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Sábado, 18 de agosto de 2012

MUSICA › DREAM THEATER SE PRESENTARá MAñANA Y EL LUNES EN EL LUNA PARK

Rock progresivo para otra generación

John Petrucci, guitarrista y líder de la banda, afirma que el cimbronazo por la partida del baterista Mike Portnoy ya quedó atrás y que el quinteto disfruta de un gran momento. E intentará que eso quede reflejado en el DVD que grabará durante sus conciertos porteños.

 Por Mario Yannoulas

“Dream Theater es la banda de rock progresivo de esta generación.” El documental The Score So Far registra el entusiasmo de los fanáticos por las calles de Nueva York y recoge máximas como ésa. Pasiones y debates en profundidad aparte, parece evidente que Dream Theater es, desde hace al menos una década, la banda emblema del rock progresivo contemporáneo. Canciones de cuarenta minutos e instrumentales barrocos no fueron impedimento para vender más de una docena de millones discos en todo el mundo, en plena era del single como unidad de cambio de la industria musical. En diálogo con Página/12, el guitarrista, cofundador y líder John Petrucci retruca, sobrio, el podio de los adoradores: “No sé si somos la banda de rock progresivo de una generación, aunque conozco a mucha gente que lo siente así. Disfrutamos de la música que hacemos, de ser exitosos y de poder tocar en todo el planeta”.

La Argentina es la parada actual: después de haberse presentado en Córdoba, mañana y el lunes Dream Theater actuará en el Luna Park. Esos shows tendrán un componente extra, ya que la banda los usará para rodar su próximo DVD en vivo. “La Argentina es un hermoso país con unos fans impresionantes, sabemos que van a ser un gran público para el DVD”, afirma Petrucci. “Por otra parte, estamos muy familiarizados con el Luna Park, ya tocamos ahí y nos parece una excelente locación. Planeamos shows más largos que los que venimos haciendo en Asia y Norteamérica: van a ser dos noches de dos horas y media de música, así que vamos a tener mucho material para elegir”.

Atrapados por la sensibilidad y la técnica de los músicos del rock progresivo británico de los ’70, seducidos por el tono épico de Iron Maiden y coetáneos del auge del thrash metal en los Estados Unidos. Así estaban los fundadores de Dream Theater a mediados de los ’80, cuando se conocieron en la escuela de música Berklee, en Boston, al descubrir la pasión por Rush que compartían. Petrucci, el baterista Mike Portnoy y el bajista John Myung fueron desde entonces el corazón del quinteto, que en 1999 alcanzó su pico creativo con la edición del álbum conceptual Metropolis PTII: Scenes from a Memory, una cruza entre Pink Floyd y Operation: Mindcrime, de Queensrÿche, con el virtuosismo de los ejecutantes como puente.

Los músicos que los impresionaron de jóvenes se jactaban de ser sensibles, de creer en el progreso y la perfectibilidad del ser humano hasta que el punk les dijo que no había futuro, pero Dream Theater añade a eso su componente norteamericano. Esto es: obsesión por la pulcritud y la técnica, actualización del sonido al valerse de recursos propios del heavy metal, más un derroche de golpes de efecto propinados por intérpretes prodigiosos, a la manera de un tanque de Hollywood. Un tipo de supergrupo sui generis donde cada uno aparece como héroe de su propio instrumento, y donde la composición puede quedar supeditada a la certificación de habilidades. Esa característica, por ser casi única en el momento de su aparición, les valió la feligresía de miles en todo el globo. Pero en los últimos tiempos la banda se enfrentó al que probablemente haya sido el mayor desafío hasta el momento: la decisión de seguir sin Portnoy, hasta entonces parte de un núcleo aparentemente indivisible, y cuyo alejamiento sorpresivo –aduciendo estrés y otros problemas– despechó tanto a compañeros como a seguidores. “Lo negativo fue perder a alguien que había formado parte del grupo durante tanto tiempo, con quien empezamos la banda. Fue decepcionante, nos rompió el corazón, pero así es la vida”, relaja Petrucci.

