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Lunes, 12 de noviembre de 2012

MUSICA › DOBLE CIERRE CON BRILLO PARA EL FESTIVAL SEMANA MUSICAL LLAO LLAO

Los sonidos a orillas del silencio

Un concierto en el Hotel Llao Llao y otro en la Catedral de Bariloche clausuraron un festival que incluyó, además, más de quince eventos gratuitos en la zona.

 Por Diego Fischerman

Desde Bariloche

Con algo de ritual y en el medio de esa mezcla de excitación y tristeza que suele acompañar la conclusión de los grandes proyectos, el último concierto de la Semana Musical Llao Llao estuvo acompañado por una gigantesca torta en forma de piano, compartida por el público que había llenado la sala del hotel. Era el primer cierre, y Marcelo Moscovich, director regional y responsable de los más de quince conciertos gratuitos que, a lo largo de siete días, tuvieron lugar en Villa La Angostura, San Martín de los Andes, El Bolsón y la propia ciudad de Bariloche, repetía la cifra “28 conciertos en una semana”, sumando los realizados en el hotel, como un mantra.

El segundo cierre, el domingo a la tarde, fue en Bariloche, en la Catedral, y allí, ante una multitud, la orquesta del festival, el Ensamble Estación Buenos Aires, dirigido por el violinista Rafael Gintoli, que también fue el solista, interpretó las Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi. El festejo, en cualquier caso, no era menor. Rubricaba una historia de veinte años en que el ciclo fue ocupando un lugar cada vez más destacado en la comunidad. No es un dato menor, en todo caso, el concierto fuera de programa que esta orquesta agregó a la agenda, casi como una improvisación, tocando en el Hospital Central de Villa La Angostura. Los números podrían resultar fríos o, simplemente, no querer decir demasiado, si no se refirieran a hechos concretos como ése o, sin ir más lejos, a la incontrastable ambición de muchos de los programas.

Más allá de los nombres, de la calidad de las interpretaciones, de actuaciones recordables, como la brindada por el excelente pianista ruso-israelí Roman Zaslavsky, que actuó en la noche del viernes, éste es un ciclo en el que, en lugares donde poco o nada sucede en el campo de la música de tradición académica a lo largo del año, durante unos pocos días suenan cosas como el Cuarteto Op. 47 de Robert Schumann –que interpretaron, el sábado, el Trío Lenitas, de Suiza, junto a la pianista rusa Sofia Gülbadamova –, la Sonata para violín y piano de Achille-Claude Debussy, el Concierto para piano, trompeta y orquesta de cuerdas de Dmitri Shostakovich o la Sonata Nº 7 de Sergei Prokofiev. Martín Nijensohn, director general del ciclo, cuenta, por ejemplo, que trata “de que las obras centrales no se repitan; que se escuchen obras que no se escucharon en ediciones anteriores del festival”. El compromiso y la falta de concesiones fueron evidentes en los dos últimos conciertos nocturnos. Zaslavsky interpretó, en la mejor tradición rusa, que pasa por Sviatoslav Richter y Emil Gilels, tres de los números del extraordinariamente denso Años de peregrinaje. Segundo año: Italia, de Franz Liszt y, además de la Sonata Op. 83 de Prokofiev, el Étude-Tableaux Op. 39 y los Momentos musicales Op. 16 de Sergei Rachmaninov. Gülbadamova y el Lenitas, por su parte, completaron su concierto con el Cuarteto K478 de Mozart y el Movimiento en La Menor de Gustav Mahler.

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Roman Zaslavsky ofreció un concierto en la mejor tradición pianística.
 
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