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Sábado, 1 de septiembre de 2012

MUSICA › JAVIER MALOSETTI HABLA DE ENVES, SU DISCO CON ELECTROHOPE

“Más que con los versos, mi compromiso es con la música”

Originalmente pensado como un registro en vivo con un par de bonus, el álbum creció durante un viaje a El Calafate donde al bajista le ofrecieron un estudio flamante. A fin de año, la banda entrará en una impasse para que los músicos puedan dedicarse a otros proyectos.

 Por Cristian Vitale

Javier Malosetti toma las dos solapas de su campera negra y las acomoda, tal vez con la intención de que las dos palabras estampadas (Harley Davidson) luzcan proporcionadas. O al menos parezca. Está en un contexto hostil para oídos del palo (el bar está pasando música melódica) y manda una puteada a lo Luppi. “¡Qué mierda esto! No me banco esta música berreta de pelos mojados”, dice en voz alta. Dos chicas le clavan la mirada desde una mesa contigua y el mozo se hace el gil. Cierto, hay que hacer un esfuerzo importante para abstraerse de tal ruido edulcorado y entrar en un universo distinto: el de Envés, disco de jazz-funk-rock “a lo Malosetti” que acaba de editar con su banda Electrohope y que, tras una impetuosa presentación en La Trastienda, volverá a mostrar el 15, 22 y 29 de septiembre en el Boris Club (Gorriti 5568). “Anduvo circulando una gacetilla por ahí que hablaba de despedida y sí, lo dije yo, pero no en el sentido de separación definitiva sino de impasse. Vamos a tomarnos un rato de distancia después de laburar cuatro años a full. Mi mente se está entusiasmando con el nuevo volantazo”, aclara y solamente habla de un proyecto en ciernes junto a Pepi Taveira, peso pesado en el rubro batería de jazz, junto a quien ya compartió un trío cuando promediaba la primera década del siglo. “Con él puedo tocar otras músicas que vengo componiendo y pensando, y que no se ajustan al estilo de Electrohope. Entonces nos tomamos un tiempo, incluso para que los pibes de la banda también puedan apuntar a sus historias propias”, dice. Y punto sobre lo que será.

Lo que es, entonces, radica en seguir mostrando hasta fin de año las músicas de este disco devenido doble con Electrohope, la banda que lo acompañó durante buena parte de este siglo. Devenido doble porque la intención de este animal del bajo, que llegó a posarse en los universos de Spinetta, Jaime Roos y Pappo con el mismo tacto, era editar un trabajo en vivo con temas de dos discos anteriores de Electrohope (el homónimo y Ten), más un par de inéditos y dos temas en estudio en condición de bonus track, hasta que un viaje al sur desvió el rumbo de las cosas. “Teníamos dos fechas en El Calafate con una semana de ocio en el medio y un amigo nos ofreció su estudio para grabar lo que quisiéramos. ¿Cómo no aprovecharlo? Nos invitaron a estrenarlo casi, hasta les sacábamos el plastiquito a los auriculares (risas). Un lugar maravilloso, con unos ventanales que dan a un pico nevado, rodeado de una pradera y un lago... Muy inspirador.”

Allí hicieron, entonces, la parte que Malosetti no tenía planeada: seis de los siete temas que pueblan el disco en estudio. Cinco que le pertenecen y uno en honor a Gustavo Cerati, que la banda había tocado durante el festival en apoyo a la Ley de Matrimonio Igualitario: “Primavera Cero”. “Antes de su accidente, yo venía fantaseando con hacer un arreglo sobre ese tema, porque lo que siempre me gustó de él, más allá de sus improntas como solista o como cantante que nunca admiré tanto, fue su perfil de compositor. Su birome, para mi gusto, fue bastante más fuerte que su canto, o su guitarra. Me refiero a la parte compositiva, y no de autor, porque la verdad es que nunca le di mucha bola a la letra de sus canciones... De hecho, ni siquiera sabía de qué hablaba ‘Primavera Cero’. Le entré por la bajada de acordes cromáticos y esa melodía que surfea y enlaza tal elegantemente los acordes... Cumplí la fantasía.”

La otra versión del disco-bonus inesperado fue “Credulidad”, aquella gema de Pescado Rabioso. La única que Electrohope no registró en El Calafate sino en Villa Mercedes, cuando el grupo viajó a San Luis para grabar Ten. “El Flaco aún vivía, pero lo dejamos ahí. Luego, fallecido Luis, yo estaba en casa buscando cosas en discos rígidos que tengo sueltos por ahí, y apareció todo el multitrack de Ten y entre esos temas estaba ‘Credulidad’. La verdad es que no quedó en Ten porque la había grabado Pedro Aznar hacía poco, y después lo vi en YouTube haciendo unas versiones buenísimas. Bueno, no quedó... Me parecía al pedo, pero después lo empecé a armar en casa y me acordé de que Hernán (Segret, guitarrista y cantante) lo cantaba bárbaro. La verdad es que yo no estoy para cantar ‘Las uvas viejas de un amor en placard’, no me siento capaz (risas).”

–¿Se siente más cómodo cantando en inglés?

–Me siento más cómodo cantando algo cuya poesía no me comprometa demasiado, entonces el inglés termina siendo un silabeo fonético sin sentido. No es que le escapo al sentido de las cosas ni a su peso, pero mi compromiso es más con la música.

–Con la voz como instrumento...

