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Martes, 9 de octubre de 2012

MUSICA › MALENA MUYALA HABLA DE PEBETA DE MI BARRIO, QUE SIGUE PRESENTANDO EN EL CAFF

“Me sentía y me siento súper tanguera”

La uruguaya aborda de manera heterodoxa clásicos como “Che papusa, oí”, “Madreselva”, “Naranjo en flor” y “Garufa”. “Es como estar jugando con varios lápices de colores, como si fuera una esponjita que toma influencias de todos lados”, explica ella.

 Por Cristian Vitale

Es jueves, la música de fondo –animada– le pertenece a Charly García y Malena Muyala acaba de concluir su primer concierto en el CAFF. El fin es presentar su último disco, Pebeta de mi barrio, y repetirá pasado mañana a la misma hora y en el mismo lugar: las 21, en el gran antro de Sánchez de Bustamante al 700. Fueron dos horas de alternancia entre músicas suaves, tangos heterodoxos –al menos en su abordaje– y canciones urbanas, orilleras. Dos horas de versiones bien personales de “Naranjo en flor”, “Madreselva”, “Garufa”, “En esta tarde gris”, “Che papusa, oí” y “Desde el alma”, y las conclusiones a posteriori calibran con el a priori. Cada tango, cada vals, cada milonga, pasados por el tamiz de la fina, intensa y consistente voz de esta uruguaya nacida hace 41 años en San José, renace como si fuera algo nuevo. No es lo habitual. “Cierto: son tangos hechos de una forma no tan reconocible”, reduce ella.

Pebeta de mi barrio, su quinto disco a la fecha, surgió de una gira que la Muyala y su grupo hicieron por todos los municipios de Montevideo, con el propósito de recrear, barrio a fondo, clásicos del dos por cuatro, milongas, milongones y candombes. Y con un plus: al final del set, la cantautora invitaba a subir a escena las cuerdas de tambores de cada barrio. “Generó una cosa muy linda y dinámica de preparativo: se juntaba la comparsa, ensayaba, elegía los temas y, a la tarde, venía la comparsa a ensayar los milongones con nosotros... Armamos un revuelo muy lindo”, cuenta. Una gira, también, que antes de ser disco un libro popular que recopila historias de esas gentes anónimas relacionadas con el tango, vistos por los barrios del país celeste. “Fue algo conmovedor, una pila de relatos que terminó en un libro con 60 autores, y el repertorio salió precisamente de allí, de las piezas que eligieron esos cronistas barriales –dice Muyala, mientras lo que suena de Charly García es ‘Promesas sobre el bidet’–. De ahí que el disco tenga cierto sesgo nacionalista: están Víctor Soliño y Ramón Collazo (‘Garufa’, ‘Adiós mi barrio’), está ‘En esta tarde gris’, que popularizó Julio Sosa... Pero, a su vez, pasó una cosa divina: en varios relatos, la gente habla con mucho cariño de los autores argentinos, y eso me encantó, porque pasamos por una etapa de rivalidades, cuando autores maravillosos como Discépolo y Manzi no entendían en lo más mínimo esa división. Los viejos los recuerdan con afecto.”

La heterodoxia de Muyala para abordar tangos y milongas es hija natural de una artista inquieta y de los arreglos que suele proponer el guitarrista Fredy Pérez, algo así como su alter ego masculino. Así, “En esta tarde gris”, asume un clímax de pesadumbre mansa, densa, que no tiene en su concepción original. Así, el bellísimo vals “Desde el alma” pasa la prueba de riesgo que implica una nueva versión porque aires de zamba se impregnan en su estructura. Así, el comienzo de “Madreselva” parece cosa de Luis Alberto Spinetta o Jaime Roos. Así, “Che bandoneón” asume un perfil minimalista porque “ya con la letra es demasiado”, según Muyala. Así, la visita de “El día que me quieras” permite la voz de Rubén Rada. Así, “Algo a tiempo”, la única pieza que aportó ella, es una canción contemporánea y abierta que sintoniza bien con el todo. “Sí, puede ser que tenga un mundo propio para abordar repertorios clásicos, pero sale espontáneo, no es que esté premeditándolo. La verdad es que mucha gente, cuando empecé, cuestionaba si lo mío era tango o no. Y yo, sí, podía reconocer que no era el concepto de orquesta de tango, pero me sentía y me siento súper tanguera. Siento que mi raíz está en el tango, aunque pueda hacer versiones jazzeadas, milongueadas o tipo canción, porque tanto Serrat como María Creuza también han sido grandes influencias para mí, pero no voy mucho más allá. Es como estar jugando con varios lápices de colores, como si fuera una esponjita que toma influencias de todos lados”, define.

El tango está en las entrañas de Muyala desde niña. Le viene de abuelas, abuelos, madre y padre devotos del género. Le invade su paisaje cotidiano desde que, en su casa de San José –pueblo ubicado a mitad de camino entre Colonia y Montevideo–, su padre la mantenía horas sentada frente al tocadiscos escuchando discos de Osvaldo Pugliese. “Y de Gardel, de Julio Sosa, de Susy Leiva... ¿Por qué piensa que me pusieron Malena?”, sonríe. Incluso su paso a la profesionalidad, en 1991, se dio en el marco soñado: el quinto festival de tango de Montevideo, donde le tocó cantar antes de la última presentación de Pugliese en Uruguay. “Canté antes que él y mi viejo lloró dos días. Ahí supe que tenía que dejar la carrera de Medicina en la universidad y dedicarme a esto. Fue el gran punto de inflexión de mi vida”, cuenta. Y los efectos de esa decisión acertada están expuestos no solo en Pebeta de mi barrio, un impecable téster popular del 2x4 visto con ojos celestes, sino también en aquellos discos más personales (Temas pendientes, Puro verso y Viajera) que le fueron ampliando horizontes.

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“Son tangos hechos de una forma no tan reconocible”, dice Muyala sobre Pebeta de mi barrio.
 
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