... 500 personas. Y entran 1500.
–Después de no controlar nada, cayeron en la histeria de clausurar todo.
C.P.: –Son los lugares más importantes que hay para laburar. Si estos lugares estuvieran habilitados para 1500 personas, ya estaría bien para que funcionen y mantengan una infraestructura. Trabajarían de lunes a lunes con un montón de grupos, desde Cadena Perpetua, pasando por El Otro Yo, Arbol, Kapanga, Skay, La Mancha de Rolando, Pier, Almafuerte.... Señor Ibarra: estos grupos son formadores de opinión y no tienen trabajo. Si cree que hay que aplicarle ignífugo a todo, póngase ignífugo usted, pongámosle ignífugo a la Argentina porque esto se prende fuego.
–Es funcional a la derecha: cerramos todo, cerramos el rock.
C.P.: –Ahora el rock es un peligro. ¿Y qué pasa con los hospitales públicos? ¿Qué pasa con las escuelas públicas, con el deporte, que es todo un desastre? Me revienta que el culebrón es quién se lleva la culpa, y es una buena pantalla para que no se vea lo que está pasando, que están dejando un lucro cesante tremendo, dejan sin laburo a un montón de gente.
L.D.C.: –Y no sólo el músico, son todos, el fletero, el sonidista.
C.P.: –Es el viejo cuento argentino de siempre, a ver quién puede cargar con la cruz de toda esta sociedad.
L.D.C.: –Chabán no es un asesino, los Callejeros tampoco son asesinos.
C.P.: –O lo de Gieco. León da su opinión, hace un tema con el Pato Fontanet y lo quieren crucificar... macho, no podés desconfiar de León, es más bueno que Lassie. Hizo una cosa sentida y se puso en el lugar de Fontanet, que está en un infierno de sensaciones terrible, perdió familia, más allá de las negligencias que cometieron, que las tuvimos todos.
–Cargarle la culpa a uno solo es inútil: es una cadena de responsabilidades en la que estamos todos.
C.P.: –Hay un instinto natural de que alguien pague por nuestras culpas a ver si podemos barrer la suciedad bajo la alfombra y seguir con nuestras vidas. Pero cuando levantemos la alfombra, la suciedad va a seguir ahí, y la alfombra la vamos a levantar cuando nos pase lo mismo. Porque pasó en la AMIA, y me dicen que lo de la AMIA no es comparable, y para mí sí.
L.D.C.: –Y no hay nadie preso.
C.P.: –Nos tenemos que movilizar, se nos está escapando la tortuga. Nosotros queremos llamar la atención, queríamos armar un frente e ir a hablar con Kirchner, a ver qué pasa, loco, tiranos una mano, abrí el juego con sentido común.
L.D.C.: –Nosotros íbamos a hacer un show en marzo en Lanús y lo terminamos haciendo en Moreno dos meses y medio después.
C.P.: –Y nos pasa a nosotros, que tenemos cierto “poder”; imaginate el resto... Por eso queríamos hacer ese frente, pero sólo respondió la Bersuit, no hubo un consenso general. Creo que cada uno, sin querer tirar palos a nadie, tiene abrochado su quiosco. Estamos hablando de lo que puede cada quien, pero no todo el mundo puede lo mismo. Las Pelotas tuvo que repartir un show en tres fechas, y tiene un grueso de gente humilde, laburante: ¿cómo le explicás en la puerta que no entra? Y la respuesta del gobierno es: “Les mandamos un carro de asalto, la Gendarmería”. ¡Ah, buenísimo! ¿Estoy escuchando mal o está buscando generar violencia?

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Ciro Pertusi y Leonardo De Cecco, la mitad de un A77aque que se acerca a las dos décadas de vida.
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