Los otros cuatro integrantes concluyeron que la banda era su vida y que debían seguir de todas formas. Organizaron sesiones con súper bateristas para resolver quién agarraba las baquetas y filmaron el casting para un documental que se puede ver por YouTube. El elegido fue el histriónico Mike Mangini –ex Steve Vai y Annihilator, entre otros—, que se enteró de la decisión frente a una webcam. “Queríamos documentar la experiencia para transmitirles a nuestros fans cómo fue el proceso. La gente que rodó el documental no fue para nada invasiva, así que ni nos dimos cuenta de que estaban ahí: todo lo que hicimos fue armar una audición para bateristas y filmarla. Lo bueno fue que pudimos encauzar la decepción en un camino positivo hasta encontrar a Mangini, cuyo espíritu humano y musical encaja increíblemente con el grupo. Así pudimos seguir haciendo la música que queremos y sacar un disco exitoso, del que muchísimos fans están agradecidos”, se ensancha el guitarrista. El disco citado es A Dramatic Turn of Events, su undécima placa de estudio, la primera sin Portnoy en los parches, y la que les valió su única nominación a los premios Grammy por el corte “On the Backs of Angels”. “Viene siendo un año buenísimo”, ratifica Petrucci, que en octubre deberá volver a Buenos Aires para participar del G3 junto a Joe Satriani y Steve Morse.

–Las primeras escuchas de A Dramatic... tientan a decir que se trata de una vuelta a las raíces del grupo. ¿Cómo lo ve usted desde adentro?

–También lo veo así. Desde el principio tuvimos una actitud clara con este disco. Sabíamos que iba a ser muy especial y que la gente iba a tener los ojos sobre nosotros, estaba el interrogante de qué éramos capaces de hacer después de la salida de un miembro tan importante. Desde el principio supimos que teníamos que lograr un álbum muy fuerte que girara alrededor de nuestras raíces y nuestro sonido típico: rock progresivo mezclado con metal en una forma melódica. Estuvimos todo el tiempo muy enfocados en eso y creo que las consecuencias están a la vista.

–Es de lo más consistente entre sus últimas producciones, y a la vez el primero sin Portnoy en la batería. ¿Qué explicación le encuentra a eso?

–Por supuesto que la partida de un miembro es algo muy difícil de sobrellevar, sobre todo después de veinticinco años y cuando uno no espera que pase. Fue difícil lidiar con eso, pero tuvimos mucha suerte de haber encontrado a la persona justa para ese lugar, que es Mangini. Pasa en todas las bandas a través de los años, incluso pasó antes en la nuestra, pero lo más importante es si como banda, como núcleo, se es capaz de pensar en positivo y seguir haciendo la música que uno quiere hacer. Mangini es un baterista muy virtuoso, puede hacer cosas que otra gente no (risas), así que no vamos a tener problema en seguir plasmando todas las cosas que se nos pasen por la mente.

–Van a lanzar nuevo material el año que viene. ¿Qué tipo de disco están planeando hacer?

–Todo lo que pueda decir ahora corre el riesgo de adelantarse por demás. Cada nuevo disco es una oportunidad para hacer lo mejor que podamos, y así va a ser.

–A diferencia del que presentan ahora, gran parte del material que tienen fue concebido durante pruebas de sonido, o al menos eso dijeron...

–Suele pasar que, estando de gira, alguno llega inspirado y propone un riff en la prueba de sonido. Entonces nos ponemos a zapar sobre eso y lo grabamos. Eso es así desde siempre, sacamos muchas ideas de las giras. La diferencia es que, debido al cambio de integrante, para A Dramatic... no usamos nada de ese material sino exclusivamente cosas nuevas, compuestas en estudio o en nuestras casas. Puede resultar un disco conceptual o no... nunca se sabe.

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A Dramatic Turn of Events, el último disco de Dream Theater, recupera el sonido clásico de la banda.
 
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