–Ahí va. Y quiero que las verdades se oigan en la música más que en los versos, porque aparte los versos no son escritos por mí. No escribo letras y cuando canto, canto algo de otro y siempre termino cantando en inglés o algo de Pappo que diga “Que vengan hacia mí los sandwiches de miga” (risas). En el caso del Flaco, ya había hecho “Para ir” y “Yo miro tu amor”, y ahora “Credulidad”, donde la viola es como un fantasmita. Quiero que Luis sea la viola que viene, da el visto semibueno y se va... Es esa guitarra con esa cámara medio fantasmagórica, incluso.

–“Retour a la maison des Diserux”, el tema que abre el disco en estudio, tiene una particularidad además del nombre: usted tocando la flauta. ¿Desde cuándo?

–Desde ahora (risas). Igual, es una flauta africana muy fácil de tocar porque el émbolo es más fuerte, sube las notas y podés cambiarlas con un solo agujero... Podés hacer una melodía hermosa sobre un acorde y termina sorprendiéndote con algo que no querías tocar. El nombre (“De regreso a la casa de pájaros”, en francés) quiere decir que yo estoy regresando a mi casa de El Palomar. Y me pareció que tenía que tener un nombre en francés, porque es el idioma que se habla en muchas zonas de Africa, y el tema es un 6 por 8 africano, con algunos agregados como la flauta y un bajo beatle pasado en reversa. Pero insisto, la idea principal para mí era grabar un disco en vivo, y es éste.

El urso rubio se abstrae del contexto sonoro, que va por el enésimo tema de Montaner o algo así, y levanta la tapa de Envés. Se queja porque la cajita hace juego en el medio y observa el tono sepia que el diseñador le dio a la cara principal: él tocando el bajo. “Una de cal y una de arena”, determina. La mayoría de los temas que están dentro, excepto los inéditos “Puerta de los dos”, de Fernando Cabrera, “Vendy`s Blues”, de Nico Rafetta (tecladista) y “Acampantes”, una canción tradicional de los boys scouts, se reparten entre Electrohope y Ten. Entre ellos, Malosetti pone la lupa en la intensa gema de Cabrera. “Para mí es una maravilla poética. Fernando, además de ser un amigo, es un artista que admiro mucho, un tipo de culto que no goza de una gran popularidad. Y no sé por qué digo no goza, porque en realidad no sé si la quiere. No compone para eso, pero soy muy fana de su prosa y de su forma marciana de tocar la viola y cantar.”

–Podría intuirse que es un casi un apologista de la música hecha por artistas que, según otros, son enormes letristas, al menos centralmente. Cabrera y Spine-tta aparecen como dos ejemplos claros...

–Sí, aunque Cabrera, a diferencia de Luis, es un tipo muy intenso porque no boludea nunca. Cada vez que hablás con él te está dando un mensaje fuerte. Y puede apabullarte mucho. En cambio, Luis dosificaba su genialidad, porque también sabía cagarse de risa con nosotros y ser el más payaso. Nos citábamos fragmentos de las llamadas de Tangalanga y todo eso; en cambio, Cabrera es una persona seria. Tiene su humor, sí, pero es un humor muy deforme. El tema que dice “Desconocí tu documento, esa tarjeta de humo, con sólo uno de los dos” (el mismo “Puerta de los dos”) me hacía mierda, me emocionaba. Por eso, grabarlo fue como una especie de exorcismo para seguir adelante, porque me hacía llorar cada vez que lo escuchaba.

–¿Y con el duelo de Spinetta?

–Bueno, claro, tocar sus temas en vivo es fuerte, y escucharlos en casa también, me pone muy triste. Igual, en vivo estamos haciendo “Ana no duerme”, un cover casi igual... Es como un Danger Almendra (risas).

–¿Qué versión, la original o la del regreso de Obras, en 1980?

–La de Obras, sí. Tremenda.

Otra versión “de época” que Malosetti resignificó junto a Tomi Sainz en batería y Damián Carballal en percusión (además de Rafetta y Segret) fue “Maybe I’m Leo”, que en la edición nacional de Machine Head (Deep Purple, 1972) figuraba como “Quizá yo sea de Leo”. “Corresponde a mis influencias más remotas”, cuenta. “Ese disco estaba en casa cuando yo estaba en cuarto grado. Se lo había ganado mi hermana en una rifa en una escuela, pero ella ponía nada más que ‘Smoke on the Water’, que era el tema que pasaban en las discos. Cuando el tema pasó de moda, mi hermana se pudrió y no lo puso más y yo me quedé con esa joya, un icono de la música eléctrica en el mundo. Cuando lo encaramos, no lo deformamos, digamos que mantiene su espíritu. Por ahí lo funkeamos un poco, y con el batero hacemos una base mucho más abierta y descansada. A ver, tal vez no sea el caso de ‘Money for Nothing’ (el clásico de Dire Straits que cierra el disco en vivo), pero en general cuando hago una versión prefiero que sea de un lado B, una cosa más de culto, que tenga un valor que conozcamos pocos, porque si no incurrís en la comparación y no da.”

–Algo que no pasa ni pasará con la cita a “Also sprach Zarathustra”, de Richard Strauss, que incorpora al final de “Delpo”.

–Totalmente. Es un jueguito que hicimos sobre esa pieza que se llama igual que el libro de Nietzsche. Nos damos esas licencias, pero pedimos perdón (risas).

–¿Estudio o vivo, entonces?

–Me encanta laburar en estudio por el trabajo, por lo introspectivo, denso y detallado que implica trabajar en tal situación. Pero el vivo es bien caliente. ¿Cómo se puede hacer para vivir sin tocar en vivo?

–Los Beatles lo hicieron.

–Bueno, qué no hicieron ellos... Otra galaxia.

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En Envés, Javier Malosetti grabó canciones de Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Fernando Cabrera y Deep Purple.
Imagen: Jorge Larrosa
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