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Martes, 3 de julio de 2012

MUSICA › NEGRA CHAGRA Y ESTA TIERRA ES HERMOSA, SU NUEVO CD

“Empecé a abrir un poco más el juego”

La cantante salteña presentará mañana en Café Vinilo un material constituido por canciones de sus referentes locales, como Manuel J. Castilla, Cuchi Leguizamón y Miguel Angel Pérez. Pero también de otros grandes artistas, como Chavela Vargas.

 Por Karina Micheletto

“Esta tierra es hermosa. Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.” La contundente belleza del poema de Manuel J. Castilla, que así comienza, sirve de prólogo, y también de título, para el disco que editó recientemente Negra Chagra: Esta tierra es hermosa. Salteña como el poeta, con este trabajo la cantante suena decidida a mostrar de qué manera la tierra es hermosa, más allá de aquella que es la estrictamente propia o, mejor, de qué manera la tierra son las muchas tierras que se habitan. Con un delicado trabajo de interpretación y de arreglos, Chagra muestra un disco en el que están las primeras referencias –Castilla, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Miguel Angel Pérez, Jaime Dávalos y Eduardo Falú–, pero que despega, integrándolos también a una tierra propia, a otras referencias como Chavela Vargas, con quien ha actuado en numerosas oportunidades, u otros admirados, como la mendocina Matilde Cazzazola o el tucumano Pato Gentilini.

Chagra presentará los temas de Esta tierra es hermosa mañana a las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780), junto a los músicos Hernán Islas y Leonel Iglesias (a cargo de los arreglos y la dirección musical del disco), y con César Isella, Adriana Leguizamón y Juan Porzio como invitados. Allí mostrará estas canciones a través de las cuales abreva con naturalidad en paisajes, ritmos y autores diversos, sumando a Jaime Roos, Raúl Carnota, Sara Mamani, o una versión de aquel “Sapo cancionero” de Hugo Chagra –también salteño– que es todo un redescubrimiento. “Empecé a abrir un poco más el juego: mi primer disco fue dedicado casi íntegramente al Cuchi, en el siguiente fui abriendo un poco más el panorama; y ahora más todavía”, dice Chagra en diálogo con Página/12. “Quise traer las voces de tantos autores admirados como una manera de que se escuche su voz, porque al fin y al cabo para eso es que canto: yo no soy autora, soy una intérprete que toma palabras ajenas para poder expresarse. Por eso, los creadores de esas palabras están siempre presentes, nombrados y destacados, en un agradecimiento eterno”, define la cantante el modo en que entiende su trabajo.

Aunque radicada desde hace años en Buenos Aires, Chagra tiene una marca que no está dada sólo por el paisaje natal y por el acento que se le cuela como marca primera de pertenencia sino, fundamentalmente, por aquellos referentes a quienes, dice, tuvo la “enorme suerte” de conocer de chica, como parte natural de su ritmo cotidiano. Gustavo “Cuchi” Leguizamón, por caso, fue su profesor de Historia, encargado de acompañar a la división en el viaje de estudios, habitual compañero de guitarreadas en tiempos escolares. “Haber vivido aquella cotidianidad con el Cuchi, con Castilla, con Perecito, haber pasado nuestra adolescencia compartiendo y escuchando a todos esos monstruos, es un privilegio que siempre he valorado”, cuenta Chagra.

–Y hoy, con el paso del tiempo, ¿qué significan para usted en perspectiva aquellas referencias cotidianas?

–No sé si será cosa de la madurez, o de la vejez (risas); pero mientras más pasa el tiempo, más valoro y más extraño todos aquellos momentos compartidos. El otro día escuchaba un disco del Cuchi donde él habla y explica los temas, y por primera vez sentí una profunda tristeza. No es tristeza en realidad, porque no pienso nunca que se han muerto, los tengo en mi recuerdo muy vivos, están vivas sus canciones. Quiero decir que me ha dado una nostalgia muy fuerte, como nunca me había pasado. Por suerte estoy en contacto con Miguel Angel Pérez, él está muy bien y charlamos seguido por teléfono, eso me hace mucho bien, me nutre, me vuelve un poco a mi eje. Pero sí, esto es nuevo para mí, este sentimiento de añoranza. Creo que lo que antes me parecía más bien natural, al verlo retrospectivamente aparece como no tan natural: no es tan normal que le pase esto a la gente, ¿no? Y para estar a la altura de todo lo recibido, trato de estudiar, de cantar cada vez mejor. Tengo una responsabilidad que es la de expresarme tomando a poetas y músicos muy, muy grandes.

–Otra referencia más cercana en el tiempo es Chavela Vargas, de quien incluye un tema en el disco. ¿Cómo se conocieron?

–Fue hace muchos años, cuando mi esposo, que es productor, la trajo por primera vez a La Trastienda. Ella venía solita, sin acompañante, sin manager, nada. Así que yo era algo así como su dama de compañía en Buenos Aires y enseguida nos hicimos amigas. Un personaje increíble, porque cuando viajaba sola era grande ya. Después se fue a vivir a México, cuando la volvieron a traer pidió hacer un concierto gratis en el Luna Park y ahí me invitó a cantar. Y a partir de ahí empezó a invitarme a sus conciertos y a sus homenajes allá. Cuando cumplió 90 me llamaron para participar en su homenaje, con todas las grandes cantantes de México. Empezaron a salirme trabajos en México y en Centroamérica, grabé en su disco ¡Por mi culpa! la “Canción de las simples cosas”... Cuando me presentan allá, digo en broma que soy la “homenajeadora oficial” de Chavela Vargas. Y a la hora de grabar mi disco, me gustó tomar un tema que ella escribió a los 91 años, hermoso: “¿Adónde te vas, paloma?”. Como broche final, grabó algo improvisado para ese tema. Más no puedo pedir: sigo agradecida a la vida y a la gente que me dio la vida.

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